La caída de los gigantes

Aquel era el peor día de su vida. Su país iba a participar en una guerra innecesaria, su hermano y el hombre que amaba iban a arriesgar sus vidas, y ella iba a separarse de su prometido, tal vez para siempre.

Nadie quiere una guerra pero a veces es mejor que la alternativa.

- Las posiciones alemanas no habían sido destruidas, como descubrimos cuando empezaron a ametrallarnos. [···] ¿Comprobaron nuestros oficiales, por medio de un reconocimietno aéreo y enviando patrullas, el daño real que había ocasionado la artillería en las lineas alemanas? Y si no lo hicieron, ¿por qué? [···] ¡Tan solo estoy haciendo una pregunta muy sencilla!. ¿Son nuestros oficiales imbéciles... o embusteros?

[ Era la obscuridad lo que lo ponía más nervioso. Había podido soportar la espera si hubiera podido ver, pero sumido en aquellas tinieblas, era como si estuviese perdiendo el juicio...
Antes le preocupaba echarse a llorar como un niño, pero ahora le estaba costando horrores reprimir los gritos.]

Estamos luchando porque somos demasiado orgullosos para admitir que cometimos un error.

En la lucha por igual de derechos para las mujeres algunas veces también había que luchar contra las propias mujeres, no solo contra los hombres.

¡Yo no digo que Alemania sea inocente! - protestó Maud - Digo que ningún país lo es. Digo que no estamos luchando por la estabilidad de Europa, o por la justicia para los belgas, o para castigar el militarismo alemán. ¡ Estamos luchando porque somos demasiado orgullosos para admitir que cometimos un error!

El mundo cambia tan deprisa que es difícil seguirle el paso

El problema de tener un imperio es que la chusma de todo el mundo cree que forma parte de él

Dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios; donde tú mueras… —Se detuvo, incapaz de hablar por el nudo que le cerraba la garganta; después, tras un momento, tragó saliva y continuó—: Donde tú mueras, moriré yo, y allí seré enterrada