Estaba preparado para todo menos para ti

Hay libros que aparecen en tu vida en el momento justo para su lectura. ¿Casualidad? ¿Destino? No lo se, pero con este autor suele pasarme. No es uno de mis autores favoritos, aunque sí es una persona a la que admiro mucho. Admiro su resiliencia, su amor por la vida y su aprendizaje constante. Además, me encanta como escribe, como si tu mejor a amig@ charlara contigo un día de confesiones y ensalzamiento de la amistad. Puede parecer un libro de autoayuda y quizás lo sea si bien, él deja claro que son las cosas que a él le han ayudado a lo largo de su vida y que ha recopilado tras la pandemia. Es un libro muy intimista en el que el propio autor abre su corazón y confiesa que ha recopilado sus soplos para recordarlos en el que será uno de los momentos más duros de su vida.

La edición es preciosa, cada soplo está ilustrado en su inicio con unos dibujos que me han encantado y que son dignos de enmarcar.

Este libro como la mayoría de los suyos es un canto a la vida, te hace sonreír, reflexionar y vivir con cada uno de los 23 soplos que comparte. Cada soplo te envuelve y te remueve el pelo a la par que el alma. A cada uno nos resonarán unos más que otros según nuestro momento, nuestra mochila o nuestras creencias vitales, pero sin duda creo que en cualquier momento podéis abrir el libro dejando al azar que decida qué soplo enseñaros y sin duda lo recibiréis con tibieza y una sonrisa.

La base de todas las reflexiones son los amarillos, concepto que viene de unos de sus primeros libros: El mundo amarillo (2008), aunque se puede leer por separado, recomiendo leer uno detrás de otro, de hecho tengo planificada una relectura de ambos juntos para extraer un poquito más de lo que Albert nos quiere contar.

Otra cosa que me encanta de este chico es que es un guardador de historias, me explico: estoy segura de que cada uno de nosotros se ha ido encontrando un montón de personajes a lo largo de la vida que nos han dejado perlas vitales o nos han enseñado cosas sin que apenas nos diéramos cuenta. Pues bien, Espinosa parece vivir en un darse cuenta, sus anécdotas a veces te dejan sin palabras, sus frases, sus cuentos, sus amarillos. Y es que al fin al cabo al terminar este libro una de las cosas que te viene a la mente es ese darse cuenta, el vivir en el presente y dejar un poco atrás las cosas del pasado que a veces no nos deja mirar hacia delante.

En definitiva, es un libro que recomiendo a todos el mundo, incluso a los retractores de los libros de autoayuda (entre los que suelo encontrarme). Si os gusta leer bonito y que os hagan reflexionar, no lo dejéis escapar.

¿Queréis saber qué son los soplos? Ya sabéis… Si queréis saberlo tendréis que leerlo.