Las cosas que perdimos en el fuego

Accedí a este libro ya que durante este confinamiento por el virus COVID-19, la editorial Anagrama, desde su sitio web, liberó algunos títulos en formato electrónico. Es el primer libro que leo en el Kindle y la verdad es que fue mucho mejor de lo que pensaba, siempre tuve el prejuicio con los libros digitales, sin embargo ya entiendo perfectamente los beneficios de leer en este formato.

Desde la primera frase me encantó, me atrapó por completo la forma de escribir de la autora, el uso preciso de la puntuación y las expresiones argentinas. Desde el primer momento escuché su voz dentro de mi cabeza contándome estos doce cuentos. Mi amiga, Lucía, me dijo que me iba a gustar este libro: que es oscuro como me gustan.

Enganché enseguida con el primer cuento, del degolladito, me sentí en la casa vieja y hermosa de Constitución, en la que vive la protagonista. Me identifiqué con esta protagonista, que la creen loca por elegir vivir en la casa familiar, sola y en un barrio olvidado. Varios de los doce cuentos se desarrollan en casas viejas o abandonadas. A mi también me gustan las casas antiguas. Constitución es un barrio marginal y peligroso de Buenos Aires, la cruda realidad de las personas que viven en las calles, sin domicilio fijo, de estos barrios es la pesadilla cotidiana que testimonia el personaje principal de este cuento. La precaria situación de los adictos al "paco" la droga más marginal de la capital porteña me recuerdan a la similar situación de los adictos al "basuco" de la ciudad en la que vivo, capital ecuatoriana. Me imaginé, por un momento, que en todas las ciudades del mundo deben perdurar estas casas y mansiones del pasado que resisten el paso del tiempo. Me emocionó la idea de conocerlas todas. Después me dió un poco de recelo imaginar todos los fantasmas que las habitan.

Me fascina cómo la autora, desde el yo que narra, logra comunicarnos las emociones más profundas y escondidas de sus personajes. Por ejemplo, en el cuento “La Hostería” sobre dos chicas adolescentes, la forma en la que describe Florencia a su amiga Rocío evidencia un enamoramiento que el propio personaje ni se entera todavía. Es como si la autora, nos permitiera hurgar en los pensamientos más inconscientes de sus protagonistas y así hurgar en los nuestros. Las imágenes que describe son tan precisas que resultan casi conocidas. Es por esto que las descripciones de escenas perturbadoras y terroríficas dejan una huella clara - cicatrices- en la mente, difíciles de olvidar. Los personajes que narran y nos cuentan la historia, siempre distintos, nos resultan conocidos, parecidos a nosotros mismos. Representan actitudes y pensamientos comunes pero profundos, que nadie los menciona en voz alta pero que son fáciles de reconocer en uno mismo.

Cada cuento resulta interesante, fácil y rápido de leer, es complicado perder el ritmo de lectura ya que la angustia se asienta lentamente como otra protagonista escondida. El libro me lo he leído en un total de 5 días, ha sido totalmente atrapante y envolvente. El cuento que me causó pesadillas, a pesar de que lo disfruté mucho, por sus angustiantes imágenes es “El patio del vecino”. La oscuridad, la magia, los espíritus, los asesinos, la fantasía, la maldad y el dolor existen retratadas en el cotidiano de los personajes más comunes, se vuelven casi reales.

En un trasfondo de crítica social y política del país, sobre todo en el primer y en el último cuento, Mariana Enríquez habla de lo que nadie habla: de la extrema pobreza, las adicciones, la dictadura, las drogas, las malformaciones, las enfermedades mentales, el machismo, la locura, la soledad, los asesinatos, la depresión y la misoginia. Todos estos elementos de terror que vemos diariamente y nos resultan indiferentes y normales.

Doce historias cortas que, aunque no tienen nada que ver entre ellas, si tienen dos puntos en común. El principal y presente en todos es el cuadro de Argentina donde se desarrollan, una Argentina oscura y cruda, con gente de la calle, que queda de manifiesto en el lenguaje vulgar que usan muchos de los personajes. Y el segundo punto, es que las historias no son historias de terror convencional, si no de uno que crea incertidumbre de miedo real, pues las cosas que cuenta son tan mundanas, en lugares tan cercanos, que uno se pregunta si le puede llegar a pasar. Si uno se para a pensar es cuando llega la angustia, la inquietud de verdad, de que te pase a tí.

Lamentablemente la gran mayoría de los relatos me decepcionaron 😕. Excepto por dos que me parecieron excelentes: "El chico sucio" (Brutal, me dejó de piedra) y el que da título a éste libro "las cosas que perdimos en el fuego", un relato que da que pensar. No hay nada de terror en él, pero lo que invita a reflexionar es algo que da realmente miedo. La historia empieza con una mujer que, fruto de los malos tratos en su relación, ha sufrido quemaduras en gran parte de su cuerpo, desfigurando su cara, y se dedica a mendigar en el metro. Muchas parejas acaban sufriendo el mismo destino: hombres que queman vivas a sus mujeres y, aquellas que sobreviven, son entonces monstruos con la cara derretida para la gente. Las manifestaciones de mujeres en contra de estos delitos empiezan, hasta que una mujer un día, ya harta de que los hombres las quemen sólo porque pueden, decide prenderse fuego y a partir de ahí aquello se acabará convirtiendo en el nuevo Canon de belleza de las mujeres, las mujeres quemadas.

Exceptuando esos dos relatos que mencioné, los demás me parecieron muy meh! 😒 normales. Algunos me dejaron con una sensación de no haber entendido nada de lo que sucedía como en "la hostería" o de que su lectura ha sido en vano. Eso sí, todos muy bien escritos.

En mi anterior aventura con esta señora — Los peligros de fumar en la cama — comentaba que algo había en sus relatos que me inclinaba a no descartarla del todo. Bien, pues tras esta nueva oportunidad doy por terminados mis encuentros con Mariana Enríquez: definitivamente, no me convence.

He encontrado los mismos defectos y los mismos aciertos que en el anterior y nuevamente los segundos no compensan ni de lejos a los primeros. Mariana Enríquez trata sus cuentos como denuncias de situaciones de todo tipo, la precariedad de la vida de los sintecho, las desigualdades económicas, la drogadicción o el fanatismo religioso o la superstición como salida inútil de la marginalidad de cualquier tipo, la represión, los asesinatos, las torturas, las desapariciones de la dictadura, los problemas mentales, la violencia machista, etc. etc, realidades todas francamente censurables. Todo esto está muy bien, hasta el tono misterioso o fantástico o sobrenatural le da un no sé qué que atrae, pero está todo tan mal acabado que al final todo el relato se desmorona dejándome indiferente.

Esta clarísimo que Mariana Enríquez ha sido mi gran descubrimiento del año y que vengo a darles la chapa otra vez con ella.
No hay nadie que narre cosas tan mundanas con tanta oscuridad. En estos relatos encontraremos trastornos alimenticios, orientación sexual, pobreza, enfermedades mentales, depresión, feminismo radicalizado, casas encantadas, extrañas desapariciones... Todo ello ambientado en un país lleno de folclore, leyendas y supersticiones: Argentina, la actual y la de la dictadura.

Precisamente por este motivo y esta ambientación me ha gustado mucho más este libro de relatos que el anterior. Además existe una pequeña conexión de este libro con la novela Nuestra parte de noche, ya que comparten un personaje.

Si eres de los que disfruta de lo grotesco y las descripciones detalladas te fascinan o ya tienes soltura en el género de terror te recomiendo muchísimo que te adentres en sus páginas. Disfrutarás de historias muy originales y rompedoras.

Lo he leído en una fantástica LC en la que he podido conocer otros puntos de vista, detalles que se me habían escapado e incluso opiniones discordantes con la mía. Sin duda ha enriquecido la lectura, porque a cada relato se le puede dar infinidad de interpretaciones y mensajes.

Espero que la autora consiga el reconocimiento que merece y siga maravillándome con todo lo que escribe

Mariana escribe diferente, original, pero a pesar de todo, este libro de relatos de “terror” para mí ha sido una decepción.

👍🏻 𝗣𝗿𝗼𝘀

☞ La pluma de Mariana es diferente, original, con personalidad y muy cercana. Como si la historia se contase un día cualquiera en un grupo de amigos.

☞ El enfoque social. Más que terror, me parece que lo que pretende Mariana con este libro es abarcar diferentes realidades sociales como la salud mental, la pobreza, el machismo, la discriminación, etc. me ha parecido interesante, aunque no era lo que me esperaba.

👍🏻 𝗖𝗼𝗻𝘁𝗿𝗮𝘀

☞ Sinceramente solo he sentido miedo en dos relatos, que me han parecido buenísimos, lo reconozco, pero el resto no me han gustado, porque para ser franca, terror no me ha parecido. Otras compañeras de LC sí han interpretado como terror las realidades que reflejaba la escritora, pero a mí me han parecido más una crítica social. Pero el terror es relativo.

☞ Sin embargo, mi GRAN PERO fue que en cierto punto, la lectura se tornó desagradable en exceso y, en mi opinión, sin sentido. No me malinterpretéis, yo leo novela negra, muchas de ellas desagradables y en este caso, la autora refleja la realidad de una forma cruda que me parece esencial para la ambientación, pero había cosas sumamente desagradables que estaban ahí simplemente por serlo, por llamar la atención y eso es lo que me hizo plantearme si dejar la lectura.