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Crítica de GemaMG


GemaMG
22 October 2020
El pasado verano volvimos a Chile, después de siete años, ha pasado poco tiempo desde ese mes de Agosto, pero han sucedido tantas cosas y la situación de hemos vivido ha sido tan extraña, que a veces me da la impresión de que ha sucedido en otra vida.
En esos días decidimos visitar el Museo de la Memoria, era algo pendiente desde que en mi primera visita me empeñara en visitar la Moneda y la estatua de Allende. No era un mal día, por la tarde íbamos a hacer una barbacoa, asique la mañana la utilizamos para acercarnos al museo.
Cuando acabamos la visita, las ganas de fiesta se quedaron perdidas entre los testimonios que desde los monitores me hacían temblar de miedo, de ira y de tristeza, testimonios de niños robados, de supervivientes de la tortura, de hijos y nietos de los que no superaron el dolor…
Colonia Dignidad, escuchar el nombre hace que las lagrimas afloren de nuevo, colonia dignidad hace que me plantee si el instinto de supervivencia es capaz de superar la maldad de los que se empeñan en doblegar la vida de otros, en destruirlos sin matarlos, en convertirlos en despojos humanos que ya no volverán a vivir, aunque sus corazones sigan latiendo.
El libro de Pascal Engman me ha traído esos recuerdos a la memoria, ¿como es posible conectar Suecia con la Colonia Rhein?, no es fácil, eso es evidente, pero así como la maldad humana no tiene límites, parece que tampoco tiene fronteras y es capaz de manifestarse en un lugar y tener su eco en la otra punta del mundo, en la tierra del fuego.
Y es que hay cosas que no cambian y aunque no lo creamos, o no lo queramos creer, por desgracia, siguen existiendo en el mundo lugares, que disfrazados de legalidad, siguen siendo escenarios de iguales atrocidades, búnkeres subterráneos escondidos en paisajes idílicos de bosques y lagos, en comunidades en las que todos intuyen, pero todos callan, porque los brazos del poder llegan muy lejos y no se sabe muy bien en quien se puede confiar, pues hasta aquellos cuyo deber es servir y proteger a veces se olvidan de que se deben a los demás y se cuidan solo de sí mismos, a costa de lo que sea y de quien sea.
El autor conecta magistralmente dos escenarios, Suecia y Chile, y lo hace a través de una serie de personajes enormes, unos personajes sin fisuras.
La vida hace extraños compañeros de viaje.
Una mujer policía, que no lo es por vocación, ni por convicción, ni siquiera por necesidad, sino por rebeldía y que, sin embargo, es una grandísima policía, intuitiva, perspicaz y que cuenta, además, y aunque a ella misma le cueste reconocerlo con el don de la empatía y un instinto más que desarrollado para saber con quién serlo.
Un delincuente con principios, un delincuente con un pasado de honor manchado, un delincuente intentando hacer el bien a través de los medios equivocados, un delincuente que busca a través de mal bien superior, para él y para los suyos.
Una pareja extraña, que funciona, que se complementa, que se alía para llevar a cabo una misión que parece desde el principio abocada al fracaso, una misión solo apta para valientes o para suicidas.
Un amigo que le debe todo a los principios del anterior, un amigo que es capaz de vender al único referente de su vida a cambio de dinero, mujeres y un lugar en el mundo, un amigo, al que el resentimiento, la desconfiada y su propia inseguridad transforman en un ser irracional y como tal, en un peligroso enemigo.
Un líder que disfruta siendo líder, un líder del mal a quien no le importa el delito, ni lo que implica si supone prestigio y sobretodo dinero, a montones, para él.
Con estos personajes y los de allende los mares que se creen por encima del bien y del mal, que suponen que los tentáculos de su poder pueden llegar a cualquier parte sin sufrir consecuencias y que manejan con mano de hierro sus “inversiones”, el autor se empeña en ponernos delante todas las miserias humanas, hasta las que, a fuerza de imágenes mil veces repetidas, parecen no hacer mella en nuestro espíritu, la corrupción, el tráfico de personas, los niños de la calle, el acoso, la violencia contra mujeres, niños y discapacitados, la drogadicción, la tragedia de los refugiados… el autor nos da una tras otra cientos de bofetadas de realidad y rompe esa coraza que la distancia crea en nosotros, porque su novela hace esas imágenes reales, cercanas, VERDAD.
Con un ritmo ágil que consiguen los capítulos cortos y la alternancia de los escenarios y las tramas, el autor consigue que la novela se pegue a nuestras manos y a nuestra mente, que no seamos capaces de parar, que necesitemos saber que ocurrirá después, que guardemos la esperanza de que los malos no ganen siempre, no lo ganen todo.
Ha sido una gran experiencia descubrir a este autor y ha sido una grandísima experiencia leer esta novela que, de ninguna manera, te deja indiferente.
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