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Hacía tiempo que tenía ganas de leer a Scott Fitzgerald, desde que lo "vi" en Midnight in Paris (de Allen) y tras leer Por quién doblan las campanas de Hemingway, y con Hermosos y malditos... me ha pasado lo mismo que con la que acabo de nombrar de su amigo de tragos y tertulias. En Hermosos y malditos (al igual que en Por quién doblan las campanas) tampoco me encuentro con una trama (o más bien con un desarrollo) interesante, nada de lo que ocurre es fascinante ni llama la atención, pero (de nuevo, al igual que en Por quién doblan las campanas)... te llama a seguir leyendo y entretiene incluso con las nada entretenidas escenas entre sus protagonistas, y eso es, como ocurre con Hemingway, porque manejan la palabra escrita con una maestría desbordante. Lees (leo) a Fitzgerald, como a Hemingway, por lo increíblemente BIEN que escriben, no porque sus historias me parezcan especiales. Se parecen tanto ambos autores por pertenecer a una misma corriente literaria, en un mismo tiempo en que uno y otro competían (como amigos) tanto por su ingenio literario como por la atención de una mujer o por otra ronda de alcohol? Tal vez... De Hermosos y malditos también debo decir que, si hubiera anotado cada cita que me ha parecido GENIAL... habría transcrito el libro en su totalidad recopilado en unos cuantos millares de citas en Babelio. + Leer más |
Si los 20s de Fitzgerald supusieron que se sentara a la mesa de los dioses en todos los sentidos; fama, amor, lujo, Hollywood, reconocimiento..., los 30s fueron una bajada a los infiernos al puro estilo de Tántalo.
En la colección de relatos de F. Scott Fitzgerald, TODOS LOS JÓVENES TRISTES, editado en Malpaso, encontrarás las claves de la tristeza escondida en la trastienda de la aparente felicidad de aquellos locos años 20s.
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