Francia de 1955. Acaba de terminar la guerra y ahora es momento de ir resurgiendo, tanto a nivel de población como personal. Arielle vive con su madre, quien parece perder la cabeza un poco más cada día por la reciente pérdida de su marido, y su abuela, recta y fría, pensando siempre en el mejor futuro para Arielle y pareciendo que le importan poco sus sentimientos y deseos. Un descubrimiento sobre sí misma, la pérdida de un ser querido, y el destino al que le lleva su abuela, llevan a nuestra protagonista al internado Sainte Genevieve, donde sucede toda esta historia que te atrapa desde el primer momento, y donde conocemos a personajes tan pragmáticos como: Claire, Nathan y Jem. Por otro lado, también conoceremos a Chardin, el único que parece comprender qué le pasa a Arielle y cómo ayudarla. Para mí esta historia ha sido diferente a cualquier cosa que haya leído, empatizar con Arielle y amar a Jem ha sido tan sencillo como respirar. El misterio por saber qué ocurriría a continuación, el corazón encogido por saber quien es "ella" . La verdad es que cuando se junta una persona con estudios psicológicos, con una imaginación perfecta y un don para la palabra, aparecen historias intensas que te atrapan. Así ha sido con este libro, y probablemente con todo lo demás que ha escrito Beatriz y que pienso leer sí o sí. Recuerdo a mi amiga Leticia diciéndome que se había dejado los post-its azules con este libro, pues bien, yo me he dejado los rosas, porque el 80% de lo que ha escrito la autora en él me parecen cosas que debemos recordar en muchos momentos de nuestra vida. |