Celia cuenta su vida durante un curso en el internado religioso en el que sus padres la han metido para que aprenda a comportarse. Allí las travesuras continúan, como en casa, ya que son fruto de su imaginación y rebeldía; a la lógica infantil de Celia las ideas de las monjas le crean conflictos con la realidad, el mundo adulto le resulta ridículo. En el libro se crítican las falsedades y normas absurdas que se imponían en la vida cotidiana en nombre de la religión, el tradicional modelo de la mujer, el trato diferenciado por la clase social o la falta de consideración por ser niño. Se critica la educación que se daba a las niñas donde la costura era más importante que las Ciencias o la Historia; con castigos físicos y psiquicos (estar de rodillas, brazos en cruz, cuarto de las ratas). A Celia la salvan los libros y la imaginación. Su padre le regala un cuaderno y ella empieza a escribir lo que le ocurre para que no se le olvide, para poder recordar a través de la lectura. Merece la pena regresar a Elena Fortún, a Celia, y a los momentos mágicos de la infancia donde todo es posible. + Leer más |