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Al principio no me estaba gustando mucho: no estaba nada de acuerdo con la visión que da de la Edad Media ni de la Reforma protestante, y encima parte de una base psicoanalítica, a la que le achaco (dentro de mi completa ignorancia en psicología) poco valor empírico. Otro asunto que no me gustaba es que considera la libertad plena como algo posible de alcanzar en nuestro tiempo, y el origen de este hecho estaría, sorpresa, en la Reforma protestante. Aburre muchísimo escuchar a los nativos de países protestantes decir que la Reforma es el origen de todas las cosas buenas del mundo. Les falta decir que gracias a ella tenemos pan y agua. La visión de la Edad Media es infantil y simplista, y rompe con su modelo económico en el siglo XVI, cuando el feudalismo existió prácticamente hasta el siglo XIX (aunque, claro, ya no era el feudalismo del siglo XI). Pero, en determinado momento, te hace ver que el luteranismo y el calvinismo sembraron los frutos sobre los que triunfó el nazismo. En ese momento Erich Fromm, su autor, deja de ser otro alemán más. Sitúa la desconfianza en el extranjero, el origen de la bondad extraterrenal del trabajo, la equidad entre éxito laboral y casi divino en Calvino. Poco a poco va adentrándose en el perfil psicológico de aquellos de los que se forma la masa, y entonces la historia del siglo XX, sobre todo del nazismo, la sociología y la psicología de funden en un discurso que, pese a que no es nada sorprendente, engancha y te pone en la cara una realidad de miedos, conformismo y debilidad obvia, evidente, pero sobre la que quizá no hemos pensado demasiado. Acaba hablando de la pérdida de personalidad del individuo en el capitalismo. Donde también da muestras de una lucidez y unos razonamientos excelentes. Así que, al final, este hombre y su libro se llevan mi recomendación. |
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