La fuente de los siete valles

Pablo Santos es un sacerdote español que ha pasado veinte años en Roma trabajando en el Archivo Secreto del Vaticano. Su misión: recuperar libros perdidos. Precisamente es su especialidad la que lo trae de nuevo a su Logroño natal ya que le encargan la recuperación de los libros del monasterio de San Millán de la Cogolla perdidos tras las diferentes desamortizaciones. Ya con sus primeras investigaciones, se entera de la existencia de un ejemplar muy especial que se guardaba en la botica del monasterio: un ejemplar alquímico que encerraba un gran secreto. Pablo se obsesiona con dicho libro y hará todo lo posible por encontrarlo.

La novela se sitúa en el año 1878, principalmente en la provincia de Logroño. Los años anteriores fueron muy convulsos para la historia de España pero con Alfonso XII ciñendo la corona, parece que se viven momentos más tranquilos. Uno de los personajes que más protagonismo tuvieron en los años anteriores es un logroñés de pro, el general Espartero, a la sazón retirado en su ciudad natal. Precisamente la novela comienza con un Espartero protagonista a su pesar ya que asiste, conmocionado, al sepelio de su querida esposa.

Con un contexto histórico y una mezcla de personajes reales y fictcios, Félix Modroño dibuja una novela de ficción histórica la mar de entretenida. El protagonista, Pablo Santos, es un personaje ficticio y uno de los grandes aciertos de la novela. Es un personaje muy bien caracterizado y con mucho encanto personal; a mí, al menos, me ha convencido completamente. No es sólo protagonista sino también narrador por lo que será él, en primera persona, quien nos contará sus peripecias en la búsqueda del códice perdido. Y no sólo eso pues la vuelta a su ciudad natal hará que se reencuentre con conocidos del pasado. Como su mejor amigo. O como Lucía Garay, su gran amor. Pablo era un seminarista pobre, que, como huérfano que era, eligió los hábitos más por labrarse un porvenir que por verdadera vocación. Lucía era una niña de familia bien por lo que su amor era imposible. al final Pablo puso hábitos y tierra de por medio. Pero al volver a Logroño encuentra una Lucía ya casada y no puede evitar recordar los tiempos pasados con ella.

Es una novela de no demasiados personajes. Pablo, sin duda, es quien lleva la voz cantante. Junto a él destaca Lucía. Pero también algunos personajes reales como Espartero o el marqués de Murrieta . La mezcla de personajes reales y ficticios está llevada con acierto.

El contexto histórico está muy bien dibujado. Se nota que Félix se ha documentado muchísimo para dibujar bien la época y el lugar en el que se desarrolla la historia. Asistí a la presentación del libro y el autor nos habló mucho de este tema. Nos dijo que antes de empezar a redactar un libro lee muchísimo para empaparse de los escenarios donde transcurre la historia. Eso se nota en el resultado final, lleno de pequeños detalles y anécdotas sobre cosas concretas (normalmente muy pequeñas, muy secundarias, que no influyen en el grueso de la historia pero que la adornan y la dotan de presencia y realidad)

La prosa de Félix es tal y como nos tiene acostumbrados: muy pulcra, precisa y elegante. Es un autor que escribe muy bien, que cuida todos los detalles, que no deja nada al azar y que sabe contar las cosas de una manera muy bonita. Leerle es un placer y es un gusto detenerse en sus páginas para degustarlas poco a poco. No es un libro para leer deprisa aunque tampoco se puede decir que el ritmo sea lento. Avanza poco a poco, como requiere el tono de la historia y de la narración. Aún así, parece que las páginas vuelan entre las manos porque la historia es muy interesante y el personaje es de esos que te llegan a importar, a los que sigues te lleven donde te lleven.

Para terminar, mencionar el evidente punto metaliterario que tiene la historia. Pablo Santos es un “buscador” de libros y eso es lo que hace a lo largo de toda la historia. Se centra en los libros perdidos del monasterio de San Millán, la mayoría de carácter religioso pero también buscará otro tipo de libros pues los monasterios acaparaban el saber de la época y en ellos se guardaban también libros no religiosos (muchos de ellos en estancias escondidas para que no cualquiera pudiera acceder a ellos).


Conclusión final

He disfrutado mucho leyendo “La fuente de los siete valles”. Una bonita novela de ficción histórica con un personaje que se hace querer. Y, hablando de personajes, menciona a una tal Izarbe, de una tal ciudad que tenía los ojos grises… (me ha encantado ese guiño a la que considero su mejor novela)
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