Pura pasión

Cualquiera de las variantes por la que la autora determinó hacer este libro la aplaudo:
Terapia? Exhibicionismo? Autoconocimiento? Aplaudo su valentía.

Cada frase de esta autobiográfica obra está al desnudo. No hay adornos ni prejuicios; solo hay la realidad dolorosa de una mujer que expone un sentimiento ridículo y perturbador. Para todos conocido, pero callado. Experimentado, pero soportado.
Nunca antes había yo sentido (porque se siente) la pequeñita distancia entre el placer de ver a su amado y el dolor de despedirle (relación con un hombre casado) que la autora describe con desgarro, con intimidad, con auténtica honestidad, sin quedarse con nada de este sentimiento que la atropellaba, la angustiaba, la vejaba y a su vez, adoraba como parte exquisita de su existencia: "Para mí no había cronología en esta relación, solo conocía la presencia o la ausencia"

Esta mujer es feminista, entonces a que grado sigue creciendo su valor al exponerse como "objeto" de un idilio que la controla y asfixia, contra el que ni siquiera desea luchar. le deja estar, y lo cuenta, tan descarnado como lo vive, siente incluso la incapacidad y sinsentido de su vida si llegase a faltarle. Aceptando y sucumbiendo a las migajas de este extranjero que quizás (según nos relata) ni siquiera supo la intensidad de esta obsesión.

Un año después lo relata todo en este libro y es por lo que creo que es fuente de alguna terapia auto-impuesta, o quizás sólo fue deseo de hacer literatura y lo compré... y le seguiré comprando su obra. La honestidad es una virtud: no está sobrevalorada, es lo mejor que queda en este ahora de incertidumbres, donde las redes han venido a amargarnos un poco la autenticidad. Todos podemos ser "otros", todos podemos "esconder" tras un ordenador un defecto y defender un ideal que quizás ni compartimos. Annie Ernaux decidió ser ella misma, llena de defectos dolorosos y lo compartió contigo y conmigo, hijos también del error, pero quizás menos valientes para exponer la vida así, a disposición del juicio de otro.

“Desde septiembre del año pasado no he hecho más que esperar a un hombre.”

Brutal.

No me extraña que en el primer párrafo la autora mencione a aquellas famosas películas X codificadas que emitía Canal + en sus inicios. Su novela, aunque justo lo contrario de codificada, también es pornográfica: “una presentación abierta y cruda”, como define el término la RAE, de una pasión irrefrenable que, si bien no busca excitar, consigue de una forma desnuda y directa perturbar al lector con su absoluta ausencia de pudor emocional.

“No quiero explicar mi pasión —lo que equivaldría a considerarla un error o un desvarío por los que hay que justificarse—, sino sencillamente exponerla.”

Un relato autobiográfico (un término que incomoda a la autora pero que soporta mejor que el de autoficción) en el que Ernaux nos revela los sentimientos que dominaron su vida durante el año que mantuvo una relación con un hombre casado. Un hombre que, por encima de su trabajo, de sus amigos, de sus propios hijos, monopolizó cada segundo de su vida, la cual prácticamente consistía en esperar una llamada telefónica en la que oír su voz pronunciando su nombre (“«¿podemos vernos?», uno de los momentos más hermosos que existen”) y pasar unas pocas horas con él (“«solo quedan dos horas», «una hora», o «dentro de una hora yo estaré aquí y él se habrá marchado de nuevo». Me preguntaba con asombro: «¿Dónde está el presente?»”).

“Para mí no había cronología en esta relación, solo conocía la presencia o la ausencia. Me limito a acumular las manifestaciones de una pasión y a oscilar incesantemente entre «siempre» y «un día», como si este inventario fuera a permitirme alcanzar la realidad de esta pasión.”

Una situación en la que cielo e infierno quedaban intensamente entremezclados, en la que todo el placer que obtenía de sus encuentros estaba unido al dolor de la despedida y la ausencia, consciente en todo momento de que más pronto que tarde su vida, sin él, desembocaría en “una retahíla de días sin ninguna esperanza”. Y aun así — “Me habría gustado no tener nada que hacer salvo esperarle”— era incapaz de concebir una existencia que no estuviera dominada por la profunda pasión que sentía por un hombre que, por su parte, podía estar días y días sin dar señales de vida (“En cierto sentido, yo tenía más suerte que él”).

“… cuando me encontraba rodeada de otras mujeres, en la caja del supermercado, en el banco, me pregunta si ellas tenían, como yo, un hombre metido a todas horas en la cabeza o, de no ser el caso, cómo se las arreglaban para vivir así…”

No obstante el apasionado y descarnado desnudo integral que nos retrata, algo parecido al pudor asoma de vez en cuando en el relato y, junto a frases tan bestias como que “Una noche, se me ocurrió someterme a la prueba del sida: «Por lo menos me habría dejado esto»”, encontramos reflexiones acerca del por qué de esta confesión pública, de su posible efecto terapéutico, de su quizá carácter exhibicionista…

“Me pregunto si no escribo para saber si los demás no han hecho o experimentado cosas idénticas, o al contrario, para que les parezca normal experimentarlas. O incluso para que las vivan a su vez, olvidando que un día las leyeron en alguna parte.”

Una historia íntima e intensa que nos choca aun más viniendo de una mujer de su posición social y cultural, que siempre mantuvo un compromiso militante con el feminismo y que ahora descubre “de lo que uno puede ser capaz, que equivale a decir de todo.”

“… me acerqué al límite que me separaba del otro, hasta el punto de que a veces creí traspasarlo.”

Eso piensa ella, yo más bien creo que los límites a los que se acercó, nunca se alcanzan, fueron a los de su autoconocimiento.

“… seguía empleando todos los recursos que ayudan a soportar la pena, que infunden esperanza cuando, razonablemente, ya no la hay: hacer solitarios, echar diez francos en el bacín de un pordiosero en Auber formulando un deseo: «Que telefonee, que vuelva», etcétera. (Quién sabe, tal vez, en el fondo, la escritura forme parte de este tipo de recursos.)”

Tengo sentimientos encontrados… Es un libro cortísimo, de 80 páginas. Pero lo que tiene de corto lo tiene de intenso. La historia tiene tintes autobiográficos y en ella, se nos cuenta cómo la vida de una mujer se para por completo al conocer a un hombre casado con el que mantiene una aventura. A partir de ese momento sus pensamientos y sus actos van dirigidos únicamente a esa persona, olvidándose de todo lo demás. Me ha chocado mucho su narración tan visceral, que sea una especie de confesión sin edulcorar en la que la autora se desnuda y nos habla de esa etapa de su vida sin ningún tipo de miedo ni tapujos (en este sentido chapó). ¿quién no se ha enamorado perdidamente al menos una vez? ¿quién no ha sufrido nunca por amor? Creo que es un libro complejo y con mucho debate al que se le puede sacar mucha chicha en cuanto a la parte psicológica/emocional. Pero siento que no ha sido para mi. Esperaba encontrarme con algo similar a “Carta de una desconocida”, de mi adorado Zweig pero ha sido otra cosa totalmente diferente. Igual también eso me ha influenciado un poco😅

Novela corta. Se lee muy rápido. Se disfruta con la manera de escribir de la autora. Una pequeña joya para disfrutar de su lectura. Una buena novela de iniciación para adentrarse en la obra de esta escritora ganadora del premio Nobel. Totalmente recomendable.

No se le ha podido poner mejor título a esta breve novela. Mucha pasión es lo que te puedes encontrar entre sus páginas, y sobre todo, con una escritura que te atrapa en cada una de ellas.

Una lectura que devoré en un par de horas y que te deja con ganas de leer más textos de Annie Ernaux. Es un claro ejemplo de que un libro no tiene por qué tener abundantes páginas para que tenga una buena historia y te enganche.

Se trata de un texto autobiográfico donde la autora nos relata sus pensamientos a modo de diario durante los meses que duró su aventura con un hombre casado. Tiene tal magnetismo a este hombre que llega a obsesionarse, esperando impacientemente cada reencuentro.

Tras cada encuentro con su amante, nos describe una larga y angustiosa espera hasta la próxima llamada telefónica para quedar. Es como si el tiempo solo pasara cuando están juntos, donde lo que pasa entre medias de su vida no contara. La protagonista aguarda constantemente e impacientemente su llamada, preparándose emocionalmente mientras dura la espera. Tras el breve encuentro con su amante, vuelve la agonía de la despedida y vuelta a la larga espera de la siguiente llamada. Esta tiempo que pasa entre cada reencuentro consume a la protagonista, llegándose a sentir humillada.

Quién no ha tenido pensamientos y sensaciones similares alguna vez en la vida al enamorarse de alguien, y esperar ansiosamente un simple mensaje suyo o una llamada, y más aún en relaciones a distancia.

En definitiva, un libro muy breve lleno de amor, anhelo, deseo y largas esperas. Como podéis comprobar, el argumento no dice mucho, pero lo mejor de la novela, la escritura en sí y forma de contarla de Annie Ernaux.

No es una historia de amor o de desamor, es la autopsia de un sentimiento pasional. Pura pasión es una obra donde la autora diseccionar ese sentimiento que la mantuvo presa de sí misma y nos muestra como la esperanza, la desesperación, el temor, la soledad y la inquietud pueden llegar a cohabitar en un mismo instante.
Insisto, esta historia no narra el encuentro de dos personajes que tienen una aventura amorosa, tampoco es una introspección psicológica del porqué reaccionamos de cierta manera con ciertas personas, no, esta obra es más bien una suerte de exteriorización de un sentimiento por el que casi todos hemos pasado o pasaremos en su momento: la pasión de entregarle tu vida a alguien simplemente porque está en tu vida. Claro, está pasión no es como en las novelas juveniles donde todo sale bien después intrincadas peripecias, esta pasión lleva consigo miedos, obsesiones, desgastes y, al final, un profundo sentimiento de soledad que poco a poco nos hace pensar que es preferible estar muertos.

Todo narrado desde la memoria, sin filtros y con una prosa bastante amena, simplemente genial.

«Pura pasión» se lee solo. Son 80 páginas que se van sin darte cuenta, en un suspiro, porque la autora tiene una forma de narrar delicada, sencilla, austera y cercana. ¿Qué tendrán las escritoras francesas que últimamente tanto me embelesan con su pluma?

El libro es una novela (quizá incluso con tintes ensayísticos) autobiográfica, en la que Annie Ernaux nos narra su enamoramiento de un hombre casado, un diplomático de un país del este que tiene un aire a Alain Delon y por el que pierde absolutamente el norte.

Ella es una mujer culta, económicamente independiente, divorciada y con hijos ya mayores. Cuando leía cómo se expresaba, sobre él y su relación con él, en tono de absoluta desesperación, me sentía mal, desolada porque esas relaciones tóxico-dependientes trasciendan más allá de la inexperiencia, el desconocimiento del amor, la libertad de decidir o simplemente la razón.

La historia gira únicamente en torno a su desesperación por verle, su necesidad de intimar y de cómo, aun estando con él, es incapaz de disfrutar del presente porque anticipa la pérdida. Él es una necesidad tan profunda y tan intensa, que estar con él no le es suficiente.

La autora logra, sin lugar a dudas, desesperarte, al hacer absolutamente todo lo que le dirías a un buen amigo o amiga que no debería hacer en una situación así. Y, por otra parte, a veces logramos empatizar con ella, porque seguramente todos o casi todos hemos perdido la cabeza por alguien en algún momento y se nos ha nublado un poquito la lógica.

«[...] No he escrito un libro sobre él, ni siquiera sobre mí.»
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Y es completamente cierto. Annie Ernaux no es en realidad protagonista de esta novela breve autobiográfica, ni siquiera el hombre con el que tuvo una aventura lo es. La estrella es la, como bien dice el título, pura pasión que la envolvió en aquel tiempo. Y la describe tan bien que aún sin haberla vivido de ese modo, puedes palparla y tal vez reconocerte en pequeños comportamientos o pensamientos.
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«[...] decidí ponerme a escribir para permanecer en aquel tiempo en el que todo tendía a lo mismo, desde la elección de una película a la de un pintalabios, hacia alguien. »
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Pura pasión es la narración de una obsesión, de una dependencia desmedida, del pánico a la pérdida, de la entrega absoluta. Y surge de la necesidad de dar sentido a lo que se siente aun a sabiendas de que es un sinsentido.A pesar de girar constantemente en torno a lo mismo, su brevedad y las reflexiones que Annie vuelca en el texto, no saturan. Y tanto el uso de la primera persona, como el conocimiento de que existe una base autobiográfica, ayudan a conectar con el texto. Un texto que, por cierto, me lleva directamente a la lectura de El acontecimiento, basado en un hecho que ya se cita en Pura pasión.Es lo primero que leo de la recientemente premiada con el Nobel de literatura y estoy muy motivada a seguir explorando la obra de una mujer que no tuvo reparos en escribir sobre su propia vida.
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«[...] no siento ninguna vergüenza por anotar este tipo de cosas, y ello se debe al lapso que media entre el momento en que se escriben, cuando soy la única que las ve, y el momento en que la gente las leerá, y que, me da la impresión, no llegará jamás.»

Primera incursión en la escritura de Ernaux con esta novela breve que más bien se trata de un relato autobiográfico sobre una obsesión.

La autora nos habla de la espera constante a la aparición de la figura anhelada, un hombre casado con el que mantiene una relación únicamente sexual para él.

Es esta agonía hasta el siguiente encuentro lo que impide a la protagonista percibir lo que acontece a su alrededor, sus sentidos se hallan secuestrados por esa excesiva pasión que la desborda. La autora relata muy bien ese estado, en el que la persona es incapaz de hallar estímulos en el exterior o sentido a cualquier cosa que no sea el contacto con su objeto de deseo.

No tengo mucho más que añadir, pues se trata de un relato personal y que se lee fácilmente, aunque tampoco ha sido un acercamiento fascinante.

Una opción ligera para un primer contacto con la autora.

Ayer anunciaron su premio Nobel y puedo contaros que, hace unos días fui a la peluquería y, mientras el tinte agarraba y la mascarilla actuaba, pude leer con toda tranquilidad estas 74 páginas en las que la genial Annie Ernaux nos descubre una historia de pasión, no sé si pura, como han traducido al español, o simple, como dice el francés original, aunque quizás alguien que domine el francés pueda decirme que ambas acepciones son equivalentes.
La maravilla reside en que ella lo relata a posteriori, siendo perfectamente consciente de que lo que le ocurre es una anomalía y cómo lo descubre y describe sus sentimientos y sensaciones.