¡Huye, Jane, huye!

En mi eterna lucha por ir reduciendo mi enorme lista de pendientes, decidí ponerme con este libro. Su sinopsis me llamaba muchísimo, Jane pasea tranquilamente por la calle cuando, de repente, olvida quien es. Su vestido está manchado de sangre y tiene miles de dólares en sus bolsillos. ¿Qué ha pasado? ¿Debe creerse todo lo que le cuentan? ¿Será su marido sobre protector quien dice ser?

Pese a que la trama tampoco es especialmente original, últimamente eso de las perdidas de memoria es un recurso bastante recurrente, reconozco que la novela está bastante bien. La acción es rápida y los capítulos son muy cortitos, así como la intriga está muy bien llevada. Como punto negativo, la letra es muy pequeña, de modo que se hace un poco pesado leer mucho rato seguido.

Logramos empatizar con Jane, sentir su angustia, su miedo a confiar en los demás, el estrés de no saber a quién creer, el horror de recordar un pasado doloroso, o peor aún, de no hacerlo. Los personajes están tan bien construidos que también llegamos a odiar a los malos. Paula, la cuidadora de Jane, una mujer tan fría y mecánica que parece desprovista de corazón. Su marido actuando siempre tan sospechosamente, tan perfecto.

Para mi gusto el final le aporta poca emoción a la novela, pero me ha encantado que podamos conocer en profundidad lo que desencadeno la amnesia de Jane. También resulta brillante lo bien que terminan encajando hasta los hechos secundarios que se nos van repitiendo a lo largo de la novela. Una obra imprescindible por la fortaleza de las mujeres que la protagonizan, con un mensaje muy fuerte.