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Crítica de GemaMG


GemaMG
21 September 2020
Desde que leí Detrás del Cristal, no había vuelto a acercarme a ninguna historia de Mayte.
Nos conocimos hace varios años, hemos compartido encuentros, presentaciones y charlas, siempre alrededor de los libros y de conocidos comunes.
Hace un tiempo, en un momento crucial de mi vida, me regalo un pañuelo naranja con una historia prendida, un pañuelo y una historia que me emocionaron hasta las lágrimas, hay cosas que no se olvidan, ni las palabras, ni los silencios.
Hoy me ha regalado una historia que habla de coraje, de lucha, de supervivencia y aunque el escenario y el tiempo sean distintos, ese pañuelo ha vuelto a mi memoria.
La primera parte de la historia voló ante mis ojos, la segunda y la tercera lo hicieron de forma más pausada, no por resultar menos interesante o por presentar menor calidad, sino porque en ella Charles que ya era un cretino en la primera parte, en la segunda y la tercera se adueña de la trama pasando a ser EL CRETINO y sus maldades y maquinaciones me angustiaban hasta acelerarme el pulso, hasta llegar a temer su aparición, casi tanto como lo temen los personajes de la historia.
Y es que hay personas en las que vive el mal, personas que se alimentan del sufrimiento y la pena, que tienen un don para sacar rédito de las desgracias ajenas, mayor, cuanto mayor es la catástrofe que se vive. Y ese es Charles, que aprovecha las miserias de todo el que está a su alrededor desde su primera hasta su última aparición en la trama.
Mary Ellen, Mary, la gran protagonista de esta historia, podría haber sido una sufragista de manual, una de tantas mujeres que se dejaron arrastrar por los mítines de salón y las reacias convicciones, pero es que Mary no es rebelde por convicción, sino por necesidad vital, por supervivencia.
Claro que la hubiera gustado poder decidir sobre su matrimonio, pero no por ideología, sino porque al conde de Barton la jugada le había salido mal, muy mal en lo que a su hija se refiere. La única razón para recorrer la brecha entre "ser una señora" o ser una trabajadora, entre la realidad entre algodones de Almond hill y la realidad de Londres, entre la educación recibida y grabada a fuego en su mente y la necesidad de saciar el hambre y evitar el frío no es ideológico, sino vital y si se me permite, la soberbia, ese negarse a volver con el rabo entre las piernas, y la responsabilidad hacia quienes siguen viendo en ella "una señora".
Mary me parece un personaje redondo, lleno de contradicciones, un personaje en lucha constante consigo misma, una mujer capaz de sobreponerse una y otra vez a los reveses de la vida o a las trampas ruines de algunas personas. Pero si un personaje ha conseguido enamorarme ha sido Abigail, esa mujer recia, curtida en la realidad de una vida que nunca le ha regalado nada, al contrario, siempre, de una u otra forma le ha ido quitando. Una mujer, empeñada, a toda costa a mantener esa distancia entre los señores y los criados, por más que el tiempo y las circunstancias se empeñen en igualarlo en una realidad cruel y despiadada. Aún en esos momentos, Abigail se erige como la sirviente fiel, como la mujer decidida a mantener la única realidad que ha conocido toda su vida.
Está novela, es sin duda una novela de mujeres, fuertes, decididas, luchadoras, invencibles... Su presencia llena las páginas de la novela. Pero hay también personajes masculinos memorables.
James es un hombre herido por la vida, imbuido por altos ideales y por una vocación de servicio que hace que ponga su vida en riesgo sin necesidad, unos ideales que le hacen intentar que otros u otras, mejor dicho, vean la realidad como él la ve.
Y John, un personaje al que me he pasado odiando buena parte de la novela, pero que poco a poco he llegado a entender. Un personaje al que en la última parte de la historia incluso he llegado a apreciar casi al mismo nivel que a Mary, Abigail y James.
Junto a estos personajes, columnas de la historia, no quiero olvidar a Madeimoselle Leduc, que se convierte en un personaje importante a pesar de no aparecer en la novela más que a través de las misivas de Mary, una mujer sin duda, adelantada a su tiempo en todos sus ámbitos y la responsable, en gran parte, de que Mary pueda, en ciertos momentos salir adelante.
Elisabeth, que pasó por mis sentimientos desde el desprecio, a la ira y, por último, sorprendentemente, a la admiración.
Las gemelas, dos personajes a los que descubrir, dos personajes que ponen en algunos momentos el punto "hilarante” de la novela", Virginia es todo un personaje.
El Conde de Barton y Charles, no consiguieron más que enfurecerme durante toda la historia, uno por pusilánime y manirroto y el otro por vil y cobarde....
Hay una serie de secundarios que le dan sentido, tensión y estabilidad a toda la trama, pero os aconsejo, encarecidamente, descubrirlos por vosotros mismos.
Ha sido una delicia descubrir esta historia que lleva de la mano por todos los sentimientos posibles, el amor, el dolor, el abandono, la lucha, la supervivencia... y que lo hace en unos escenarios que determinaron la existencia del mundo tal y como lo conocemos. Unos escenarios que comienzan en la bucólica Almond Hill, para llevarnos a la cosmopolita Londres de principios del siglo XX y más tarde a los terribles años de la gran guerra, a los terribles paisajes de sangre, muerte y destrucción. Unos escenarios que la autora describe con acierto y realismo, no solo los paisajes propios del campo de batalla sino la desolación de una ciudad y sus habitantes a los que vendieron una ilusión de brevedad y victoria que acabó explotando como una pompa de jabón.

He disfrutado muchísimo de la trama, de una historia original, bien urdida y bien contada, he disfrutado muchísimo de los personajes que han acabado siendo un poco como esos amigos que no te gustaría perder de vista, he disfrutado de la ambientación, que me ha hecho viajar en estos días de confinamiento y he disfrutado de esa visión al pasado, de ese respeto con el que se trata a aquellas que lucharon para que nosotras podamos disfrutar, sino de completa igualdad, si, al menos, de muchísima más libertad y de unos derechos ganados a pulso.
Si no habéis leído La colina del Almendro, os aconsejo que lo hagáis cuanto antes, porque estoy segura de que la vais a disfrutar tanto como lo he hecho yo.
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