Lo mejor de ir es volver

Libro ligero que se lee del tirón en un par de horas, muy en la línea de Albert Espinosa, del que no me considero admiradora (leí ‘Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo' y no me gustó nada), pero he decidido darle una segunda oportunidad y, en este caso, no me arrepiento.

Rosana cumple 100 años el 23 de abril de 2071. No todo el mundo puede decir que ha llegado a los 100, donde, en un mundo futurista con robots y otros métodos de pago y viajes rapidísimos entre otras cosas, existe el Karma artificial, donde puedes nominar a tres personas que te hicieron sufrir y estas serán marcadas para el resto de sus vidas en el caso de que no hayan muerto o decidan ir a vivir al planeta Obama. Sí, la novela está repleta de guiños, incluido el día, mes y año en el que el propio autor se menciona para decir cuándo murió. Para el tema del Karma artificial, Rosana estará acompañada a lo largo de ese día por un robot que adopta la forma de un niño de 13 años. Descubriremos más adelante por qué, sentiremos curiosidad por saber a quién nomina Rosana y sus motivos; capítulos crueles que marcaron toda una vida narrados en primera persona por Rosana y el Robot (dos puntos de vista) de manera sencilla, sincera y emotiva. Es surrealista, sí, lo sé, pero cuánta verdad... cuánta sabiduría de la que no se aprende en la escuela y cuántas frases subrayadas me llevo de este título.

Muy recomendable, aunque hay que entender el mundo interior del autor y, supongo, encontrar el momento adecuado para hacerlo.