La avería

En el mundo de la técnica y el creciente perfeccionamiento material el camino que nos queda es el de las averías de este mundo. Siempre está la posibilidad del fallo, de la fisura, que pone todo entredicho, que nos muestra la fragilidad de lo que hemos logrado como especie. Pero esta avería no solo se da en el mundo material, esta avería se presenta también en el mundo espiritual del ser humano, dando como resultado personas rotas. Hacia estos puntos parece ir Friederich Dürrenmatt con su obra La Avería.

La historia que relata La Avería parece ser, en principio, sencilla. Un viajero, Alfred Traps, representante de una compañía textil, sufre una avería en su coche, situación que lo obliga a pernoctar en un pequeño pueblo. Se encuentra con que no hay habitaciones en los hoteles locales por causa de una reunión de ganaderos que se está celebrando; aconsejado por un local va a la casa de un viejo habitante que suele hospedar uno que otro viajero. En efecto el anciano accede gustoso a hospedarlo sin cobrarle nada, además de invitarlo a la cena que esa noche tendrá con algunos amigos. Ya en la cena, el señor Traps se encuentra con tres octogenarios que parecen ser íntimos amigos de su anfitrión. Luego de las formalidades, los ancianos invitan a Traps a participar de un ¨jueguito¨ que suelen hacer para entretener sus vidas de pensionados. Sucede que todos fueron empleados de la justicia: uno abogado, uno juez, otro fiscal y el último, misterioso y silencioso, que ofició como verdugo. El juego consistía en simular un juicio. Ante las profesiones de los ancianos solo quedaba el puesto de acusado, al que el señor Traps accede gustoso.

Lo que sucede en adelante es un extraño cuadro donde entre risas, comida y vino abundante, se desarrolla un juicio que irá desvelando poco a poco, como la avería a la que hace referencia el título de la historia, no le sucede al coche del señor Traps, sino al propio Alfred Traps: es un hombre roto, moralmente comprometido. No obstante, la forma en que Dürrenmatt lleva la narración, mostrando todo como juego, desposeyendo de todo sentido posible las normas y formas de la realidad que vivimos, logra crear un ambiente donde el compromiso moral, la traición, el adulterio, el asesinato, no parecieran tener una carga especial más allá de simples situaciones cotidianas.

Atrás mencioné que la historia en principio parecía ser sencilla, pero luego se descubre que no es así. La rica complejidad que subyace obliga al lector a detenerse y considerar las intenciones de Dürrenmatt, su contexto histórico y los detalles en la novela que son pequeñas puertas hacia grandes reflexiones. Y son estas pequeñas puertas de las que debe depender el lector para una comprensión total de la historia pues, como ya han mencionado algunos críticos, el autor no hace juicios de valor, no juzga, ataca o enaltece, solo nos cuenta.

La Avería apareció en 1955. Dentro de la historia la época es la misma. Asistimos a la Europa de la posguerra y del milagro de la reconstrucción económica. Alfred Traps es un hombre de clase media que se ha hecho a sí mismo en medio de ese ambiente general de florecimiento económico. Este personaje funcionará dentro de la obra como una muestra del paradigma del hombre de la época, en él, en sus vicios y virtudes, está reflejada toda la sociedad de su tiempo, una sociedad que a pesar del resurgimiento económico que permitió el plan Marshall no había logrado sanar las heridas que dos guerras mundiales dejaron. Así, del hombre roto pasamos a la sociedad rota. Es por esta razón que dentro de la obra se desprecia la justicia que durante la guerra permitió la barbarie, echando mano de una justicia particular, por la misma razón que se pone entredicho toda la institucionalidad de la época, y también el por qué, tras la culpabilidad de Traps, pareciera exclamarse que no hay inocentes después de la guerra porque por acción u omisión todos la han permitido.

La Avería es un retrato de los que hemos sido, una historia aún posible porque poco ha cambiado desde entonces.

“En realidad, su intención era cenar en el pueblo, justo en la famosa casa de huéspedes, pero no se atrevió a rechazar aquel ofrecimiento. Se sentía obligado. Había aceptado la invitación a pasar la noche gratuitamente. No quería quedar como un urbanita maleducado, así que aceptó complacido” ~ La avería de Friedrich Dürrenmatt.

¿Os gustan las historias de juicios, abogados y fiscales? Aquí tenéis una muy curiosa que se lee en una tarde.

En La avería conocemos a un viajante que sufre una avería en su coche y se queda alojado en un pueblo donde le ofrecen pensión y fonda en una casa particular a cambio de jugar con tres inocentes viejecitos a representar un juicio. ¿Qué puede salir mal si te consideras libre de todo mal? Nunca se sabe, sobre todo cuando tienes ante ti un fiscal que saca punta a todas tus palabras y reacciones, y la cena está regada con abundantes vinos.

Sorprendente esta historia hasta el mismo final. La verdad es que me ha gustado bastante porque te vas sumergiendo en ella poco a poco y cuando te das cuenta estás en el medio de un embrollo que te preguntas cómo se ha llegado hasta ese punto. Increíble como puede alguien manejarnos con sus palabras sacando punta a todo lo que uno piensa y dice.

Cuando un viajante textil se ve obligado, por una avería en su coche, a pedir posada en la casa de un hombre jubilado, jamás se le hubiera pasado por la mente pensar que viviría una experiencia semejante. El hombre no sólo lo alojará, sino que le invitará a cenar junto con unos amigos y será invitado especial a participar en un curioso juego

Una novela que muestra el arte de la oratoria, la capacidad de convencimiento que tienen muchas personas o de las artimañas a las que recurren algunos para tergiversar los hechos.

ha quedado claro que antes de hacer un viaje, es indispensable poner el coche a punto y antes de empezar cualquier juego, conocer bien las reglas del mismo