Palabras, con ellas se hace y se deshace a voluntad.
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Palabras, con ellas se hace y se deshace a voluntad.
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¿Es posible que incluso los momentos felices del placer no resistan nunca un examen riguroso?
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Lo que antes le parecía insoportable, ahora la alegra. Tal vez debería decirle que las cosas carentes de sentido son las más hermosas.
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No sabía dejarme arrastrar más allá de los límites. [...] En cambio ella tomaba posesión de las cosas, las quería de verdad, se apasionaba con ellas, jugaba al todo o nada, y no temía el desprecio, el escarnio, los escupitajos, las palizas.
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Era incapaz de entregarme a los sentimientos verdaderos. No sabía dejarme arrastrar más allá de los límites. No poseía la fuerza emotiva que había empujado a Lila a hacer lo imposible para disfrutar de se día y de esa noche. Me quedaba atrás, a la espera. En cambio ella tomaba posesión de las cosas, las quería de verdad, se apasionaba con ellas, jugaba al todo o nada, y no temía el desprecio, el escarnio, los escupitajos, las palizas.
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Tal como había ocurrido en otras ocasiones, jamás se me pasó por la cabeza que ella se hubiese visto en la necesidad de humillarme para poder soportar mejor su propia humillación.
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Nos habíamos criado pensando que un desconocido no debía rozarnos siquiera, pero que nuestro padre, nuestro novio y nuestro marido podían darnos bofetadas cuando quisieran, por amor, para educarnos, para reeducarnos
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Repitió la frase dos o tres veces, cada vez más alto, como para asimilar bien una orden que le venía de muy lejos, tal vez incluso de antes de nacer. La orden era: debes comportarte como un hombre, Ste’ o la doblegas ahora o no la doblegarás nunca; es necesario que tu esposa aprenda enseguida que ella es una mujer y tú un hombre, y que por eso debe ser obediente.
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¿De qué nacionalidad es Edgar Allan Poe?