Vía en construcción

Dos niños sueñan y nos muestran sus anhelos, sus flaquezas. Un adulto, educador infantil, conjuga vida familiar y un vocacional trabajo sin horas de descanso. El catalán Eric Martínez Girón empieza su última obra, Vía en construcción, a bocajarro, progresando de una escena a otra en el momento preciso, tras la frase justa e incisiva, que genera una intriga, una inquietud sensible, una zozobra, que no remite ni siquiera al final de la pieza. Tras un inicio con un acertado uso de los monólogos paralelos, los niños, sin la esperanza en el futuro de la religión, con carencias familiares de todo tipo, parecen adolescentes, su lenguaje y su actitud no son propios de unos niños de diez años. Son víctimas, que dejan pasar el tiempo y nada del yermo moral que les rodea les tiende la mano, sin conciencia del peligro, porque el día que viene les depara más de lo mismo, sin una pizca de bienestar, porque el mañana solo es un prometedor sueño que se desvanece al alba cuando es momento de saltarse las clases, de fumar, de algún pequeño robo, de colarse en algún cine, de cometer la mayor de las atrocidades con una frialdad alarmante. Son niños desencajados sin una fuerza que les empuje hacia delante, a pesar de los esfuerzos del educador, exentos de rabia y desesperación, pero residentes al borde del tempestuoso acantilado, donde quizá, algún día, dejen de huir para encararse con el ser y comprueben, como ya lo comprobó Leopardi, que naufragar en el mar de la vida puede ser dulce.
Martínez Girón ha escrito una obra calibrada, sin estridencias ni chatarrería literaria, bañada por un tinte crepuscular, un azul henchido de grises, oscuro pero impregnado por la luz del educador infantil, porque el autor catalán busca en los márgenes de la sociedad e interpela directamente al lector durante las 21 escenas, muy bien hilvanadas, que componen Vía en construcción. La razón del título obedece a que “el desarrollo de los niños es como una vía a medio construir y nosotros los encargados de acabar de poner los raíles que faltan”, pero hay casos en los que el tren llega y los raíles que faltan no están listos para soportar su pesado transcurrir.
Desde su primer estreno Cementerio de elefantes, pasando por Lo que no se dice (sobre la política de hijo único china) y Cromosomas, en el teatro de Martínez Girón tiene relevancia lo que se oculta o subyace, los temas de corte social, la incomprensión, la amistad, la esperanza. Martínez Girón es un autor con futuro que vale la pena seguir de cerca.