Mu madre era aficionada a cocinar, pero sus ideas fundamentales sobre la cocina eran que sí trabajas mucho y prosperabas, alguien guisaría para ti.
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Mu madre era aficionada a cocinar, pero sus ideas fundamentales sobre la cocina eran que sí trabajas mucho y prosperabas, alguien guisaría para ti.
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Algo que nunca he entendido es qué debe hacerse para que cuando una se case sigan ocurriéndole cosas. Suceden cosas cuando una está soltera. Se conoce a hombres, se viaja sola, se contraen hábitos nuevos, se lee a Tropolle, se prueba el sushi, se compran camisones, se depila una las piernas. Entonces se casa una y el vello crece.
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—¿Me estás sugiriendo que pida en matrimonio a alguien de quien no esté enamorada y que luego me tire al estanque de las focas? —pregunté. —Te estoy sugiriendo que hagas un gesto memorable, disparatado e irrevocable —dijo Richard—; el mío fue pedirte que te casaras conmigo y luego arrojarme al estanque de las focas. Tú puedes elegir el tuyo. |
Así soy de burguesa: en la décima de segundo que cogí el pastel para tirárselo a Mark, en el mismo momento en que iba a realizar el acto más valiente de mi vida, aunque también el más episódico, pensé para mí: “Gracias a Dios que el suelo es de linóleo y puede limpiarse.
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A lo mejor se ha muerto, pensé. Eso no lo resolvería todo, pero arreglaría algunas cosas. No estaba muerto, claro. Nunca se mueren. Cuando quieres que se mueran, no se mueren.
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—Deja de hacerte reproches —dijo Julie—. Tú tenías confianza en él. Hay que tener fe en el hombre con quien estás casada; si no, te pasarías la vida repasando la factura del teléfono y los recibos del American Express.
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¿Es inevitable el momento en que todo te molesta, en que te pone frenética que fume, que tosa por las mañanas, que desparrame migas de pan, que exagere, que conduzca como loco o que diga: «Entre tú y yo»? Cuando te enamoras de alguien, una parte de tu amor la constituyen las diferencias entre los dos; cuando te casas, las diferencias empiezan a volverte loca. Cuando te enamoras de alguien, te dices a ti misma: bueno, en realidad nunca me han interesado ni la política, ni el bridge, ni el francés ni el tenis; y cuando te casas, empiezas a volverte loca porque tu marido ni siquiera sabe quién se presenta a la presidencia. Ese es el momento en que todo psicoanalista te dirá que tu problema se deriva del temor a la intimidad; que estás vinculada a tu madre o que tienes una fijación con tu padre. Pero a mí me parece que lo que ocurre es mucho más fundamental; yo creo que resulta casi imposible vivir con otra persona.
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Quería un hombre que no fuera calvo, ni gordo ni con mucho vello en el cuerpo. Quería un hombre con piernas largas, caderas estrechas y arrugas en torno a los ojos producidas por el hábito de reír. Después maduré y me conformé con un maniático de grado inferior que tenía hámsters. Al principio pensé que era excéntrico y encantador. Pero luego, no. Luego quería matarlo.
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El nombre de la nación desde donde se organizan los juegos cada año es...