El viejo y el mar

“Nadie debiera estar solo en su vejez —pensó—. Pero es inevitable.” ~ El viejo y el mar de Ernest Hemingway.

Santiago es un viejo marinero de la costa cubana. Atraviesa una temporada de mala pesca y las supersticiones pesqueras sobrevuelan sobre él. Ni los padres de Manuel, su joven aprendiz, quieren que el muchacho lo acompañe. Así que Santiago, decidido a cambiar el rumbo de su historial de capotes sale a la mar alejándose la costa.

En el medio del mar piensa, habla con las aves, con el océano y con los peces. ¿Por qué no hacerlo si los ricos hablan con sus radios a bordo de sus yates?, se pregunta el marinero. En un momento determinado captura un gran ejemplar de pez espada con quien ha de batirse casi en duelo para conseguir pescarlo, una lucha a vida o muerte.

Si hay un libro que he leído en varias ocasiones ese es El viejo y el mar. No puedo abstraerme de mi vinculación con el mar cada vez que lo leo. Sufro por Santiago, su lucha, su respeto por la naturaleza y por el mar, su honra y su reconocimiento ante el valeroso pez que le planta cara. Adoro al joven muchacho que ve en Santiago más valores de los que aprender que la simple captura y rentabilidad de la faena. La mar y Santiago, Santiago y la mar, como la mayoría de la gente de la mar, son uno.