Pequeño país

Genocidio, guerra, odio, masacre. Son palabras que ya deberían haber sido borradas de nuestro vocabulario. Ningún niño debería oírlas nunca. Ningún ser humano debería vivir en ellas. Lo peor de todo es que ni siquiera esas palabras son el final de algo, sino el principio. de la huida, del exilio, de la pérdida y la locura. de cadáveres en las cunetas y familias enteras arrasadas, desaparecidas, borradas de la faz de la tierra para que no puedan decir nunca más en voz alta que son tutsi, o hutus; porque eso con lo que nacieron, que los sostiene ante el futuro, es sinónimo de rencor y muerte.
No habrá tumbas que recuerden a los que encontraron su final de camino al trabajo, ni monumentos que señalen que, en ese lugar, un grupo de niños jugó a la guerra sin saber qué era. Que solo algunos escaparon de aquel horror y que, los que se quedaron, acuden cada tarde a los mismos escenarios, con la sombra, aún viva tras sus ojos, de su pequeño país.

Segun he leído, este "pequeño libro" fue la sensación literaria en Francia en 2016. Y no me extraña, a mí, directamente me ha parecido maravilloso a pesar de su dureza y, más sabiendo que es una historia con tintes autobiográficos. Y es que he caído rendida ante la escritura de Faye. Me ha conquistado totalmente con esas descripciones que nos transportan al corazón del continente africano: sus paisajes, sus costumbres, sus gentes, sus colores, sus olores. Como si pudieras "tocar" África.  

Hijo de una ruandesa tutsi y un empresario francés instalado en Burundi, Gaby tiene 10 años y se pasa el día con su panda de amigos en las calles de Buyumbura, un escenario propicio a todo tipo de aventuras: robar mangos, fumar a escondidas o bañarse en el río al atardecer. Un paraíso que se rompe en mil pedazos en 1993 con la irrupción de la guerra civil en la vecina Ruanda y el golpe de estado en la propia Burundi, conflictos que provocan una marea incontenible de odio y violencia donde hombres y mujeres se aniquilan mutuamente.

Libros como este me enseñan lo poco sé de África, un continente lleno de contrastes, con una belleza extrema que el autor logra transmitir. Aunque, como dice la madre de Gabi:

"Tú ves colinas apacibles, pero yo conozco la miseria de los que las habían. Te maravillas con la belleza de los lagos, pero yo he respirado el metano que duerme bajo sus aguas. Tú escapaste de la quietud de tu Francia natal en busca de aventura en África. ¡Toda tuya!"

Pero África es un continente donde la guerra lleva demasiado tiempo al orden del día. Así, el genocidio y los dramas de la guerra quedan retratados en este libro. Pero, el autor lo hará desde los ojos de Gabi, un niño al que le toca madurar a golpe de kaláshnikov. Y mira que por ello, el relato está "algo" dulcificado pero, aun así, hay momentos muy duros que costará leer.

Gaby vive en Burundi, África, hijo de una mujer tutsi y un fránces que viajó al pais a hacerse una vida. El momento histórico de la historia sucede antes de el genocidio en Ruanda, país vecino, y la guerra civil en Burundi.

Gaby pertenece al callejón, junto con sus amigos de aventura Gino, Armand y los gemelos. Pasan sus días robando magos de las casas del vecindario y se refrescan en el río que tanto adoran. Los días del verano pasan, compartiendo el tiempo en una combi rota en un baldío abandonado.

Sin embargo, la vida de Gaby cambia cuando sus padres se separan. En una visita a Jacques, amigo del padre de Gaby, la tensión entre ambos se tona en el aire. Muy pronto su madre abandona la casa y pasa sus días alejada de sus hijos. El padre pasa noches fuera de casa, dejando a Gaby y su pequeña hermana Ana solos.

Su tío Pacifique decide unirse al grupo tutsi rebelde que busca recuperar el poder de Ruanda de la étnica hutu, pronto la guerra se cuela en la vida de Gaby. Cuando viajan al casamiento de Pacifique en Kigali, el rumor de la proximidad de las matanzas se palpa en el ambiente.

Cuando el grupo rebelde avanza, llevando a multitudes de hutus a movilizarse en éxodo a Burundi, la madre de Gaby viaja a Kigali intentando encontrar a sus familiares. Sin embargo, las atrocidades que ve la llevan a la locura.

La guerra civil se acerca a la vida de Gaby, y sin quererlo, deberá tomar una posición, eligiendo un bando sobre otro.

Una historia de crecimiento, dolor y pérdidas, Gaby debe dejar su niñez atrás y volverse un adulto en un mundo en que el contexto histórico cambiará todo a su alrededor.

Ganador del premio Gouncourt que eligen los estudiantes adolescentes en Francia, claramente refleja las preocupaciones y duda que ellos deben enfrentar cuando la historia interfiere en sus vidas, modificándola para siempre.

Pues no se que decir, no ha estado mal al ser tan corto, pero tengo sentimientos encontrados.
Tiene partes muy bonitas, casi líricas se podría decir, pero que se vuelven repetitivas y densas. En esas partes en su modo precioso me ha recordado mucho a 'Mi planta de naranja lima" pero en un "quiero y no puedo".
Luego tiene la parte en la que te habla de la guerra y del hecho de ser exiliado y que aunque en algunos momentos es duro, no me cuenta de manera diferente nada que yo no supiera ya. Es más, diría que sólo se regodea en dar detalles muy desagradables solo para impactar (sí, soy consciente de que una guerra es muy desagradable, y los genocidios ni os cuento).
Y luego al final me ha recordado muuuucho a "Cuando Hitler robó el conejo rosa". Cuando habla de que las guerras y los genocidas roban la infancia a los niños.
Me ha gustado como cambia la percepción del niño protagonista cuando él no entiende el desarraigo de su madre que tuvo que huir de Ruanda. Décadas después le tocará repetir la historia a él desde Burundi.
En fin, que es un libro curioso para quien quiera adentrarse por primera vez en la historia del terrible genocidio en estos paises a lo largo de décadas. Pero para mí ha sido un aprobado alto nada más... O nada menos.