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ISBN : 8437507383
648 páginas
Editorial: Fondo De Cultura Economica (01/12/2015)

Calificación promedio : 4.42/5 (sobre 6 calificaciones)
Resumen:
Palinuro de México es una monumental parodia donde todo parece excesivo, una novela polifónica que se vale de la lengua, la cultura y la recreación de todos los mundos imaginables para ofrecer una narración que mantiene una relación ambivalente con la historia reciente de México. Aunque puede leerse como una novela política, reflejo del espíritu revolucionario juvenil que floreció en México en los años sesenta, también se trata de un artefacto artístico de una gran ... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Guille63
 08 March 2023
Palinuro de México ha sido una gozada, de esa clase excepcional de gozada solo provocada por libros tan especiales y míticos como Rayuela. Y es que Palinuro es una grandiosa cascadas de metáforas, ríos de erudición, océanos de ingenio por donde transitan corrientes de psicodelia y donde se bañan personajes inolvidables, tan inolvidables ya para mí como aquella pareja Horacio-Maga de Cortázar.

Durante su lectura, Fernando Palinuro del Paso se me antojaba un Perseguidor con la imposible y deseable pretensión de abolir tiempos y espacios o, en su defecto, agrandarlos hasta el infinito, que viene a ser lo mismo o parecido. El perseguidor incansable de esa palabra que lo contenga todo o, en su defecto, de pléyades de ellas que converjan en el concepto perseguido, que viene a ser lo mismo o diferente. Perseguidor de otros mundos, no por escapismo sino por su ensanchamiento, y, por eso, también inquisidor de prejuicios y tabúes, y, por eso, también, burlador de lo fijo, de lo dado, de lo establecido, y, al tiempo, verdugo de la unidad en la identidad del hombre y sicario de las verdades absolutas, y, por eso, también, abogado de borracheras y drogas, de sexo fornicador, de sexo masturbatorio, y hasta de sexo incestuoso, al que no le sobra ni le falta agujero alguno que desear, buscar, penetrar e inundar. Perseguidor del chiste y la parodia, de la piel de plátano y la corrosión de los cimientos, de la carcajada liberadora y de todas las sonrisas posibles, de la ocurrencia y la ordinariez, del ingenio y la patochada. Perseguidor de combinaciones de palabras nunca antes combinadas, de confusiones ordenadas y ordenaciones confusas, de metáforas nunca antes soñadas, de fantasías de ayer y de hoy, de imaginaciones al poder y donuts sin agujeros, de mundos patas arriba y peluches gigantes acariciándoles la panza más o menos situada a la altura y anchura de México.

Un libro con una clara ambición de inundar todos los universos habidos y por haber; de traspasar cualquier límite impuesto a la novela y al hombre, sin olvidar a la mujer; de meterse en todos los recovecos del alma y del cuerpo y llenarlos: el silencio está prohibido en Palinuro. Fernando del Paso nos riega de palabras, nos reboza y nos inunda de ellas, modificando significados, invirtiendo significantes, buscando movernos del sitio, alterarnos el mundo, mudarnos el pensamiento, siempre tan supeditado a la palabra.

Puede que técnicamente no sea una novela intachable, que académicamente tenga fallas, pero su frescura y su fuerza -todo da impresión de primera vez, de verdadera creación-, la desfachatez, la irreverencia, la poesía -no hay que olvidar la poesía del texto-, el anarquismo y subversión de estructuras, estilos y tramas es tan grande que la hace enorme.

Para ejemplo, una preciosidad de texto:

“Hacíamos el amor compulsivamente. Lo hacíamos deliberadamente. Lo hacíamos espontáneamente. Pero sobre todo, hacíamos el amor diariamente. O en otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles, hacíamos el amor invariablemente. Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente. Por últimos los domingos hacíamos el amor religiosamente. O bien hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera intención y en última instancia, por no dejar y por si acaso, como primera medida y como último recurso. Hicimos también el amor por ósmosis y por simbiosis: a eso le llamábamos hacer el amor científicamente. Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí: es decir, recíprocamente. Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo, con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente. Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me imaginaba que no iba a poder, y no podía, y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía, o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo. Decíamos, entonces, que habíamos hecho el amor aproximadamente. O bien Estefanía le daba por recordar las ardilla que el tío Esteban le trajo de Wisconsin y que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina, y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos, con sus sillas vienesas y sus macetas de rosasté esperando la eclosión de las cuatro de la tarde, y así era como hacíamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos. Muchas veces hicimos el amor contra natura, a favor de natura, ignorando a natura. O de noche con la luz encendida, mientras los zancudos ejecutaban una danza cenital alrededor del foco. O de día con los ojos cerrados. O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia. O viceversa. Contentos, felices, dolientes, amargados. Con remordimientos y sin sentido. Con sueño y con frío. Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida, y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos el amor inútilmente. Para envidia de nuestros amigos y enemigos, hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente. Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente. Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente. Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente. Y, sobre todo, hacíamos el amor físicamente. También lo hicimos de pie y cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando. Y sobre todo, y por simple razón de que yo lo quería así y ella también, hacíamos el amor voluntariamente."
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Citas y frases (1) Añadir cita
Guille63Guille6308 March 2023
“Un día la besé en francés. Ella se limitó a bostezar en sueco. Yo la odié un poco en inglés y le hice un además obsceno en italiano. Ella fue al baño y dio un portazo en ruso. Cuando salió, yo le guiñé un ojo en chino y ella me sacó la lengua en sánscrito. Acabamos haciendo el amor en esperanto.”
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