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Una historia ambientada en un mundo de reinos y tradiciones en el que el imperio se ve amenazado por un misterioso crimen es, a simple vista, muy llamativa. de esta forma se presenta La flor más oscura: el perfume de las sombras, de P.M. Freestone. Sin embargo, y a mi parecer, no se ha trabajado como se debía, por lo que el resultado ha sido un cúmulo de pros y contras (de los cuales omitiré algunos para evitar así hacer spoiler sobre el desenlace del libro). Comenzando por el principio, el planteamiento inicial es bueno: una horrible enfermedad se esparce por el reino, provocando que el cuerpo de los más vulnerables entre en un estado progresivo de putrefacción. Esto mueve a la co-protagonista, Rakel, a conseguir bajo cualquier condición los medios necesarios para cuidar a su enfermo padre. Es aquí cuando se nos presenta la importancia del perfume en la sociedad y se anuncia su trascendencia en la misión de Rakel y en el libro. En paralelo, tenemos a Ash, guardaespaldas del príncipe heredero Nisai, que debe tomar el mando del reino debido a la indisposición de su padre. Aquí encuentro el primer problema: mientras Rakel tiene un objetivo, me dio la impresión que la perspectiva de Ash, al principio, no fue más que una excusa para lanzar toda la información del mundo. Esto podría estar bien, en cierto modo, pero me dio la impresión de que la autora no solo bombardea información (personajes, lugares, datos del mundo) en muy pocas páginas, sino que encima se refiere a ellas como si, de una página para otra, el lector ya se hubiese aprendido cada detalle de su invención. Esto hace que la lectura de los primeros capítulos sea lenta y un tanto angustiosa. Aún así, he de reconocer que la construcción del mundo es bastante buena, evocando la imagen de una civilización pasada con tanta personalidad como lo fue Egipto. Por ello, y pese a mis críticas, recomiendo darle una oportunidad a este libro y tener paciencia al principio, pues si se tiene paciencia, la historia de Rakel y Ash te llega a embriagar. |
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