Una lavadora en Saturno

David Fernández Sifres es escritor por afición, al igual que le gusta la lectura, el senderismo o viajar. Aun así, ha escrito ya unas cuantas novelas infantiles y juveniles, como por ejemplo, "El faro de la mujer ausente", que fue premio Alandar de Literatura Juvenil 2011, "Un intruso en mi cuaderno", con la que obtuvo el premio Ala Delta de Literatura Infantil 2012, o "Luces en el canal", que fue la ganadora del Premio El Barco de Vapor 2013. "Una lavadora en Saturno" es su nueva novela, editada por Edebé e ilustrada por Mercè Arànega.

"Una lavadora en Saturno" pertenece a la colección "Tucán Naranja", para niños de 8 años en adelante. El vocabulario está adaptado para que lo puedan leer solos, pero, al igual que le ocurre al protagonista, Felipe, quizá algunas palabras se les atasquen y requieran de la ayuda de un adulto o consultar un diccionario. Es un detalle que me ha gustado, para que puedan aprender nuevas palabras, se acostumbren a buscar el significado en el diccionario y también para que se den cuenta de que es normal no saber pronunciar o decir alguna palabra. Felipe se lo toma con humor y aprende de su hermana Carolina, igual que tienen que hacer los pequeños lectores cuando no sepan algo, no enfadarse y preguntar.

Me ha llamado la atención el epílogo que encontramos al finalizar la historia, así que, aunque es el final, me gustaría comenzar por ello. En el epílogo se cuenta un poco la historia de la escuela "Comentas de esperanza" y la historia de mil personas, adultos y niños, que para sobrevivir revolvían en la basura cual buzos en el mar. Una historia dura, que en este caso David Fernández Sifres ha transformado en un cuento para niños.

"Una lavadora en Saturno" es una crítica social a un mundo, dentro del nuestro, pero que parece otro completamente diferente. Es lo que les ocurre a Felipe y su hermana Carolina cuando piensan que en la vieja lavadora han viajado a Saturno. El olor, las montañas de basura espacial y los niños que allí conocen, tan iguales a ellos pero a la vez tan diferentes. Ese gran vertedero se transforma ante la mirada inocente de los niños en otro planeta, lleno de aventuras, al igual que les ocurre a los niños que allí viven, que al hablar con Felipe y Carolina y descubrir por lo que les cuentan el mundo en el que viven, piensan que sí que vienen de otro planeta. Lo que más llama la atención es la inocencia de los niños, por ambas partes, y el toque de humor infantil que se mantiene en toda la historia. Por momentos he pensado que lo mismo los niños se habían quedado dormidos dentro del cohete/lavadora y lo estaban soñando, pero la realidad es otra bien distinta. Un mismo mundo visto de manera diferente por cuatro niños, cada uno desde su realidad.

Gracias a "Una lavadora en Saturno" los niños se darán cuenta de lo afortunados que son por tener lo que tienen y que en ocasiones no valoran, o se enfadan si no les compran sus padres la última videoconsola que haya salido al mercado. Niños a los que quizá no les guste ir al colegio, o que no quieran comer el brócoli, cuando en verdad, hay niños que quieren ir al colegio y no pueden, y que comen lo que pueden, aunque esté caducado. Niños como Saúl y Sofía, que con menos que Felipe y Carolina, no se quejan y son más felices que ellos. Me ha gustado mucho el enfoque que el autor ha dado a la historia para que el lector se dé cuenta de ello.

"Una lavadora en Saturno" también es una bonita historia de amistad, en donde el lector verá que no se puede prejuzgar a las personas.

Por otro lado, "Una lavadora en Saturno" también es una pequeña enseñanza para los padres, así que recomiendo que también lo lean. En ocasiones, por trabajo, o por la llegada de otro hijo, los padres no prestan la suficiente atención al resto de hijos, no juegan con ellos, o no les hacen caso cuando les preguntan algo. Ante estas circunstancias, los niños lo pasan mal y sufren, como veremos en Carolina. Aunque en ocasiones sea difícil, los padres tienen que hacer un pequeño stop y prestar atención a esos pequeños detalles que se dejan más de lado.

Las ilustraciones que ha realizado Mercè Arànega me han encantado. Son muy graciosas, caricaturescas y con unos colores muy vivos y alegres que llaman mucho la atención. Las encontramos en página completa y luego al final de algunos capítulos tenemos unas más pequeñas, pero todas representan algo de lo leído en ese momento. Me ha gustado mucho un detalle que hay en las que son a página completa, y es que están representadas como si fueran en el espacio exterior, con un fondo que simula el espacio y la propia imagen delimitada por unos márgenes que simulan un folio, junto con un dibujo del cohete o de Saturno en una de las esquinas. Son detalles que se agradecen, le dan un pequeño valor añadido a las ilustraciones y que llamará la atención de los niños.

En resumen, "Una lavadora en Saturno" es una historia con tintes reales pero orientada de una manera divertida para los niños.
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