El Zorro

El atentado del 11 S cambió el mundo.
Cuando un gobierno estadounidense recibe un golpe tan fuerte, toma dos medidas: exigir y llevar a cabo la venganza y gastar mucho dinero.

Así que tras el 11 S el gasto se disparó y con él la información. al mismo tiempo, el mundo se informatizó hasta grados extremos, por lo que el archivo y la protección de esos sistemas de archivos son la prioridad máxima de cualquier gobierno.
Antes, un espía podía robar la información que pudiera llevar encima. Pero hoy día en un simple lápiz de memoria caben un millón y medio de documentos, que es lo que se calcula que Edward Snowden llevaba encima cuando voló a Moscú. de ahí el daño que puede provocar un pirata informático con acceso a toda la información o capaz de acceder a ella.
Es el caso de El Zorro, el apodo con el que aún antes de conocer su identidad le pusieron los equipos de rastreo al hacker que penetró en sus archivos por lo escurridizo que era.

Este es el arranque de El Zorro, que en el fondo es una novela de espías. Porque pese a la sofisticación del espionaje actual en la que los sistemas informáticos y de control de la información juegan un papel tan importante, se ha de recurrir a antiguos métodos para impedir el poder ser controlados. Nada de móviles, nada de tecnología punta. Solo queda el hombre y su inteligencia.


El zorro es una de esas novelas de espías escritas con muy pocos diálogos, en un estilo muy directo y conciso para describirnos los hechos y las situaciones que van a vivir los protagonistas de esta historia y en el que se nos cuenta una historia en la que no tengo muy claro cuánto de ella es real y cuánto es ficción. Esa es probablemente su gran virtud, porque parte de hechos y personajes reales, mezclados con otros de ficción, narrado con tanto realismo que como lector me ha despertado dudas de cuánto de real hay en esta novela.
No importa, porque si no es real buena parte de la historia (hay hechos que claramente son inventados), me he quedado con la impresión de que muy bien pudieran serlo ahora o en un futuro no muy lejano.
Volvemos con esta novela a una guerra fría con Rusia que ya hace tiempo que dejó de ser tan fría (el intento de asesinato en suelo inglés por parte de espías rusos a un antiguo espía no son precisamente ficción).
Cierto también que el autor se decanta de un lado por una narración muy maniquea en la que los occidentales (Estados Unidos, Inglaterra e incluso Israel) son los buenos buenísimos y Rusia, irán y Corea del Norte los malos malísimos de la historia. ¿Exageración del autor?

En cualquier caso, una novela muy entretenida, porque ciertos o falsos los hechos que narran, tienen una gran verosimilitud y, el peligro del uso de la informática, la llamada ciberguerra, es una realidad de la que probablemente pocas cosas nos cuenten nuestros gobiernos.
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