El horror según Lovecraft

El horror según Lovecraft – V.V.A.A.

Un poco de Historia…

En 1982 un joven Jacobo Siruela funda en España, a sus 26 años de edad, Editorial Siruela. Bajo el sello se han publicado colecciones de gran referencia para el lector de Literatura Fantástica. La exquisita selección de autores de culto lo hace diferenciarse de otras editoriales. Entre sus publicaciones se encuentran “La Biblioteca de Babel”, una antología dirigida y prologada por Jorge Luis Borges realizada en 1983 entregada en varios números. Tener una guía de lecturas indicadas por el propio Borges demuestra el estilo que caracterizaría a la Editorial. Otras antologías bibliófilas como la dedicada a la literatura de la Edad Media o la recordada “Vampiros” serán el resultado que llevaría a la editorial en ser una de las más importantes de España.

En 1987 Jacobo Siruela comenzaría a publicar una colección de literatura fantástica y de horror a la que bautizaría con el nombre de “El Ojo Sin Párpados” tomado de un cuento del escritor francés Philarète Chasles. La colección refleja los gustos del propio editor como también antologías encargadas a Italo Calvino, Juan Molina Foix o Juan Marías. La colección “El Ojo sin Párpados” – de esto no cabe duda – es una de las colecciones de culto para todo amante del horror y lo fantástico. En sus 48 entregas se incluían autores olvidados por la lengua española, pero imprescindibles para el género. Algernon Blackwood, Arthur Machen, Walter de la Mare o Lord Dunsany.

En el contexto de esta colección se publica en 1988 la primera entrega de dos volúmenes del “El Horror Según Lovecraft”. de la edición estaría a cargo Juan Antonio Molina Foix, estudioso de la obra lovecraftiana. Se tomaría como referencia el ensayo del propio Lovecraft El horror sobrenatural en la litaratura y desde ahí se construiría la antología. incluyendo una extensa nota de cada autor incluido en la selección. Esta introducción fue acortada en las reediciones posteriores, por motivo de espacio y costo. El prólogo se mantuvo sin modificar, titulado “H.P. Lovecraft y sus fantasmas”, donde se explica la relación de Lovecraft con los cuentos presentados.
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El horror en Lovecraft.

La primera frase con que comienza Lovecraft su ensayo nos muestra la manera en que percibe el horror, emoción que impregnó casi todo su catálogo literario (cuentos, poemas, ensayos). La sentencia es absoluta: “El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y poderoso es el temor a lo desconocido”[1]. Lovecraft analizó profundamente esa emoción en todo lo que escribió, incluso en su correspondencia, algo no menor de mencionar si se sabe que escribió cartas que se extendían sobre las cien páginas. Fue un autor que expuso sus propios miedos y encontró una belleza poética al hacerlo ¿Lo habrá hecho consciente o inconscientemente? quizás de ambas formas. Se sabe que mucho de sus cuentos provenían de sus propios sueños, por lo que a veces dudaba del mérito personal. le escribiría a su amigo epistolar Clark Ashton Smith “Odio llevarme el mérito cuando realmente no imaginé conscientemente esa imagen en mi propia mente”.[2]

Una de las cosas que caracteriza la literatura de Lovecraft es la supuesta carencia de temas relacionados con la sexualidad. Si pensamos que uno de sus mayores terrores en su vida material era el sexo (aunque hoy sabemos sobre la asexsualidad)[3] entonces ¿por qué no hay referencia de ese terror en su obra? Eso pareciera, pero en realidad su prosa está llena de referencias hacia el tema. Su trauma se refleja de modo bastante simbólico. Tenemos tentáculos por doquier, una evidente referencia falica diría un freudiano. La importancia en como se describe el ambiente da otras pistas. Cuando nos habla de las insondables profundidades del mar pareciera hablarnos de lo oculto de su propia personalidad, donde se guardan los mayores miedos. El mar se suele tomar como arquetipo a las emociones, en términos jungianos estaría más apegado al incosciente, es allí donde habitan esos seres repugnantes, que en sus rituales realizan cópulas innombrables, donde salen seres híbridos aún más espantosos. Todas estas referencias podrían darnos luz de lo que podría ser su frustrada vida sexual, quizás su temor al sexo o simplemente su asexualidad.

Lo mejor de la antología

Ya en si la selección de cuentos es de calidad innegable. Todos tienen una gran carga de horror que llega a lo más profundo del lector. Pero entre ellas se destacan algunas obras por estar a un nivel muy superior al resto y que hace de esta antología una de las mejores sobre la prosa de horror. Se trata de los cuentos escritos por Arthur Machen y Algernon Blackwood.

Arthur Machen – El Gran Dios Pan

Lovecraft citaría en su ensayo el poema “On Reading Arthur Machen” de Frank Belknap Long (integrante del círculo Lovecraft y quien le recomendó que leyera a Machen[4]) para presentar en sus líneas “[sic] las espléndidas dotes y la magia verbal de este soñador”[5]. Es que para Lovecraft, Arthur Machen fue (y sin duda lo es) uno de los maestros modernos de la literatura de horror. También fue uno de los autores que más influyó en su obra, particularmente en El Horror de Dunwich que está considerado casi un pastiche de una de las obras de Machen.

Rafael Llopis lo considera uno de los precursores de los Mitos de Cthulhu, al contener la esencia que tomaría Lovecraft para luego mezclarla con otras influencias, en especial la de Dunsany, y así transmutar esa materia prima en algo que marcaría un antes y un después en la literatura de horror. “Los cultos de la antigüedad clásica, los afanes arqueológicos, la desintegración de la figura humana en un magma amorfo, los símbolos resplandecientes y tetradimensionales, las doctrinas esotéricas de ciertas sociedades secretas, el materialismo de explicar lo sobrenatural mediante secretos científicos hoy olvidados.” son los elementos que tomaría de Machen en el nuevo estilo de narrativa que en ese momento Lovecraft comenzaba a desarrollar.[6][7]

El Gran Dios Pan (The Great God Pan, 1894), está escrita en forma de piezas vagamente relacionadas entre sí, donde un hilo muy fino sugiere la conexión de estos sucesos y mantiene al lector expectante al trascurso de la historia. Lovecraft escribe “…el encanto del relato reside en la forma de contarlo. Nadie podría describir el suspense acumulado y el horror final que abundan en cada párrafo”[8]

Algernon Blackwood – Los Sauces

Si Machen se mantiene desconocido, este autor está completamente olvidado. Es sin duda otro de los grandes maestro del horror moderno para Lovecraft. A pesar de eso no fue muy favorable con las críticas que le hizo al trabajo posterior de Blackwood “[…] a pesar de sus últimos traspiés, de su ocasional necedad y afán didáctico, y de su exagerada producción, aún lo considero uno de los mejores escritores de literatura fantástica de toda la literatura. Posee una visión y entendimiento especial para describir las sensaciones humanas frente a lo irreal que no he podido hallar en ningún otro escritor, así que puedo llegar a perdonarle esa otra gran cantidad de obras aburridas y malas…”[9]. Y es preciso lo que dice Lovecraft sobre el estilo de Blackwood, ya que el escritor buscaba transmitir asombro más que horror, y esto es difícil de hallar en ese género, y mucho menos con la sutileza lograda por Blackwood que por seguro no se encontrará en ningún otro autor.

Rafael Llopis también lo incluye como uno de los precursores de los Mitos de Cthulhu. Lo numinoso, lo antiguo, lo incorpóreo, Lovecraft lo toma de Blackwood, aunque no logra encontrar lo cósmico en él, cosa que solo se lo atribuyó a Lord Dunsany[10]. La epígrafe que aparece en La Llamada de Cthulhu escrita por Blackwood sintetiza, y así lo puntualiza Llopis, “lo mucho que a Blackwood debe Lovecraft”. En su ensayo afirma que “ya nadie se ha aproximado siquiera a la habilidad, seriedad y minuciosa fidelidad con que hace constar las connotaciones extrañas de las cosas y experiencias normales, o al discernimiento preternatural con que elabora, detalle a detalle, todas las sensaciones y percepciones que llevan de la realidad a la vida o la visión superior a lo normal”[11] continúa luego “es el maestro absoluto e indiscutido de la atmósfera fantástica”.[12]

La novela Los Sauces (The Willows, 1907) es tan magistral como numinosa, cala tan hondo en las emociones del lector que es, por lejos, la mejor narración de la antología. También fue la preferida de Lovecraft, “sin un solo pasaje forzado ni una nota falsa”[13] “El mejor cuento fantástico jamás escrito”[14] elogios a una obra fascinante. Pero más allá de lo dicho por Lovecraft, la perfección del relato, la obra como una totalidad no tiene falencias y eso lo podrá experimentar cualquiera que se atreva a inundarse en las páginas de este gran relato.

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También he querido destacar un par de cuentos que me volaron la cabeza al leerlos. Uno, de un tan profundo misterio como una sombra a la vista del ojo neblinoso; el otro, de una visión increíblemente lisérgica de la fantasía y del horror.

Walter de la Mare – de Profundis

Muy escasa es la información que hay de este escritor en español. Recordado mayormente por sus poesías, en especial la llamada “The Listener” incluida hasta hoy en antologías de poesías inglesas. La primera vez que supe de su existencia fue gracias a Lovecraft y su ensayo, quien se refería a él como “un artista consumado” merecedor de una especial atención “para quién el mundo místico y oculto es siempre una realidad vital bien próxima […] cuyos evocadores versos y exquisita prosa muestran indicios coherentes de una visión extraña que penetra profundamente en las esferas secretas de la belleza y en terribles dimensiones vedadas del ser humano”[15].

Molina Foix en la introducción a de la Mare cita al estudioso francés de literatura fantástica Louis Vax quien se refiere a él como “el poeta del misterio en estado puro: nadie sabe, nadie sabrá, nadie puede saber lo que hay en el fondo”, y esto es comprobable en “De Profundis”(1923), cuento presentado en esta antología, donde el lector se sume en un misterioso relato, tan lleno de capas de misterios que no logra encontrar la carne desnuda de la verdad.

Clark Ashton Smith – El Final de la Historia

Para el empedernido lector lovecraftiano este nombre no debería resultar desconocido. Clark Ashton Smith, amigo epistolar, miembro del círculo y, lo que es más importante, poeta de una sensibilidad sin igual.

“¿Quién si no él ha imaginado esas visiones tan espléndidas, exuberantes y febrilmente distorsionadas de esferas infinitas y múltiples dimensiones, y ha vivido para contarlas?”[16] diría su amigo acerca de este autor.

“El final de la historia”(1930), al igual que otro de su autoría “Xeetrha”[17], evocan imágenes de una forma tan particular, que solo le puedo atribuir el término de fantasía lisérgica. Simplemente el autor juega con la realidad de los personajes, llevándolos a mundos, quizá internos, quizá ilusorios, que tienen la particularidad de estar separados de la realidad por un velo tan diminuto, que pareciera, por un momento, que el personaje sufre alucinaciones propias de un viaje psicodélico.
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