Ese instante de felicidad

Como en todos los libros de Moccia, la historia está llena de frases preciosas. de esas que te hacen sonreír, de esas que al leerlas piensas: pero que bonita es!, de esas que incluso te llegan al corazón. También hay frases que te hacen reflexionar.

Es una lectura fácil, avanzas sin casi darte cuenta y se lee rápido.

Conforme avanzas vas conociendo más y más sobre el protagonista y su vida. Vas descubriendo poco a poco como es, lo que siente, lo que piensa…ves todo lo que le pasa y como lo lleva y asume.

Hay historias secundarias, sobre diferentes personajes, pero que tienen algo en común: el protagonista. En todas el protagonista tiene algo que ver. Estas historias me han gustado. Dan dinamismo y agilidad a la trama, haciendo que no se haga aburrida.

Tiene pequeñas dosis de intriga. Se dicen cosas a medias, hay pequeños detalles que te dejan con curiosidad e intrigada. Eso le suma interés a la lectura.

La historia de amor tarda en arrancar. El comienzo del libro es más sobre desamor que otra cosa y poco a poco se va introduciendo el amor.

Me gusta que el protagonista sea un chico. En este tipo de historias, me gusta más que los protagonistas sean masculinos porque ven las cosas con más realismo. Además, una se cansa de leer libros que estén protagonizados por chicas.

Hay bastantes diálogos con palabras en italiano. Y aunque es algo que me gusta porque puedes aprender así un poco, algunas veces me costaba seguir la lectura porque no entendía alguna palabra y entonces no le encontraba sentido. Por suerte, esto pasa poco y casi todo es fácil de entender.

El amor comienza siendo tan solo un modo de divertirse. Para Nicco es una forma de escapar del dolor por la pérdida de su padre y también una forma de distraerse. Para María, es una forma de pasar unas buenas vacaciones, sin preocupaciones y divertidas. Pero poco a poco, las cosas irán cambiando y el sentimiento se irá haciendo más profundo.

Es una historia bonita. No solo hay amor, sino que también hay amistad, pérdidas, diversión, felicidad…es un poco de todo. Te transmite ganas de vivir la vida, disfrutarla y no amargarse. Que cuando tengas un problema, no te hundas, sino que te levantes y sigas adelante. También te habla de aprovechar el momento y las oportunidades que se te presenten, porque quizás nunca más vuelvas a tenerlas.

En ningún momento se hace una lectura pesada de leer o aburrida. Es bastante adictiva y te hace pasar un rato muy bueno.

El final es abierto. Sabes que no ha acabado la historia, además de que quedan cosas por explicar y te quedas con ganas de más. Es acertado, incluso tiene sus partes bonitas.

Federico no necesita carta de presentación, al igual que sus libros.
Desde el principio ya sabes que vas a encontrar una historia de amor preciosa, que te va a poner los sentimientos a flor de piel y emocionarte muchísimo.
Y efectivamente es lo que nos encontramos aquí.
Engancha y no puedes parar de leer. Necesitas saber más y más, es como si los protagonistas ya fuesen amigos tuyos de siempre y sientes esa necesidad de poderles ayudar y de que todo acabe bien.
Fue acabar la primera parte, y comenzar la segunda. Es totalmente recomendable.

Me he llevado una decepción tremenda. La historia como tal flojea mucho por todos lados, pero es que encima hay mucho racismo y machismo en un libro orientado a adolescentes.
Por otro lado, no he logrado empatizar con ningún personaje. No veo indicios de desarrollo en ninguno de ellos. Por no hablar de María y su amiga a las que apenas he podido conocer por la tontería del idioma.
Me esperaba algo muchísimo mejor.

La primera parte de la historia, esta misma, me encantó. La segunda me decepcionó porque no me encontré con el desenlace de la historia. Se supone que debía haber uno, al menos así lo pintaba el autor en el final de la primera parte, pero en la segunda solo hay un revoltijo de acontecimientos que no acaban desembocando en nada bonito.

La primera parte de la historia, esta misma, me encantó. La segunda me decepcionó porque no me encontré con el desenlace de la historia. Se supone que debía haber uno, al menos así lo pintaba el autor en el final de la primera parte, pero en la segunda solo hay un revoltijo de acontecimientos que no acaban desembocando en nada bonito.