Cuentos infantiles políticamente correctos.

Los cuentos son un cuento, no cabe duda, son exigencias del tiempo social que los exige y a muchos de nosotros nos han contado.

Los cuentos tienen una dirección muy clara, van a los niños, a los más pequeños, a aquellos que carecen de las herramientas necesarias que da el conocimiento para poder cuestionarlos y aceptarlos o no.

Los cuentos, esos relatos concretos que suelen abarcar todos los conceptos, ideas y comportamientos, tienen que ir siendo asimilados por los pequeños para ir formándose poco a poco, dentro de las directivas sociales, políticas y económicas que corresponden a un momento concreto por el que se expresa el mundo, el país y los dictados de la vida, en definitiva.

Suelen ser relatos cortos, relatos que, sobre todo, quienes tenemos algunos años hemos recibido de las manos de nuestros mayores, quienes también de los suyos los recibieron.

Se trata de cuentos muy direccionales, extremadamente encuadrados para afianzar y reforzar ideas muy tradicionales. Son, pues, una correa de trasmisión secular que nos va instruyendo en lo que debemos desear, a qué debemos temer, a quién y cómo debemos amar y señalar todos aquellos aspectos que debemos acoger o menospreciar, subestimar o desvalorizar.

Algunos de estos relatos han sido vestidos con los trajes que habitualmente se usan para contar fábulas, son ropajes que nos brindan enseñanzas, y nos dan sencillos consejos de tipo moral con el fin de hacernos llegar la idea de que quien es bueno y obra bien, consigue cariño y reconocimiento, mientras que, por el contrario, quien obra mal, será rechazado y castigado.

La delimitación entre buenos y malos vendrá avalada por un consenso prácticamente general . Todos los niños querrán ser buenos y ninguno de ellos deseará ser malo.

En sociedades más abiertas, plurales y modernas, sociedades despojadas de la intransigencia y del pensamiento único y unidireccional, se amplía constantemente la oferta de cuentos de muy distinto signo y temática, abriéndose así, un mundo menos estrecho y prejuicioso y más limpio y luminoso.

En este precioso libro, muy bien presentado, con un formato diferente y atractivo, el autor consigue arrebatar a los cuentos tradicionales la parte oscura y tribal para reconvertirlos en algo cálido, no discriminatorio y pertenecientes a una época en que las aspiraciones son, claramente, dirigirnos a un mundo más justo y más libre , sin estereotipos creados artificialmente que limitan, cuando no cercenan nuestros derechos y aspiraciones.

Cuentos envolventes que pretender arropar a la sociedad, mostrándonos un mundo más armonios, más equilibrado , más justo, más emancipado y emancipador.

No podemos obviar en esta reseña, quienes fueron los creadores de los cuentos de los que hemos venido hablando, pero desde luego, para ellos, bajo mi punto de vista, no hay que formular ninguna crítica negativa, los hermanos Greene y Hans Christian Andersen retrataron su época y lo hicieron desde un punto de vista realista.
Un retrato fiel de las exigencias fundamentalmente de tipo moral, dictadas por la sociedad de su tiempo.

Hace poco me compré una casa , la busqué con paredes de ladrillos y desdeñé las nuevas, las actuales, que están hechas con paredes y material pladur.
Esto que estoy contando son reminiscencias de lo que se me contó en el cuento de los tres cerditos. Como se ve, los cuentos pueden crear ideas que perduran en el tiempo.
Creo desde entonces que el ladrillo es más sólido, que la paja, que la madera y desde luego que el pladur.

Disney sigue y persiste mostrándonos un mundo que va envejeciendo mal , que tiende a desaparecer engullido por promesas de igualdad , pero se trata de un gigante económico y universal de tal envergadura, que continúa siendo capaz de imponer todavía, a día de hoy, el rosa y el azul y el príncipe y la princesa.

Cabe, desde luego resaltar, como no, el fuerte carácter irónico de cada uno de los cuentos que podemos leer en este extraordinario libro, en el que se da un revolcón que irá modificando sustancialmente cada uno de los principios que el cuento tradicional pretende imponer.

Muy recomendable su lectura. Se encontrarán con cuentos tradicionales vueltos del revés cuya ironía les sacará una sonrisa cómplice.