—No..., no entiendo lo que dices, Nitya. —Lo entenderás más tarde, cuando la vida te muestre sus naipes más negros. Ahora, tranquilízate —dijo, acariciándole suavemente la mano. |
—No..., no entiendo lo que dices, Nitya. —Lo entenderás más tarde, cuando la vida te muestre sus naipes más negros. Ahora, tranquilízate —dijo, acariciándole suavemente la mano. |
En las crónicas de la secta se afirma que «la guerra del Nenúfar contra los extraños es eterna, y que en ella no cuentan los lazos humanos, y las ganancias y las pérdidas: cuenta China, su alfabeto y sus emblemas, sus dragones y sus dioses».
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Impuras, dice Li Bo, son las aguas del miedo, y no hay sensación más angustiosa que esa de estar hundiéndose perpetuamente en un mundo de ecos. Ellos todavía estaban cruzando el mar de la adolescencia, y ese vértigo no les abandonaba, pero tampoco les abandonaba la perversa tendencia al raciocinio que Durga les había inculcado
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Estos hechos ocurrieron en las costas del mar de China algunos años antes de que el miliciano Zendong ocupase el trono del Reino del Medio. Que los dioses te guarden muchos años, lector, y no pongan nunca en tus manos naipes de amargo reverso. Que la vida te depare mil lances y mil aciertos y que el destino te libre de hallarte algún día perdido en la avenida de los Espejos. |
Todos necesitan el amor; todos, alguna vez, vierten sus apetitos en el otro y todos han conocido el roce de su piel contra otra piel, ¿por qué iba a ser yo en eso diferente? Tú misma has probado muchas veces el placer sin tenerme a mí en cuenta ni siquiera como testigo secreto de tus licencias. Eso debería bastarme para no escuchar tus improperios; sin embargo, los escucho, y solo porque tus labios son más bellos todavía cuando se mueven que cuando están quietos. Me obligas a amarte en todas las mujeres que conozco; por eso, hermana mía, nunca te soy infiel. ¿Crees que esta vez lo he sido?
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Es extraño pasear solo por un camino, ¿verdad? El vernos solos por una ruta elaborada por miles y miles de pisadas, tiene algo de espantoso, ¿no le parece? Pues imagine, no ya un camino, sino una encrucijada donde convergieran más de cien, y todos ellos frecuentados, y todos ellos con algún paso temible, con alguna trampa, con algún declive más o menos negro. Sarao es eso: el casino donde convergen todos los caminos de Shangai, y por Shangai ya sabe usted que pasa el mundo.
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?