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Las primeras líneas me cautivaron. La narración de la Rucia desde su ataúd recorriendo las aguas del río Mapocho me transportaron automáticamente a la "amortajada" de María Luisa Bombal, también chilena, y me las imaginaba con la misma voz incluso. Así que empecé la lectura muy animada, pero al ver venir ciertos pasajes y presenciar ciertas formas algo bruscas de explicar las cosas, me fui desinflando... Siempre digo que cuando veo la clara intención de alguien de provocar, me encierro en mí misma y no hay quien me toque... Y algo así me ha ocurrido en esta lectura. Siento que me habría emocionado mucho más sin ser tan directa, sin tensar tanto la cuerda, sin llevar a lo gráfico lo que nadie quiere ver. Y también sé que a mucha gente sí que le conmueve y le impacta ese tipo de escenas que a mí simplemente me repugnan y no me dejan ver más allá... Así que una vez más no se trata de que algo esté bien o esté mal, sino simplemente que conectas o no conectas... Dicho esto, la obra juega realmente con unas cuantas ideas que me resultan muy interesantes: la fuerza de la palabra para crear la Historia oficial y acallar a quienes interesa; la denuncia de muchas injusticias cometidas a lo largo de los siglos en Chile con un tono de cuento, de magia, como si te explicaran un truco..., y por último un simbolismo también muy inteligente a la hora de representar varios hechos y temas. No sé si leeré más libros de Nona Fernández. Es una narradora portentosa y me ha encantado su manera de representar las ideas, pero la trama... En este caso ha sido lo de menos. Literalmente. Y no negaré que también eso lo he echado en falta. Sobre todo el cierre de una de las cuatro patas de la novela. Una lástima, pero también va a gustos... + Leer más |