El último regalo

No lo creía posible, pero Sebastian Fitzek lo ha conseguido, ha vuelto a hacerlo, de nuevo me ha atrapado con su nuevo libro, lleno de giros argumentales totalmente inesperados, con personajes descritos magistralmente, con una trama muy difícil de imaginar y, sobre todo, con un tema de fondo del que no conocía absolutamente nada y que me ha impactado mucho.
Tenemos un protagonista claro, Milan, un joven berlinés que padece el llamado analfabetismo funcional, pero que pese a ello, ha logrado desenvolverse, más o menos, durante toda su vida. Ha conseguido incluso ocultarlo en el trabajo, y a su novia, Andra. Por otra parte, está Andra, su novia, a la que conoció en un momento muy oscuro de su vida, pero pese a ello, lo apoya y ayuda en todo momento.
Ambos se ven involucrados en lo que parece ser un crimen casual, que intentan desentrañar. Son los personajes más elaborados de la obra, aunque no serían lo mismo sin todos los secundarios que los rodean: el dueño del restaurante en la que ambos trabajan, el padre de Milan, y otros, que no puedo nombrar para no hacer spoiler.
Aunque está narrado en tercera persona, a lo largo de toda la obra, mediante flashbacks, conversaciones entre los personajes y sus pensamientos, se va desentrañado lo ocurrido 14 años antes y que marcó profundamente a Milan; así como los caminos que le han llevado a conocer a los que le rodean. También conocemos algunas historias secundarias de esos personajes, pero que dan sentido a la trama del libro.
Es una narración ágil, con las descripciones adecuadas, alternadas con diálogos efectivos; que hace que sea rápida de leer y que cueste mucho dejarla.
Respecto al tema de trasfondo, el analfabetismo funcional, me ha impactado saber la cantidad de personas con este déficit que hay. Según las notas del propio autor, en Alemania hay más de 6,2 millones de personas afectadas. No es una enfermedad, sino más bien un déficit educativo. Son incapaces de relacionar la palabra escrita, por lo que tienen dificultades para pedir según la carta en un restaurante, rellenar un formulario, leer un manual de instrucciones, etc. Muchos de ellos han conseguido ocultarlo, mediante artimañas y trucos.
Fitzek ha usado las experiencias de uno de ellos para describir los problemas de Milan en ese sentido.