Imágenes de la imaginación

El tiempo del poema e un tiempo cualitativo. Tiempo de excepción, que instaura sus propias reglas, su medida.

La imaginación es la libertad de ser y hacerse humano.

El artista es el clarividente de Dios.

El arte es conocimiento y vida.

Frente a la razón de Estado, frente al nihilismo planetario, frente a la multiplicación y complicación de lo real, la razón poética.

En un mundo asolado por el conformismo y el consumismo generalizados y el pensamiento único, azotado por el capital financiero y el poder mediático, la poesía y el poema son, desde su orfandad, armas y refugios de resistencia limitados pero necesarios para preservar una parte medular de la condición humana y su derecho a soñar, a imaginar, a jugar.

Un poema no sólo crea cosas con palabras sino que crea también palabras con cosas nuevas que por comodidad podemos seguir llamando palabras.

Un gran poema se instituye como una bisagra entre lo individual y lo colectivo, entre el tiempo histórico y un presente intemporal. Un gran poema plasma el sentir más auténtico de un pueblo y de su habla, a la vez que su voz se dirige hacia esa otra orilla. Propicia una experiencia radical de abdicación del yo personalista.

La poesía no es un reino, no es otro mundo sacro, no es un género, tampoco un estilo literario. La poesía es una experiencia de apertura y creación de experiencias.

La poesía y el poema nos comunican con lo infinito. Renueva nuestra experiencia personal y colectiva. La poesía abre el corazón secreto de las cosas.