Tierra sobre la memoria.

A veces, las hechuras con las que se hilvana una historia nos pueden dejar una huella insondable. Y es que esta, está contada de una forma sencilla pero a la vez tiene mucho que decirnos.

Tiempos duros y difíciles, los años posteriores a una guerra. Tiempos de resentimiento, hambre, rencor, venganza... En este libro la autora realiza un recorrido sobre esos años de grandes penurias y vanos sufrimientos, situándonos en un páramo de dolor, del que uno, al sumergirse en esta historia, puede no salir bien parado.

Para quién no conoce los hechos del pasado, esta se trata de una historia de desgarros y de incontables injusticias en la que Irene y Arturo, los principales protagonistas de ella, intentan vivir una historia de amor al margen de los acontecimientos, pero las circunstancias de entonces se lo impiden.

Me ha gustado mucho el estilo costumbrista que destila el libro. En él podemos encontrar detalles mundanos acerca de la vida rural en aquellos años, de su modo de subsistencia, y de situaciones que son el fiel reflejo de esos primeros años de posguerra. Un relato conmovedor de lo que vivieron nuestros mayores. Estela, a su vez, tiene un estilo sobrio y elegante a la hora de narrar, lo que facilita la conexión con los personajes y la historia. Una no puede evitar sentir cierta repulsa por el modo en el que sucedieron estos hechos. Y aunque se trate de una novela de ficción, es como conocer de primera mano los entresijos y dictámenes impuestos por la sociedad de entonces. Unas normas, en su mayoría crueles y en las que la mujer se veía sometida a muchos abusos por parte del poder.

Más allá del espectro ideológico es una historia que invita a reflexión, ya que el recuerdo imperecedero de las muchas víctimas permanecerá en nuestra memoria para siempre.