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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
10 February 2021
En El camarero, de Matias Faldbakken, no encontramos a doña Rosa ni vamos a un café de Madrid en plena posguerra pero, de alguna forma, nos introducimos en una novela con unas conexiones de lo más llamativas con la obra del gran Camilo José Cela.

Tenemos a un camarero como personaje principal junto a un coro de secundarios que entran y salen de las escenas en función de donde se posen sus globos oculares. Con el protagonista pasamos de una técnica objetivista (que usa para realizar descripciones claras y asépticas sobre la historia, el lugar, las paredes y la uniformidad del restaurante) a una actitud omnisciente, que nos descubre la mirada subjetiva de este personaje, su clarividencia y el conocimiento que posee de trabajadores y clientes, hasta llegar a su propia desnudez emocional.

Volviendo al The Hills de nuestros días, encontramos un restaurante de rancio abolengo en Oslo cuyas paredes están impregnadas de humos, historias y obras de arte acumuladas a lo largo de los años. Por allí pasa un cierto tipo de clientela que llega en los diferentes servicios: desayunan, comen o cenan y siguen con sus vidas. de entre todos ellos los asiduos forman parte del propio restaurante, le dan vida y ambiente, y es a ellos a quienes se espera, se les guardan la mesas cuando se retrasan y se les permiten algunas licencias... Estos clientes configuran y moldean el lugar, le dan lustre y vida.

Así pues, con nuestro camarero perfectamente uniformado, posicionado en su sitio y con sus globos oculares plenamente entrenados, comienzan los servicios. Graham (El Cerdo), Blaise Engelbert, Tom Sellers, el Actor arruinado, la viudad Knipschild, Edgar y su hija Anna... son los clientes que se pondrán en manos del equipo del The Hills: el Metre, la Barman, el Cocinero, Vanessa, Johansen (el pianista) y nuestro camarero, que funciona como puente, informador y unión entre los clientes y los empleados del restaurante.

Con el equipo del The Hills plenamente dispuesto bajo la batuta de su director principal (el Camarero que casi todo lo ve y casi todo lo oye, y en el mejor o peor de los casos lo interpreta) se abren las puertas y comienzan a llegar clientes que se introducen en este universo tan particular y auténtico como envolvente y opresivo. Cada uno de ellos tiene su hora y su mesa y, aunque se conocen, ninguno se mueve de su lugar hasta que un día llega la Damisela, una joven bella y al parecer sabia que, de alguna manera, une y conecta a las distintas mesas con los distintos grupos. Esta clienta particular parece que conoce a todos y de todos sabe, algo que intriga sobremanera al equipo del The Hills al tratarse de una nota discordante que se sale del guion y de las rutinas cotidianas de su restaurante.

Esta nueva clienta se hace ver y se hace notar desde que entra hasta que sale; parece que no tiene casa y se pasa las horas en el restaurante desconcertando al equipo de trabajadores, que deben averiguar dónde y cómo situarla en el espacio-tiempo de este lugar en cuestión.

Entre notas de comandas, traídas y venidas de platos, cafés, copas y buenos vinos, nuestro camarero va y viene dirigiendo la actividad al tiempo que describe las historias de aquellos con los que interactúa. Es un camarero de oficio, experimentado, y aunque a veces trastabilla y se equivoca como todo el mundo, se le dispensa y exculpa por su dedicación, entrega y pertenencia a este universo tan particular. Trabaja por y para que todo siga su normal y cotidiana funcionalidad, aplicando su pericia y su experiencia en el oficio, así como la máxima de la normalidad a lo inesperado.

Gracias también al camarero pasamos de las descripciones visuales a unos retratos más complejos que nos adentran en las emociones y los sentimientos de los personajes, aunque conocemos sus vidas y sus relaciones de una manera filtrada y condicionada a las ideas y creencias de aquel que nos las cuenta.

Haciendo uso de los testimonios de los personajes y las interpretaciones que de ellos realiza el protagonista, Matias Faldbakken diseña en El camarero el retrato psicosocial de una sociedad cuyos limites se hallan en ese restaurante que supone el mundo para el narrador. Una novela durante la que el lector fluye gracias a su estructura abierta a la sutileza, los detalles y las emociones que los personajes transmiten.

Una lectura verdaderamente recomendable.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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