Macabea30 July 2020
Vi en la televisión que los comercios buenos estaban vendiendo como locos ropas caras para que las madames vistan en el reveillon. Vi también que las casas de artículos finos para comer y beber habían vendido todas las existencias. Pereba, voy a tener que esperar que amanezca y levantar aguardiente, gallina muerta y farofa de los macumberos. Pereba entró en el baño y dijo, qué hedor. Vete a mear a otra parte, estoy sin agua. Pereba salió y fue a mear a la escalera. ¿Dónde afanaste la TV?, preguntó Pereba. No afané ni madres. La compré. Tiene el recibo encima. ¡Ah, Pereba!, ¿piensas que soy tan bruto como para tener algo robado en mi cuchitril? Estoy muriéndome de hambre, dijo Pereba. Por la mañana llenaremos la barriga con los desechos de los babalaos, dije, sólo por joder. No cuentes conmigo, dijo Pereba. ¿Te acuerdas de Crispín? Dio un pellizco en una macumba aquí, en la Borges Madeiros, le quedó la pierna negra, se la cortaron en el Miguel Couto y ahí está, jodidísimo, caminando con muletas. Pereba siempre ha sido supersticioso. Yo no. Hice la secundaria, se leer, escribir y hacer raíz cuadrada. Me cago en la macumba que me da la gana. Encendimos unos porros y nos quedamos viendo la telenovela. Mierda. Cambiamos de canal, a un bang-bang. Otra mierda. Las madames están todas con ropa nueva, van a entrar al año nuevo bailando con los brazos en alto, ¿ya viste cómo bailan las blancuchas? Levantan los brazos en alto, creo que para enseñar el sobaco, lo que quieren enseñar realmente es el coño pero no tienen cojones y enseñan el sobaco. Todas le ponen los cuernos a los maridos. ¿Sabías que su vida está en dar el coño por ahí? Lástima que no nos lo dan a nosotros, dijo Pereba. Hablaba despacio, tranquilo, cansado, enfermo. Pereba, no tienes dientes, eres bizco, negro y pobre, ¿crees que las mujeres te lo van a dar? Ah, Pereba, lo mejor para ti es hacerte una puñeta. Cierra los ojos y dale. + Lire la suite |
#LaÚltimaManoDeSeisdedos
Hermenegildo, un gitano alcohólico, otrora asesino a sueldo de talla internacional, vive al borde de la indigencia en Madrid, bebiendo para calmar el dolor que le producen sus úlceras estomacales y compartiendo su cotidiano con los fantasmas de algunas de sus víctimas: una puta búlgara, un joven pijo español, un asesino de ETA y dos colombianos.
Aunque ya está retirado, su precaria situación económica lo lleva a aceptar el encargo de un esmeraldero colombiano, Jason Moscote, para que ajusticie a Dominga, una mujer guajira. Su ética profesional lo obliga a dejar de beber hasta terminar el trabajo por eso quiere hacerlo en la mayor brevedad posible.
La primera novela de Felipe Londoño es, además de una apasionante historia en clave de thriller, una reflexión sobre las adicciones, la soledad y la inmigración en tiempos en donde parecemos estar cada vez más aislados como seres humanos. Londoño apela a la tradición para construir un poderoso relato criminal y por sus páginas vemos desfilar los fantasmas de autores que, seguro, hacen parte de su educación como lector: Jim Thompson, Rubem Fonseca y James Ellroy con sus reflexiones morales en medio de la acción trepidante son, sin duda, faros que alumbran la narración.
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