Presagios

Las primeras páginas del libro relatan una tranquila escena de un bebé durmiendo en su cochecito. Pero esto no es más que una apariencia porque el bebé está en el jardín fuera del alcance visual de los padres que están dentro de su casa mientras el pequeño duerme, y no hay que olvidar que esto es una novela negra (aunque no en el sentido más purista del término) y el lector sabe que algo va a ocurrir. Y ocurre, pero aquí viene la sorpresa: al bebé no le pasa nada pero el susto que se llevan los padres ya no hay quien se lo quite.

Y es que tenemos un protagonista que no es ni un psicópata ni un asesino en serie; ni tan siquiera un criminal de segunda división. Lo que tenemos es a un inmaduro y antisocial adolescente que vive con una madre alcohólica a la que odia profundamente y que tan solo muestra conmiseración por su abuelo.

Conforme avanza el libro se perfila la patológica personalidad del protagonista y vamos asistiendo a la realización de sus bromas macabras que nunca acaban en lo peor pero que en las víctimas dejan un poso de inseguridad y angustia difícil de olvidar, y vemos cómo se está tambaleando la plácida convivencia de una sociedad en la que parece que la regla es que "aquí nunca pasa nada".

La narración nos va relatando las acciones del protagonista alternándolas con sus pensamientos, los cuales, sin abrumar al lector, resultan más que suficientes para comprender su personalidad anormal por mucho que también sea una víctima de sus propias circunstancias.

A diferencia del lector que está en una situación, digamos, privilegiada por conocer la identidad del "bromista" desde el principio, la policía nada en un mar de incertidumbre tratando de identificar al autor porque no existe nada más difícil de investigar que lo absurdo y puede que esa sea la razón de que la investigación policial tenga tan poco peso en la historia y resulte tan difícil conocer a este inspector Sejer, so pena de haberse leído más libros de esta serie. En algunos momentos (quizá por esa falta de profundización) me ha resultado incluso tonto, no tanto en su faceta personal como en la profesional al dejar pasar de forma inconcebible al menos dos pistas relevantes para dar con el autor de las bromas.

Además de lectora soy madre y como tal lo que más me ha llamado la atención de esta historia es el retrato que a través de algunos personajes hace la autora de la sociedad noruega. Ignoro por completo si esa excesiva complacencia es real o pura invención, pero en todo momento he tenido la sensación de que estos nórdicos son un poco raros. Me resulta impensable dejar a un bebé durmiendo fuera de mi vista o mandar a mi hijo de ocho años de excursión por el bosque solo y con una navaja. En este sentido el libro me ha exasperado porque las veía venir de lejos y tenía la sensación de que o bien estos noruegos son imbéciles (me refiero a los personajes del libro) o que la autora no tiene ni idea de lo que significa ser padre, con lo que he tenido algunos problemas de credibilidad en el retrato de algunos personajes del libro. El caso es que por un motivo u otro lo que este libro no deja es indiferente, de eso no me cabe la menor duda.

"Presagios" es una novela negra diferente, más centrada en la parte psicológica e incluso costumbrista de la sociedad que en la investigación policial; inquietante y angustiosa para el lector que en todo momento sigue las acciones y pensamientos del protagonista y sufre más por lo que teme que pueda pasar que por lo que realmente pasa, porque sabe que esas gamberradas en algún momento tendrán que estallar.

Breve, concisa y al grano, la novela se lee en un suspiro. Algún que otro fallo evidente y no justificado en la investigación policial así como un final demasiado abierto y confuso le restan algún que otro punto en la valoración final, pero hasta llegar ahí ya has descubierto que merece la pena leer a Karin Fossum.