Racer

Tal vez fuera cosa del destino que él la amara durante un tiempo, pero yo la voy a querer siempre.

Es fácil gustarle a la gente cuando estás bien, sano, cuando eres divertido y estás en la cima. Pero cuando estás de bajón y el mundo se te viene encima, solo permanece lo bueno. No mucha gente puede conocerte hasta la médula, solo alguien capaz de mirar en tu interior puede atisbar algo de lo que te ocurre, así como verte a ti y nada más.

Y ahí estoy yo, viviendo uno de esos momentos en los que te das cuenta de que la belleza está hecha de un millar de diminutas partes.

La energía que lo envuelve es tan fuerte y vibrante como el murmullo que emite una tormenta que se aproxima.

El brillo de sus ojos me hace sentir que quiere devorarme.

Abro la puerta, accedo al interior y tomo asiento, esperando que me estimule, que llene el vacío que sigue creciendo en mi interior sin importar lo que haga… Me jode muchísimo. Nada me sacia, nada me llena, esa es la maldición de ser un Tate; la he heredado de mi padre.

Creo que, cuando mis hermanos me ordenaron que lo mantuviera alejado de los problemas, la idea no era entretener a Racer Tate con mi cuerpo. Pero parece que a mi cuerpo le entretiene mucho el suyo.