La señora March

Pues no me ha gustado.
Ni por asomo es similar a Patricia Highsmith... menuda tontería.
Esta novela, aunque está muy bien escrita, es cansina y previsible. Es cierto que no puedes dejar de leer y que la autora te insinúa machaconamente que la señora March está "tarada" y con las escenas que monta te va llevando a un final que no podía ser otro...vamos vamos... sorpresa ninguna y thriller menos.
En fin, que una vez más un producto demasiado inflado por el marketing que lleva.
Quizá es mejor leerla sin ninguna expectativa y sin hacer caso a las alabanzas de tantos lamepanderos editoriales.
Creo que no es una gran novela de suspense pero sí es buena para mostrar el tema de fondo sobre la mujer. Habría sido buena novela englobada en narrativa y no en lo que la quieren vender.

Reconozco que soy un poco reticente a leer las últimas novedades editoriales que no paran de cosechar buenas críticas en internet y redes sociales. Pero en algunos casos, la propia trama de la obra me llama lo suficientemente la atención como para animarme a leer la susodicha. No quiere decir que sea muy exquisita o profunda a la hora de elegir mis lecturas, ni mucho menos. En ese sentido me considero bastante vulgar y poco quisquillosa, y reconozco que bookstagram me condiciona bastante. Lo único que quiero decir es que no me suelo fiar mucho de un libro que no para de cosechar alabanzas y buenas criticas, que tiene detrás una campaña de marketing tan potente como en este caso, y que se tira semanas en la lista de los más vendidos. Tanto éxito me parece un arma de doble filo, en el sentido de que percibo que sea más fácil que la obra en cuestión me termine por decepcionar. Con el libro que nos ocupa, “La Señora March”, me ha pasado un poco eso. Ha sido una lectura que, a grandes rasgos, me ha gustado, me ha entretenido y me ha parecido muy interesante por lo que contiene y como lo lleva su autora. Pero tampoco me ha parecido una obra tan increíble y magistral como he leído en algunas críticas. Lo cual no quita que tenga bastantes meritos como debut de una autora novel, y que no me haya enganchado.

La señora March lleva una vida aparentemente idílica en el Upper East Side neoyorquino como la esposa del escritor George March, cuyo último trabajo está siendo todo un éxito de ventas y criticas. Todo este universo aparentemente ordenado se vendrá abajo cuando un comentario trivial por parte de una dependienta ponga a la señora March en guardia. La idea de que George se haya podido inspirar en ella para trazar a la repugnante protagonista de su novela es más de lo que puede soportar, y marcara el inicio de una odisea mental que llevara a la señora March al limite. le demostrara que todo lo que ella daba por hecho es más endeble de lo que podía pensar, haciéndola sospechar de su marido en relación al último crimen que, momentáneamente, copa las portadas de los periódicos y las cabeceras de los telediarios.

Lo primero que tengo que decir es que si hay algo que me ha sorprendido es lo lento que transcurre todo, la forma en que Virginia Feito va dándole al lector píldoras de información muy poco a poco. Cuando llevas unas doscientas páginas leídas, te das cuenta de que no ha pasado nada en la obra. Y cuando digo nada quiero decir que realmente ha pasado muy poco. Poquísimo.

Y aún así la lectura engancha. Muchísimo. La prosa de la autora es muy ligera, pero aún así está llena de recovecos y de pequeños detalles que poco a poco se demuestran que son fundamentales para la sinopsis de la misma.Los capítulos no son especialmente largos, lo que le da mucha agilidad a la lectura. Feito logra crear una atmósfera que envuelve totalmente al lector, y que página a página va haciéndose más tupida y densa, a juego con el desmoronamiento de la vida y cordura de la protagonista. El alucinamiento que supone su viaje a lo largo de toda la obra es una bestia negra que va devorándolo todo a su paso y que engulle al personaje y con él al lector.

Aunque vendan esta obra como un Thriller, sinceramente no lo he visto así en ningún momento. Todo el misterio que se pretende vender no es más que una excusa para hablar de diferentes temas, que pueden parecer secundarios, Pero que a medida que avanza la novela van demostrando ser que sean realmente lo que importa dentro de la misma.Todo lo demás es una mera excusa para presentarnos la agria y aguda crítica a la forma de vida de las clases altas de Nueva York , y hacia la hipocresía y plasticidad imperante en la sociedad actual, en la que prima más tener una existencia aparentemente idílica y exitosa, en la que se siga lo que estas socialmente establecido como bueno (tener un buen piso, formar una familia, cuidar la imagen…) que cuidar el bienestar mental y emocional. Esto conlleva existencias huecas, carentes de sentido y mentalmente exigentes, como podemos ver en el caso de nuestra protagonista.

Si la novela se llama “La Señora March “es por algo. Podría parecer un comentario baladí y sinsentido, pero las cosas son así. Porque esta historia es la de una crónica de una muerte anunciada Y de la busqueda alucinada y desesperada de un ama de casa anodina por buscarle sentido a todo lo que le está pasando y demostrar que su día a día tiene alguna importancia. Me pregunto qué hubiera pasado si la novela hubiera estado protagonizada por un personaje masculino. Y creo que las cosas se verían desde un prisma diferente. Las dudas de este caballero serían consideradas como algo más que las hipótesis surgidas por el aburrimiento de una esposa y madre de lo más anodina. Y su búsqueda por descubrir las pistas para dar con el paradero de un asesino serían leídas desde una perspectiva más heroica y consistente, no como meros delirios. Estos son solo mis propias conclusiones, claro. Me gustaría decir que quizás esto no fuera posible y que un protagonista masculino hubiera sido tratado en igualdad de condiciones que una protagonista femenina. Pero, siendo honestos, no me lo acabo de creer. Y creo que solo por eso merece la pena darle una oportunidad a este libro.

De la mano de esta protagonista, el lector se sumergirá en un relato que trata sobre el mundo femenino y sobre los miedos que en el imperan en él, la forma en que una mujer sufre por todo lo que se autoexige y por su necesidad de mantener en todo momento el control sobre una vida aparentemente perfecta de cara a la galería. Aunque por dentro haya puertas cerradas que esconden suciedad, telarañas y secretos oscuros que tratan de camuflarse en un barniz de placidez, éxito y elegancia que no engaña a nadie. Ni siquiera a su propio hacedora que poco a poco irá viendo como sus traumas que sus miedos y todo lo que ella apreciaba. En definitiva, una epopeya moderna y contemporánea sobre el vacío existencial de algunas vidas, y sobre lo que se esconde en los sótanos internos de cada uno.

Dentro de la propia novela hay una frase que describe perfectamente a su protagonista: "no lo bastante inteligente para ser mala, no lo bastante chic para disimular sus numerosos defectos físicos , pero deliciosamente aborrecible de cientos de maneras repugnantes". Ese es el drama de una mujer reprimida e instable, que no ha recibido mucho amor y cuidados en su infancia, y que busca desesperadamente confianza en sí misma y atención por parte de los demás. Quizás sea por eso por lo que es incapaz de sentir amor, ni de generarlo hacia ella, ni de proporcionárselo a ella misma y a su familia . A veces da risa y produce la sensación de ser un payaso. Para que luego el payaso produzca ternura y compasión. Y al final lo que da es una pena increíble por ver hasta qué punto está metida en una vorágine de locura, represión y miedos que terminaran por pasarle factura .

Construida por convenciones sobre convenciones, la señora March irá viendo como estas convenciones irán desmoronándose hasta desaparecer totalmente, una a una. Feito no se ahorra ningún detalle escabroso a la hora de narrarlo. Es muy significativo el hecho de que no sea hasta la frase final de la novela cuando descubramos cuál es el nombre de la señora March. Es una forma en que la autora nos señala que, después de todo lo que ha pasado, su protagonista por fin ha podido quitarse todas las máscaras que se ha ido autoimponiendo a lo largo de su vida; mostrándonos a una mujer enloquecida, asustada y que ha sido llevada al limite. Y no por otros, sino por sí misma. Eso es lo tragicómico de esta historia, la forma en que su protagonista de su propia víctima y a la vez su propio verdugo. Todo ello por no tener las herramientas personales o emocionales para dar salida a todas las angustias y problemáticas internas que esconde en sí misma y que trata de ocultar. Y aquí es donde radica la naturaleza de la atmósfera opresora que Feito consigue. Hay algo griego e inevitable en la manera en que la señora March no puede evitar tener los pensamientos que tiene, ni de que hacer las cosas que hace. No es nunca dueña de sí misma, y por eso no se puede empatizar de alguna manera con ella, aunque no pueda caerle bien a uno, o no se pueda llegar a entenderla del todo.

Esa es para mí la grandeza de esta novela. Y, siendo honestos, quizá sea lo único que voy a recordar de la misma. Sin ser una mala novela, y reconociéndole a Virginia Feito el mérito de haber escrito algo así como de debut literario, “La Señora March “ se me ha quedado en ciertos aspectos muy a mitad de camino. No es un Thriller propiamente dicho, ya que todo es muy previsible. Desde la página ciento cincuenta o así , yo ya me olía cuál iba a ser su final y para mí eso y ha quitado muchísimo impacto a esta obra tiene algo de Hitchcock, no se lo voy a quitar y seguramente de Patricia Highsmith (no he leído nada de esta autora, es una de mis grandes pendientes de la vida y espero algún día poder conocerla). Incluso yo me atrevería a señalar que hay algo de la abuelita Agatha Christie entre sus páginas, en el sentido de que los caracteres de sus personajes y las vidas que llevan son una parte esencial dentro de la trama, siendo todo eso presentado con una sencillez que ayuda mucho en la lectura.

Pero aparte de esto, sin el pretendido misterio la novela no deja tanto impacto como hubiera podido. Hay muchas cosas buenas en ella, pero en conjunto no hay nada que llame poderosamente la atención aparte de su imperfecta protagonista. Es más, hay momentos que, pese a la agilidad de su lectura, me han resultado un tanto tediosos y repetitivos, y y ese es el kit de la cuestión, porque sin ellos no hay novela, se necesitan para seguir ilustrando el derrumbe vital y mental de la señora March. de ahí que te quedes que la idea de que la mayor parte de su fama se ha conseguido gracias a una importante campaña publicitaria por parte de la editorial y a la historia que hay detrás de su escritura (publicista madrileña que lo deja todo en Nueva York para cumplir su sueño de escribir una novela. La cual crea en inglés y se convierte en un éxito de ventas en el país de las barras y las estrellas). Y no por la excelente y extenuante labor que debe suponer meterse en una psique tan atormentada como la vez esta protagonista.

Acabo de leer la primera novela de una joven escritora y me ha sorprendido por varias razones. Había oído que era novela negra, pero no sé, no lo tengo tan claro desde el momento en que la única protagonista que se describe en profundidad es la señora March y creo que en el noir la descripción de ambientes y personajes es fundamental para descubrir la trama. Lo que he podido sacar del resto de personajes, incluido el señor March, su marido, es que apenas tenían relación con ella. La señora March ha estado siempre sola a pesar de vivir en un lujoso edificio neoyorkino con bastantes vecinos.

En New York creen que Virginia Feito, la autora de la señora March, recuerda a Patricia Highsmit, puede ser, pero yo no le he visto el parecido; el suspense psicológico que Highsmit descarga en sus novelas no lo he sentido en esta, tampoco la novela de Feito es policíaca. Me ha sorprendido, sin embargo, que sea una novela seria y atractiva que nos introduce de lleno en cómo la mente de una niña puede quedar perturbada por la indiferencia, la soledad y el maltrato psicológico derivado de la falta de atención familiar.

No sabría decir si la demencia de la protagonista tiene algún componente genético o es fruto de la culpa o los traumas sufridos. Pero es evidente que la señora March vive instaurada en su propio terror a pesar de que los lectores no sabemos si las alucinaciones que tiene en determinadas escenas lo son realmente o alguien con intereses ocultos hace que las tenga. A mí no me ha quedado claro; me cuesta creer que tras tantas señales de alarma nadie de su entorno haya avisado a un especialista o haya tomado alguna medida para ayudarla; al contrario, poco a poco la van dejando cada vez más sola.

George March es un escritor de éxito; su última novela va a ser llevada al cine. Hasta aquí todo perfecto, pero un día, la dependienta de su panadería le dice a la señora March que la protagonista está basada en ella, una protagonista que no es ni más ni menos que una prostituta, tan fea que los propios clientes le pagan sin requerir sus servicios por asco. Esto humilla y avergüenza totalmente a la esposa del escritor y desde entonces vive obsesionada con esa prostituta y con la visión que los demás, incluso su marido, tienen de ella. En un momento dado se lo pregunta directamente, pero George no lo niega del todo, le dice que está basada en todas las mujeres que ha conocido «Johanna […] es una mezcla de cualidades de muchas mujeres diferentes […] tú estarías entre ellas […] —Siéntate y redacta una lista. Una lista de rasgos […] —No quiero entrar en esta conversación […] ya hablaremos mañana». Pero no vuelven a hablar del tema. Es como si George quisiera que se mantuviese en la duda.

Tampoco permite que el hijo de ambos, Jonathan, explique lo que pasó realmente en el colegio con una compañera, por lo que fue expulsado. Cuando el niño les va a comentar que el culpable, su amigo, ni siquiera había sido sancionado, George no lo deja terminar «—¡Esto es inaceptable! —gritó George […] la culpa es tuya y de nadie más». Tampoco madre e hijo volverán a sacar el tema para llegar a la verdad.

En fin, el escritor de éxito es un encanto con todos excepto con su mujer, a la que trata con cierto paternalismo y bastante indiferencia, pero como el narrador, a pesar de ser omnisciente, solo refiere el punto de vista de la esposa, no queda claro qué es lo que ocurre en realidad, «Como si hubiese recibido una señal, el camarero reapareció con el foie gras, que rezumaba ríos viscosos de grasa amarilla». ¿Hasta dónde puede llegar una persona con pensamientos destructivos sin que nadie se dé cuenta? ¿Hasta dónde está implicado George en la desazón de su mujer?

El narrador deforma la realidad y los lectores no somos capaces de distinguir si lo que estamos leyendo es real o producto de la imaginación de la protagonista. Una mujer que desde niña inventaba seres y situaciones, que su soledad fue tan evidente que hubo de crear una amiga invisible, Kiki, tan unida a ella que, con el paso del tiempo, le permitió ser ella misma para mostrar una personalidad abierta, desinhibida con la que actuaba sin ningún tipo de culpa, a pesar de que solo le causó más dolor.

La señora March es la soledad absoluta y la tristeza que eso conlleva; rodeada de gente conocida, apenas se relaciona con nadie por miedo a parecer menos exquisita, menos rica, menos inteligente, menos guapa que el resto. Imagina que todos piensan mal de ella. Solo idealiza a quienes no conoce y en sus momentos de mayor desamparo inventa posibles relaciones con ellos, «ensayando mentalmente las diferentes excusas con que podía rechazar las insinuaciones de aquellos desconocidos […] Pero no se fijaron en ella, ni le sujetaron la puerta».

Es cierto que nadie le muestra verdadero afecto, ni siquiera el narrador; a pesar de ser trasunto de ella misma, es incapaz de presentarla en algún momento con mimo; solo transmite una frialdad constante, incluso de niña es nombrada como la señora March. Ella no ha significado nunca nada, ha sido Kiki durante una temporada, la señora March cuando ve realizado su deseo de brillar en sociedad y Johanna cuando siente que, en realidad, es un objeto que pertenece a su marido y puede re-crearla como quiera socialmente. La señora March ni siquiera ha tenido libertad de acción en su propia casa, se ha convertido en una autómata con la que George no encuentra emoción, por eso se vuelca en su trabajo y a ella solo le queda luchar constantemente para ser más que los demás o al menos aparentarlo, «Desde hacía tiempo la acosaba la sospecha de que, a pesar de que su vestuario revelaba buen gusto y era de buena calidad, su forma de combinar y llevar la ropa hacía que esta pareciese barata y ordinaria».

El ambiente en el que se mueve esta mujer innominada es cerrado; cierto que sale a la calle, incluso viaja a otro pueblo, pero se siente a gusto en su casa, en su habitación, con la puerta cerrada para prevenir posibles ataques o amenazas que no son sino consecuencia de su falta de autoestima; los paralelismos antitéticos delatan su indecisión y las comparaciones, la dureza con que se ve a sí misma, llevándola a confundir normas de urbanidad con juicios valorativos hacia ella, «la primera vez que la habían llamado señora […] le dolió como un bofetón».

En realidad no se siente señora, ni mayor ni joven, ni nada, La señora March se cosifica tanto que incluso el narrador se permite personificar sus medias antes que a ella: «abandonó el local con las medias arrugadas alrededor de los tobillos como si fruncieran el ceño ante la perspectiva de salir al frío».

¿Por qué aparece su verdadero nombre solo una vez y solo al final de la novela? ¿Es porque es la primera vez que actúa por sí misma? No lo creo, porque realmente no es consciente de su acto ¿Es porque todo termina? No lo sé. Virginia Feito consigue que ni siquiera al final, ni siquiera a pesar de los rasgos de humor en la narración de todo tipo, escatológico, negro, inocente, irónico desaparezca la sensación de disgusto en los lectores porque nos queda la impresión de que quienes rodean a la señora March la intuyen como una acaudalada histérica y acomplejada que ve fantasmas donde no los hay. Nadie adivina un trauma infantil llevado al extremo, la culpa que la atormenta constantemente y la soledad y el horror que pueden sufrir incluso los niños de clase alta. «Yo no soy tu amiga, ni quiero serlo. Soy tu madre».

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En los últimos meses no he parado de ver esta novela y siempre unida a opiniones muy positivas y elogiosas. Todo ello alimentó mi curiosidad, yo también quería conocer a la Señora March y qué se escondía detrás de ese gran thriller del que tod@s hablaban. Pues bien, siento decirlo, pero ha sido mi primera gran decepción del año. No he encontrado ningún thriller, ni ese parecido con Daphne du Maurier o Shirley Jackson que tanto había llamado mi atención.
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La señora March es la mujer de un escrito de éxito, reside en el Upper East Side y lleva una vida tranquila. Hasta que un día, en una de sus visitas a la pastelería, la dependienta le comenta lo mucho que le recuerda a la protagonista de la nueva novela de su marido, una prostituta a la que sus clientes pagan sus servicios sin utilizarlos por pena y asco de su aspecto. En ese instante la vida de la Sra. March se viene abajo y con ella su cordura.
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La protagonista es una mujer atrapada en la alta sociedad neoyorquina. La mujer perfecta, siempre correcta, dispuesta a agradar y a ser la mejor anfitriona; pero detrás de su apariencia impecable la Sra. March, que no tiene nombre porque solo es la "mujer de", es insegura, distante e incapaz de formar parte de nada. La autora pretende meternos en la mente enferma de la protagonista y no dudo que haya quien lo consiga, pero yo no logré conectar. Me pase páginas y páginas metida en la cabeza de la Sra. March sin que la trama me llevara a ninguna parte, solo encontré un monólogo interior, interesante por momentos y muy cansino en su mayoría.
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Confieso que he sido víctima de altas expectativas, me dejé llevar esperando encontrar un thriller apasionante y he encontrado una novela sin ningún misterio, sin giros interesantes y con un final predecible y apresurado; y me da pena, porque estoy segura que la habría disfrutado más si la hubiera leído a ciegas.
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A pesar de lo dicho, no todo ha sido malo. La novela está muy bien escrita y lleva implícita una crítica a la alta sociedad que está bastante bien. No me importaría, es más me encantaría, volver a leer a la autora. Eso sí, lo haré sin leer absolutamente nada antes.
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Seguro que estas alturas ya sabréis que Elisabeth Moos ha comprado los derechos para protagonizar y producir su adaptación cinematográfica y desde aquí os digo que seré una de las primeras en la cola de la taquilla para comprar una entrada. Estoy segura de que en la gran pantalla la experiencia será diferente.

La insegura y prejuiciosa esposa de un reconocido escritor, cuya última novela está siendo todo un éxito, cree que su marido se ha basado en su persona para construir al personaje principal de ese libro. Ahí comienza todo.

A lo largo de toda la lectura he tenido una sensación como si no ocurriera nada en ella, de encontrarme ante una historia lacia (quién sabe...), y de que es muy idónea para una película. Lo de la película parece que va a ser una realidad, pues parece que se va a llevar al cine (aunque la actriz escogida no es la que, en mi opinión, encaja); la trama, el desenlace, que cada cual lo vaya descubriendo.

No le doy más estrellas porque durante toda la lectura me he sentido plana, aunque ha conseguido mantenerme hasta el final. Por otro lado, no me ha gustado nada no saber en qué época se sitúa, lo mismo pueden ser los 60s que los 90s, no había manera de contextualizar la novela temporalmente. No le doy menos porque, para ser la primera novela de la autora, en mi opinión está muy bien escrita, independientemente del mayor o menor interés que despierte