Porque morir debería ser algo antinatural, como lo debería ser nacer. Porque el universo no está preparado para la vida. Y los dioses, en silencio, tan solo nos dicen lo que deberíamos hacer. Pero no nos dicen lo que significa respirar y despertarse por las mañanas; no nos dicen lo que significa decirse adiós. Los dioses miran desde la distancia, contemplando la vida como una espiral en que todo ocurre simultáneamente. En que el pasado y el presente dan vueltas y se confunden entre sí. Para ellos, nada ha ocurrido del todo y nada ha terminado en realidad. Todo está sucediendo al mismo tiempo. Nada tiene importancia.
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