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Crítica de Nemon


Nemon
17 November 2018
En esta ocasión, os traigo una novela que ha sabido gestionar unos sentimientos que, a día de hoy, no sabía que tenía tan profundamente guardados. La novela en cuestión se titula No es mío, de Susi Fox.

Y como médica de profesión, la autora nos conduce a las turbias profundidades de la maternidad. Comienza con un prólogo expectante que te obliga a reflexionar exactamente por qué lo siente el narrador (quien, de primera instancia, no revela su identidad).

La novela está estructurada de una manera un poco curiosa: por días. Empezando la cuenta desde el momento en el que Sash abre los ojos por primera vez desde que le practicaron la cesárea de urgencia. Sí, Sasha Moloney estaba embaraza de apenas treinta y cinco semanas. de vez en cuando, su marido Mark se cuela en la narración para proporcionarnos desde su punto de vista breves fragmentos de su propia vida y de su vida junto a Sash hace apenas unos meses antes al momento actual o, de incluso años.

Sash es patóloga y acaba de ser madre primeriza, pero a diferencia de otras madres, aún no ha visto a su retoño. El hecho de que la protagonista haya estudiado la rama de medicina nos brinda a los lectores un vocabulario rico en tecnicismos. No en exceso, pues de hecho, la novela tiene una lectura bastante ligera y rápida. La mayoría de los capítulos son cortos y precisos, partes de una mañana, de una tarde o de una noche de un mismo día, un aspecto que me ha llevado a agilizar la lectura bastante.

A medida que avanzaba la lectura, iba conociendo algo más a Sash. La protagonista nos va revelando todas las inseguridades que a atoran, así como todo lo que ha tenido que pasar para llegar al momento en el que se encuentra. Pero, sobre todo, nos revela su ansiedad y el sentido de la injusticia que siente, la impotencia de presenciar que todas las personas que la rodean no la creen cuando confiesa que el niño que se encuentra prematuro en la incubadora y que dicen ser su hijo, en realidad no lo es.

Ahí es cuando comienza una guerra donde Sasha tendrá el papel más importante de todos y donde las verdaderas lealtades se verán puestas a prueba. Según pasan las horas, ocurren ciertos acontecimientos que llevarán a nuestra protagonista de boca a la reclusión forzada dentro del propio hospital.

Creo que es a partir de este momento donde comienzan a aparecer muchos más personajes en escena, como Bec, la amiga de Sash desde su infancia; Ondine; Brigitte; Ursula, la mujer que asistió su parto y quien insiste en que todo está correcto. Sasha sabe, o mejor dicho, presiente que algo no va como debería. Porque por el niño al que su marido a nombrado como Toby no siente nada; porque la propia reputación del hospital provoca que no pueda de dejar de pensar en cosas que sucedieron hace años dentro de sus instalaciones.

Con cada visita de la doctora Niles, quien revisa el estado mental de Sasha, resurgen recuerdos que parecían estar escondido en el fondo de su subconsciente. E incluso, Sasha descubrirá los secretos que todas las personas a su alrededor se guardaban de ella, supongo que para protegerla de su pasado. Pero creo que el daño el mayor cuando todos saben un secreto que te concierne y tú eres la única persona que no lo sabe. Entiendo a la protagonista, porque a mí no me gustaría que se guardaran algo que, por derecho, me pertenece saber.

También la compadezco. Pienso que el instinto maternal es algo innato y que te tachen de enajenada por algo que sabes que es cierto, o crees al cien por cien que lo es, me parece injusto y desgarrador. La forma en la que tratan a Sash; la forma en la que la protagonista intenta defenderse y lucha por lo que cree contra viento y marea no tiene precio.
También pienso que a la novela le sobran varias páginas, aunque si lo pienso de otra manera, están bien para mantener la tensión en general. Solo he leído otra novela de thriller, pero ésta en cuestión me ha sacado un poco de mis casillas en el sentido de que no lo aguantaba más y me hice spoiler a mí misma ojeando las últimas páginas. de hecho, preferiría no haberlo hecho, aunque no se pueden deshacer los pasos que se dan. Segurísimo que hubiera disfrutado más del final, pero da lo mismo.

Pensaba que, después de tantos días leyendo esta novela, el final me defraudaría y me dejaría más fría. La verdad es que en un principio engancha; ya cuando comienzas a llegar al ecuador el ritmo de lectura se ralentiza casi dolorosamente. He llegado a plantearme dejar a medias la lectura, pero me alegro no haberlo hecho, porque, como decía al principio de la reseña, he descubierto un lado en mí que no sabía que llegaría a desarrollar tan pronto. Un final que me ha dejado con el corazón palpitando con fuerza y un sorprendente sensación de calor maternal.

No soy madre. Tengo veintiún años, y espero no serlo hasta dentro de unos cuantos años. Quizá, esto que siento tiene que ver algo con la compasión y con ese estado intermedio del que nos cita la autora al principio de la novela. Sea lo que sea, me ha dejado un claro mensaje, entre otros, por supuesto: a veces, tienes que renunciar a imposibles para poder ofrecer un futuro mejor. Y que el amor puede surgir de la manera más inesperada, en el momento clave.

Por último, quiero comentar que no me parece una novela tan adictiva como vaticina la editorial, pero sí que te enseña una ley de vida. Desde luego, cuando lo terminas, no dejas de reflexionar. Y hay mucho por lo que reflexionar, os lo aseguro: los duelos internos, las lealtades, el amor de familia, el sufrimiento…

Esta novela debería estar dedicada a las madres luchadoras que no tienen miedo a ser oídas ni a imponer sus conjeturas a la sociedad sagaz que les ha tocado vivir.
Enlace: http://laobsesiondenaya.blog..
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