En la segunda página del libro yo ya estaba llorando. Creo que solo lo hice ahí, después quizá llegase a emocionarme, pero no como en el comienzo, cuando te presentan a las tres hermanas —Natalia, Sagrario y la nena—. Tres hermanas como en mi casa, solo chicas también, así que tocó muy hondo cuando comprendí que dos de ellas estaban de duelo. 🐢 En todo momento tenemos la perspectiva de Natalia —la hermana mayor—, una niña introvertida que se niega a crecer, encerrada en su mundo de fantasía y pesadilla, de hierbas y familia, en casa y en la cama de su hermana enferma. Tras la muerte de Sagrario, su madre decide enviar a la hija mayor a la casa de campo familiar, donde sus primos pasarán el verano. Es allí donde estará con Irlanda, su prima y antagonista. Allí, en la casa, Natalia no logra adentrarse en el mundo de Irlanda ni, en el fondo, lo pretende. Casi siempre se prefiere a ella misma, las flores y sus fantasmas. Aquí sueño y realidad se confunden a los ojos de la protagonista, al igual que el amor y odio hacia su perfecta prima. Para no desvelar mucho más, si simplemente buscáis lectura de una tarde y os relame la idea de una historia oscura, de mundo interno, duelo, familia, fantasmas, infancia y madurez, rencillas, secretos y misterio... os recomiendo esta primera novela de Espido Freire. Conmigo, al menos, ha funcionado de principio a fin. Con creces. |