Crossed

Dicen los críticos que Crossed no es la mejor serie de comics. Que no está a la altura de otras series del mismo tema, ni a la altura de lo que se espera de Garth Ennis. Dicen que es prescindible. Que es simplona, incluso.


Pero para mí fue una revelación. La demostración, en vivo y en directo, de que si tienes algo en el corazón, eso va a hallar el camino y va a salir a la luz, aunque tú no quieras. Y la demostración de que con el peor material posible, si tienes una historia profunda dentro de ti, esa historia va a emerger.


Crossed es un cómic violentísimo, repugnante y pornográfico no: lo que sigue. La premisa es absurdamente simple: de pronto, sin mediar causa conocida, una porción de la humanidad se convierte en maníacos asesinos y violadores, que disfrutan torturando de las maneras más creativas a quien caiga en sus manos. Son unas máquinas de destrozar carne sin sentido de la culpa, que pueden contagiar a los demás rápidamente, y lo único bueno que tienen es que cuando se contagian les aparece una cruz roja en la cara, así que es fácil reconocerlos.


Con semejante material, deberíamos estar frente a una reverenda mierda: una producción gore e hipersexualizada, que alternara violaciones, destripamientos y violaciones con destripamientos. Pero Garth Ennis primero, y una serie de guionistas que lo continuaron después (entre ellos una verdadera eminencia: Alan Moore, lo más cercano a Dios entre los escritores de cómic), se las arreglaron para crear historias de verdad. Para ponernos en frente a personajes que deben tomar decisiones difíciles, que muestran su propia entereza o cobardía. Personajes que, aunque aparezcan brevemente, tienen que luchar con todas sus fuerzas: físicas, psicológicas y morales, porque no sólo se trata de sobrevivir, sino de sobrevivir como seres humanos.


Entre las abundantes escenas bestiales (que son legión), hay espacio para historias de redención... o algo así. Historias de cobardes que, de una u otra manera, encuentran su coraje en el momento que más lo necesitan. Historias de familias que luchan contra lo peor de sí mismas, y contra esta horrible especie de zombis. Historias de soldados que tratan de luchar contra la debacle con sus propias armas, y de sacerdotes que hacen lo mismo con las suyas. Historias en las que quizá alguien elija sumergirse en la locura, para escapar de este mundo espantoso. Y a veces, historias sorprendentemente intelectuales: un homenaje a La máscara de la muerte roja, de Edgar Allan Poe (apropiadísima elección, claro está), o una reflexión sobre el valor de la cultura, a cargo de Alan Moore.


Una obra cruel y sangrienta, que no se recomienda a nadie de estómago frágil: si no estás dispuesto a ver bebés reventados, ni te acerques por aquí. Pero también una obra valiente, que se animó a romper con los límites de la literatura de terror comercial, y que tiene la suficiente inteligencia para hablar de nuestros propios miedos y esperanzas. Si me lo permiten, vamos a terminar la reseña con una cita (inexacta, cito de memoria) de Ernesto Sábato, a quien no acusaremos de escritor de entretenimiento:


"Van Gogh trataba de pintar paisajes y puestas de sol que pudiera vender. Pero no podía, claro. le salían esos terribles árboles y esos terribles soles amarillos, sin que él pudiera evitarlo. Porque esos soles y esos árboles eran el retrato del alma de van Gogh".


[Considerando que la saga puede encontrar nuevos autores, y que hay formato de webserie y de producto audiovisual, consignaré que esta reseña está basada en Crossed Badlands, Crossed Psycopath, Crossed Family values y Crossed +100]