Perdimos nuestro camino

Antes de pasar a la reseña debo agradecer a Babelio y a la editorial por el ejemplar que recibí gracias al programa de Masa crítica.

Gayle Forman se está convirtiendo en una de mis autoras favoritas sin dudar. Esta es la tercer novela suya que leo y me encanta cómo mezcla dramas con personajes geniales y queribles que te enganchan con sus historias y problemas.
Perdimos nuestro camino tiene tres protagonistas que se cruzan accidentalmente en un parque y enlazan sus vidas durante un día turbulento que los unirá y ayudará de maneras insospechadas.

Tenemos a Freya, una joven artista en ascenso. Freya nació cantando, según su padre, y en los últimos años ha estado alimentando su carrera musical hasta convertirse en una sensación mediática. Pero hace tres semanas que perdió su voz y eso es terrible ya que estaba en medio de la grabación de su disco. Los médicos no saben cuál es la causa y tanto su madre como su representante la presionan para que se cure lo más pronto posible. Y nada le gustaría más a Freya, quien teme ser olvidada y que sus fans dejen de quererla. Pero no todos los problemas de esta chica pasan por su carrera truncada, también tiene un par de dramas familiares que se vinculan a su padre y su hermana mayor.

Después tenemos a Harun. Harun viene de una familia paquistaní y es gay. Pero todavía no se anima a salir del closet porque teme las consecuencias y durante gran parte de la novela repite lo cobarde que es. No seas tan duro contigo mismo, Harun! Harun no solo se disputa sobre su sexualidad oculta sino que también se peleó con su novio y está a punto de hacer un viaje que le arruinaría la vida, básicamente.

Y por último tenemos a Nathaniel que llega a New York con razones desconocidas y lo recibe Freya cayéndosele encima, literalmente. Así es como se conocen estos tres. A partir de este incidente los chicos permanecen juntos en principio para asegurarse que Nathaniel se encuentra bien. Pero después empiezan a conocerse y a desnudar, sin querer, sus problemas. Lo que los vincula y los empuja a ayudarse los unos a los otros para superar sus dramas. Pero no todo será un lecho de rosas para estos jóvenes, sin embargo esta amistad singular producto de un accidente les vino como caída del cielo para comenzar a enfrentar sus miedos, sus pérdidas y con suerte para seguir adelante.

Me emocioné junto a ellos y me pasé los dos últimos capítulos con el corazón en las manos temiendo lo peor. Y, si bien ese final te deja con hambre, me hizo feliz y quiero creer que tanto Freya como Harun y Nathaniel andan disfrutando sus felices por siempre en algún lugar de New York.