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Crítica de AGamarra


AGamarra
07 January 2019
Es una novela que me encantó aunque algunas cosas hacen que no sea de mi total agrado. No sabía que la obra en realidad era una novela histórica, pues los acontecimientos narrados a lo largo de la obra tienen bastantes referencias reales.
Luego de leer a "Madame Bovary" quería conocer a otro Flaubert, porque la verdad a pesar de la antipatía por la simplona historia de Emma y su pandilla no quería creer que ahí moría el intelecto de este escritor por la gran admiración que siempre ha concitado. Y luego de escribir "Madame Bovary" parece que a Flaubert se le dio por buscar o escribir una historia ya no deprimente ni mundana sino una grandilocuente y esplendorosa. Es en realidad luego de leerla una obra casi romántica pues dista mucho del valor moral de los actos, los pensamientos, la mecánica psicológica de los personajes sino más bien opta no sólo por el recuerdo del pasado típico del Romanticismo sino también por su elocuencia, su exaltación de las sensaciones, las descripciones detalladas y esplendorosas, de las pasiones consumiendo al ser humano.
La novela narra de forma muy romántica un episodio real histórico: "La Guerra de los mercenarios" que se realizó en Cartago entre esta ciudad y los mercenarios que al servicio siempre de Cartago y constituyendo su principal núcleo del ejército se subleva contra los fenicios, punis o cartagineses y tratan de apoderarse de la gran ciudad. La hija del célebre Amílcar Barca, Salammbô es la que debería ser el personaje principal que para mí no lo es y si lo fuera resulta débil para el papel en la obra. Las huestes rebeldes están dirigidas por Mâtho, el libio, Spendius, el griego y otros más. En el lado de Cártago resaltan Hannon y luego Amílcar Barca, gran y terrible líder de los fenicios.
En realidad me encantó bastante porque lejos de ser un triángulo amoroso o una relación amorosa de dos, "Salammbô" es mucho más que eso, es la descripción exacta y ensordecedora del Cartago antiguo, con sus elefantes acorazados triturando hombres, sus dioses terribles que ansían sacrificios humanos, de joyas ricas y de un brillo enceguecedor que sólo en África pueden encontrarse, de la crueldad y sadismo de los bárbaros, de la belleza embriagadora de las fenicias, del respeto y temor a lo mágico, del color fulgurante del ámbar o del aroma dulce de algunas pociones. Flaubert logra una descripción muy erudita pero que no suena aburrida ni difícil de descifrar, tal vez los primeros capítulos pueden marear un poco pero tan pronto como te adentras en la lectura ya te puedes familiarizar con los términos y tener esa sensación (que pocas obras en mí pueden lograr) de vivir dentro de la historia y pasar todos los acontecimientos como un pasaje de tu vida; todo esto sería imposible de crear si Flaubert no se hubiera dedicado de lleno a leer como luego leí cientos de libros de historia de Cártago para poder hacerla tan real.
Sí por supuesto hay cosas que me han desagradado: la primera y más grave la ausencia de una real importancia de la personalidad de Salammbô en la novela (si leen la historia real estarán menos decepcionados), es bella y sensual como describe la obra pero hay algo que hace que no logre cumplir con el objetivo del personaje, de no tener tanta fuerza ni relevancia, y mucho menos pensar que el título se deba a ella misma, la relación amorosa que se crea en la historia tampoco tiene a mi parecer suficiente peso, demasiado escueta y aunque se puede entender algunas inclinaciones "fantásticas" o "románticas" de amor oscuro o mágico, más allá de dos personas que puedan quererse de verdad, sino como dos entes atraídos por la fatalidad, queda este término demasiado grande para la historia de amor que se habla en la novela. Y siendo estos aspectos, en cualquier otra obra para mí muy importantes en una historia tal, me sorprende que no sean lo suficiente malos como para no olvidarlos cuando recuerdo a Amílcar dirigiendo sus huestes, a los bárbaros campeones un día y al otro, hombres llevados por la desesperación más terrible y acobardados, los caballos con las orejas cercenadas y con marfiles para asemejarlos a rinocerontes, las torturas a los esclavos y todo el sentimiento místico de los pobladores de Cartago.
Y es que justamente estos desajustes a mi modo de ver, el hecho de casi no simpatizar con ningún personaje ni Salammbô, ni Mâtho, ni incluso Amílcar y aún así gustar de la novela por su descripción histórica y bélica que tantas cosas me ha aportado habla de mi valoración positiva de la obra.
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