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Para el alivio de insoportables impulsos, del escritor judío Nathan Englander, resulta ser una narrativa deliciosa por lo extraño que es adentrarse al mundo del contexto judío, tanto en el idioma como la visión del mundo, es como un platillo gourmet que probamos por primera vez; tan extraña como un sabatth o un kosher para alguien que es judeocristiano; leer a autores de otras culturas siempre enriquece nuestra propia visión de la nuestra. Igualmente extraño y apasionante resulta leer a los grandes autores japoneses o alemanes. No resultan esporádicas las palabras guetto, gilgul, hanuká, entre muchas otras. Nathan Englander no escribe como Saul Bellow, mucho menos como John Cheever o Isaac Bashevis Singer, escribe como él mismo y eso lo hace un nuevo nombre dentro de la literatura universa.
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