Me di cuenta que en ese estado me estaba convirtiendo en uno de ellos, en uno de los que echan la culpa de lo que pasa a alguien sin entender que no podemos dominarlo todo, que se sienten vacíos y perdidos y atolondrados, llamados al escuadrón de los cobardes y mártires de órdenes para los que no hay seguidores, más que uno mismo de cada uno mismo, vencidos y convencidos de que no hay nada que hacer.
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