En la colonia penitenciaria

Franz Kafka es uno de los narradores fundamentales del siglo XX. Y si lo es no se debe a que sus personajes nos permitan identificarnos con ellos, ni a sus giros en la trama, ni a que juegue con el lector, ni a cómo nos haga sentir. de hecho, su prosa no es atrapante ni espectacular. Sin embargo, es un autor que una vez leído, no se puede olvidar.


En la colonia penitenciaria es un cuento largo, o novela corta, en la que un experto jurídico es conducido a una pequeña isla, en la que se utiliza un método de castigo especialmente bárbaro, que consiste en una tortura de varios días, durante los cuales una inscripción se va tatuando en la espalda del condenado, hasta atravesarlo completamente. Y al experto no sólo le explican el método, sino que un oficial tiene la intención de mostrárselo directamente, aprovechando que un penado cometió una falta leve, y que sin juicio ni defensa ha sido condenado.


Kafka nos muestra el mecanismo con detalle, en todo su horror, pero su prosa no intenta ser espeluznante. El autor no intenta manipular nuestras emociones, y el relato parece frío y anodino a primera vista. Vamos conociendo los detalles de la ejecución, y de las brutales ideas del oficial acerca de la justicia (afirma que su principio es uno solo: que la culpa es indudable), así como su admiración por el antiguo comandante, quien fue el creador de este artefacto y su uso.


Mientras avanza la ejecución, el observador externo va convenciéndose del horror de este método, y de que es necesario detenerlo, a pesar de la honesta convicción con que el oficial lo emplea. El oficial, al saber que su método es desaprobado, da una brutal muestra de su sentido de la justicia, y él mismo se somete a su máquina.


Este relato casi absurdo, que no nos da nombres de lugares ni personas, que no está pensado para ser atractivo y que ni siquiera se entiende, es valioso porque es incómodo, porque nos provoca una comezón debajo de la piel, porque nos conmueve, y nos da una visión del infierno: un infierno burocrático y cruel, en el que la justicia se ha pervertido hasta convertirse en una máquina de moler carne.


Kafka no nos interesa por sus aventuras: nos interesa porque su prosa, ajustada y poco espectacular, está diseñada para crear atmósferas opresivas, inquietantes, en las que no sabemos exactamente qué está sucediendo ni por qué, pero sabemos que en cualquier momento podemos ser víctimas de fuerzas que ignoramos, y que según su propia lógica, tienen razón y es justo que nos destruyan.


Cualquier parecido con la realidad es mérito de Franz Kafka.

Hacía tiempo que no leía una obra de este genio de la literatura. Para mí, ha sido una lectura inquietante debido a su atmósfera aterradora, violenta y cruel, añadido a los misteriosos personajes que aparecen; un relato surrealista que te deja desconcertado, en el que tras leer sus primeras paginas, ya no puedes despegarte hasta acabarlo. He de decir que me ha impactado incluso más que su famoso libro «La metamorfosis». En resumen, un libro extremadamente intenso a pesar de las pocas páginas que contiene.

No había leído aún ningún título del catálogo de relatos de Acantilado, no sé si serán así todos, pero me ha encantado como está distribuido el libro. Hay una primera parte con la obra en sí, y posteriormente una amplia sección donde nos explica curiosidades, información, y además nos sitúa alrededor de la obra y del autor. En este caso, conocemos los momentos por los que pasaba la vida de Kafka y las influencias que tuvo a la hora de escribirlo. El autor, escribió esta obra tras el comienzo de la Primera Guerra Mundial, en un ambiente claustrofóbico que se respiraba en Praga y en su vida cotidiana, así que la idea principal de este relato está muy acorde con los tiempos que corrían.

Tal como dice la sinopsis, un viajero explorador llega desde Europa, con la misión de examinar los diversos modos de hacer justicia que rigen en otras regiones. Es invitado a visitar una colonia penitenciaria, donde descubre que rigen leyes demasiado especiales. A los acusados se los condena a morir soportando el suplicio que inflige una máquina torturadora. Esta máquina de tortura situada en un paraje desértico, está diseñada para transcribir lentamente en la piel de un condenado con agujas punzantes el mandato de la ley que éste ha infringido. En la primera parte leemos una descripción detallada de la composición y el funcionamiento de dicha máquina, tecnológicamente muy avanzada para la época. A lo largo del relato, el comandante actual de la colonia, se encarga de explicar al viajero cómo es la ley de la colonia y cómo se llevan a cabo las ejecuciones en dicha máquina, explicándonos paso a paso ante la ejecución de un condenado.

En resumen, Kafka con este relato nos quiere mostrar una reflexión profunda sobre la justicia y la culpa, así como la mirada que el ser humano tiene sobre sí mismo en esta época. Una crítica a las atrocidades que ejercieron los nazis en los campos de concentración y al sistema carcelario que muchos países han empleado, violando toda norma de derechos humanos. Actualmente, con la amplia información que disponemos, estamos un tanto inmunes a la crueldad que existe hoy en día en la sociedad, pero en la época en la que se escribió la obra sería un absoluto escándalo leer y escuchar este relato.
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Este relato corto de Kakfa habla de nosotros, como lo hace toda obra de arte. Habla de nuestra actualidad, o más bien: vemos nosotros en él una actualidad siempre vigente. Kafka narra lo que no se podía narrar, desde el horror de las máquinas de guerra hasta nuestra indiferencia sobre ellas.