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Crítica de AGamarra


AGamarra
28 October 2020
"-Como usted quiera - dijo Frédéric, sintiendo que algo irreparable acababa de suceder y que había perdido a su gran amor. Y la otra estaba allí, cerca de él, el amor fácil y alegre. Pero, cansado, lleno de deseos contradictorios y ni sabiendo lo que quería, experimentó una tristeza desmesurada, ganas de morir."La historia principal mala, el personaje principal malo, la relación amorosa mala, pero creo que le hago justicia con 4 estrellas. "La educación sentimental" es una historia más bien de "desaprendizaje", aunque tal vez no todos lo vean así.Frédéric es un joven provinciano dotado de una cierta fortuna y con conexiones sociales en la gran capital, París, que trata de hacerse un "futuro", pero para su buena o mala suerte se cruza con la Sra. Arnoux, esposa de un comerciante adinerado pero vulgar y simplón, de la cual quedará prendado casi a primera vista. Frédéric es un personaje vacío, muy vacío, por lo menos Julien Sorel de "Rojo y Negro" tenía una convicción segura y actuaba según ello. Frédéric Moreau actúa a lo largo de la novela más por impulsos que por ideales, me decepcionó bastante la verdad pues ni en los momentos de necesidad histórica parece ser más grande que sus pequeñas ambiciones. Una vida dirigida por una mujer en gran parte me parece así mismo patético.Lo que realmente me gustó fueron como en "Salammbó" las descripciones tan exactas (aunque es cierto que a veces se excede un poco) de los distintos ambientes, de los sentimientos, más de las cosas pequeñas y sobre todo la amplia caracterización de distintos "tipos" del París de 1840s. Realmente me fascinaba la idea de vivir en esa época, aunque a veces e decía "no me gustaría vivir lo que esos personajes". Recordaba el París que conozco cuando Flaubert hablaba de sus avenidas, de sus teatros, del castillo de Fontainebleau, y descubrí las distracciones de aquella época con Flaubert, de cómo se vivía en el siglo XIX.Y es que además la obra habla en gran medida de los preludios de la revolución de 1848 en Francia, lo que se llamó "La primavera de la democracia" en todo Europa, la restauración por lo menos temporal de la República Francesa. Así tenemos en los amigos de Frédéric a los tipos frecuentes de la época: Rosanette, la mujer de mundo que no tiene dueño y que gasta su dinero en diversiones y fiestas, Sénécal, el comunista implacable que espera la revolución para al fin alcanzar la cúspide de la humanidad, Deslauriers, el joven abogado buscando fortuna y placeres (me sorprendió mucho este personaje), Péllerin, un pintor de la época buscando notoriedad, Hussonet, el periodista talentoso e implacable. Me gustó esa congregación de amigos jóvenes tratando de hacerse un espacio en la capital cosmopolita, el centro del mundo.Así este libro me ha enseñado mucho de la época, y por supuesto en las discusiones políticas se habla de Lamartine, Blanc, Proudhon, Napoleón, Béranger, Luis Felipe de Orleans, y muchos otros personajes de la mitad del siglo XIX. La revolución así misma es contada de manera apasionante pero también realista con todas sus miserias y su pequeñez. El retrato de la clase obrera, de los problemas constantes de Francia, de los ideales del pueblo, de la volubilidad de los cargos en medio de una revolución son fascinantes.Sin embargo, la descripción histórica no me pareció tan buena como en "Salammbó" y como mencioné realmente los personajes, sobre todos los principales sólo pasan a través de la novela, son mezquinos, débiles, egoístas, por momentos también me pareció que no sabía qué exactamente quería contar Flaubert, cuál era su mensaje, no encuentro un manejo de personajes con un real objetivo, a veces las acciones se pierden y ése es otro punto negativo que encontré a la historia.Por lo menos me gustó más que "Madame Bovary".
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