El viejo y el mar

La historia sigue a un viejo pescador, un hombre cuya esposa ha muerto y su único apoyo en el mundo es “el muchacho” un joven al que le enseñó a pescar desde que tenía cinco años y al cual ama tiernamente. Sin embargo hace semanas que el viejo no logra pescar nada y los padres del muchacho le exigen se vaya a otro barco con más suerte, el viejo no se lo toma a mal, es un joven y debe obedecer a sus mayores.

Ese día el viejo sale a pescar solo, es el día 85 y siente que la suerte está con él, y parece que lo ésta cuando atrapa al pez más grande de toda su existencia; pero las cosas no son sencillas, entre el hombre y el pez se desata una pelea que durara días y que le hará comprender al viejo que el pez es su hermano, que el pez es su igual y que lo ama, pese a todo.

Para esta historia Hemingway hace uso de un hombre ignorante y sencillo, un viejo tan humilde que sus pensamientos reflejan las incógnitas de la humanidad en su forma más simple. El hombre es bueno, pero en él viven el orgullo, la fuerza, el temple. Como pescador el viejo tiene sus trucos, sus artes, su orgullo; el pez es un animal, pelea por su vida y es hermoso en toda la fuerza de su naturaleza.

Con “El viejo y el mar” la vida nos da una lección, que no importa qué tanto te esfuerces ni lo mucho que pelees, a veces la vida no recompensara tus esfuerzos, de hecho la vida se jactara en aplastarte, lo importante es que no te estanques en ese momento, también en la miseria existe una enseñanza, lo que vale es que a la mañana siguiente sigas soñando con leones jugando en la playa.
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