El sí de las niñas

Leer una obra de teatro como El sí de las niñas,después de hacerlo por primera vez hace cuatro décadas, ha sido una gran elección. Y es que aunque recordaba la trama, la crítica tan brutal que hace don Leandro a la época, no la aprecié del todo en su momento.

Leandro Fernández de Moratin crítica con dureza la imposición de los padres hacia las mujeres de la época. El tener que decir sí a todo anulándolas, pensando solo en los beneficios que contraerán ante los matrimonios concertados, sin tener en cuenta su personalidad, anhelos, pensamientos… Aboga por la libertad de la mujer para elegir marido y muestra su oposición a los matrimonios desiguales.

Y todo ello, reflejado en una sátira que te mantiene sonriendo durante toda la lectura.

Una gran lectura de una de las piezas de teatro más importantes de la ilustración española.

Comedia que trata sobre doña Paquita, una joven de 16 años obligada por su madre doña Irene a casarse con don Diego, un sensible y rico caballero de 59 años. Sin embargo este ignora que doña Paquita está enamorada de un tal don Félix quién en realidad se llama don Carlos, y es sobrino de don Diego.

Con este triángulo amoroso como argumento se desarrolla la obra cuyo tema principal es la opresión de la muchacha forzada a obedecer a su madre y entrar en un matrimonio desigual y en este caso con una gran diferencia de edad entre los contrayentes

Obra que refrexiona sobre el temas de los matrimonios impuestos, concertados por conveniencia, y la sumisión de los jóvenes por educación, a las decisiones tomadas por sus mayores aún en contra de sus deseos. Así también destacó y para mi el más importante, el hecho de que la cordura puede más que la sin razón... un tema sin duda adelantado a la época (1825)

Menos mal que los tiempos han cambiado... O no? 🤔

Esta obra nos cuenta lo que siente una joven que ha sido sacada por su madre del convento donde estudia para ser casada con un hombre de 60 años.

No me esperaba que la lectura fuera así para nada. Me he encontrado una historia llena de enredos, muy entretenida, con grandes reflexiones y en la que no dejan de ocurrir cosas en cada acto.

Está dividida en tres actos con escenas muy breves en cada uno de ellos y, al ser muy activa, la obra se lee en un suspiro.

En cuanto a los personajes, el de Doña Francisca, la futura novia, es quizás con el que más he conectado, ya que se ve claramente la impotencia y el dolor que le genera el tener que casarse con alguien a quien no ama.
El personaje de su madre me ha sacado bastante de quicio, por lo habladora que es y lo egoístamente que se comporta por obligar a su hija a hacer algo que no desea hacer realmente y, sobre todo, por la manera en la que la chantajea.
El resto de personajes me han dejado bastante indiferente, aunque el del futuro marido me ha tenido algo más descolocada; no he sabido que pensar sobre él en todo el tiempo, tan pronto me caía bien, como me caía mal. Ha sido algo extraño.

Me ha parecido un tanto precipitado el final y la manera de resolverse el pastel, pero aun así me ha dejado un buen sabor de boca.

Me ha encantado totalmente la manera en la que está escrita la historia, las frases hechas de la época me han fascinado y creo que ver esta obra representada en un teatro tiene que ser una auténtica joya.

“Con los hombres y las mujeres sucede lo mismo que con los melones de Añover. Hay de todo; la dificultad está en saber escogerlos. El que se lleve chasco en la elección, quéjese de su mala suerte, pero no desacredite la mercancía…” ~ El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín.

Obra de teatro divertida, amena y de denuncia. ¿Se puede pedir más? Francisca, una joven criada en un convento, tiene su destino marcado: casarse con don Diego, un hombre “viejo” (60 años, ojo al percal). Lo que nadie sabe es que Francisca conoció a Félix y se enamoró de él pero Felix es realmente Carlos, sobrino de don Diego. En el medio, los criados de ambos con un papel relevante en la obra, y, como voy viendo en la lectura de los clásicos, en la línea de todas las obras de teatro de este estilo.

Me ha gustado y me ha parecido fantástico la forma de denunciar esa obligación moral que ata a padres e hijos e incluso, en este caso, al sobrino con su tío; esa obligación que uno tiene por acatar las normas y deseos de la familia por encima de todo.

Sorprendentemente disfruté este libro.

No creí que me gustaría por el argumento pero es un libro que esconde muchas verdades dolorosas, sobre todo en esa época, que de vez en cuando merecen ser recordadas.

Lo que me gusta de la obra, más allá de que sea un clásico, es precisamente el mensaje que deja.
Simplemente con el título ya sabes los dónde va a ir el libro, y, sinceramente, no decepciona.