Agua dulce

Cuando un libro está escrito "diferente", es profundo, difícil de digerir, de leer, que nos obliga a un sobreesfuerzo para su comprensión y poder llegar a lo que nos quiere contar, hay que llenarse de paciencia y dejarse llevar para ver si llegamos a buen puerto o finalmente encallamos .
En este caso desde la primera línea me encantó la propuesta de esta escritora nigeriana que de forma inteligentisima nos ofrece un diálogo desde lo más profundo de la psique de la protagonista entre sus voces internas y el conflicto que se produce entre sus creencias y la vida real. La pelea contra sí misma, contra sus demonios interiores, y con la particularidad de que está contado desde el punto de vista de los diferentes espíritus que habitan en Ada.

- No sé qué es lo que va a hacer falta - me dijo una vez... -. Iré a terapia, seguramente. Pero no puedo seguir así. Necesito que desaparezcas.

Me ha parecido una propuesta valiente, sincera, muy actual, que aborda conflictos muy en boga, como los maltratos, la discriminación, o los problemas mentales desde una perspectiva más que original, desde el origen mismo del problema, nuestra mente individual, hasta el encontronazo con la realidad y el juicio social.

Queda como anécdota, quizás, y la primera vez que no me chirría al leerlo, el uso del lenguaje inclusivo en algunas partes del texto de muy buenas maneras.

Caben múltiples matices, como las cuestiones religiosas, creencias ancestrales, o la cultura étnica africana, con mucha influencia en la novela, pero a mí lo que me ha transmitido la lectura de este Agua dulce es mucha pena, mucho dolor, y alguna que otra lágrima.

Es mi mejor lectura de este año, a sabiendas que es el tipo de literatura que me gusta, y que no es un libro sencillo, lo recomiendo 100%.

"Agua dulce" nos habla sobre Ada, una niña nigeriana que a causa de haber nacido "con un pie en el otro lado" acoge en su interior a diferentes deidades y presencias ancestrales, su yo está fracurado por todas estas entidades, estás voces que conviven dentro de su propio cuerpo. Pasará su infancia como una niña sin el cariño de su padre y con la ausencia de su madre, que vive muy lejos, y esto la llevará a buscar este cariño allá por donde la vida la lleve. al crecer se trasladará a Estados Unidos para estudiar y será allí, a raiz de las diferentes relaciones que Ada empieza a experimentar con otras personas, donde los diferentes yoes que la ocupan ganaran fuerza y dominio sobre ella, dejando a la propia Ada en un segundo plano dentro de su propio cuerpo.

Probablemente "Agua dulce" sea una de las historias más extrañas y peculiares que he leído en mi vida. No sé si es por la forma de contar la historia o por los temas que trata le autore, pero es una historia que te perturba, pero que te atrae a partes iguales. Si consideramos que posee tintes autobiográficos, le da una magnitud aún más inquietante a la historia. Toda esa idea de diferentes deiades conviviendo en un mismo cuerpo, usando cada uno este para sus propios intereses. Inquientante, desde luego.

Me gustaría conocer un poco más de estas creencias que tienen que ver con estos espíritus o deidades que conviven dentro de una persona, ese ogbanje que le autore se considera a si misme. Esa multitud de entidades conviviendo en elle, y como es expresado a través de las páginas de la novela me ha impactado bastante. Aunque hay que tener la mente abierta para disfrutar de la obra sin hacer apreciaciones (prejuiciosas) propias sobre que le pasa a la protagonista. Es interesante como estas entidades y la misma Ada, sin considerase humanos, hacen un repaso bastante acertado de los peores instintos humanos.

No es una novela fácil de digerir, porque a lo extraño o peculiar, hay que sumarle escenas o circunstancias bastante duras de violencia, de muchos tipos, pero especialmente sexual, y tratar de ver la situación desde el punto que te quiere mostrar le autore es complejo. La crudeza es quizás una de las grandes caracterísiticas de esta historia. No es una historia fácil que nos somete a un constante desconcierto, principalmente porque de lo que trata, lo que nos cuenta, nos resulta muy alejado, muy desconocido.

Akwaeke Emezi es una persona no binaria, y no solo es une escritore, sino que también es une artiste visual y escultore. Me parece que es de eses autores que son igualmente interesantes por lo que escriben como por si mismes. Y el hecho de que la obra hable en parte (no sé en que medida) de hechos reales consigue enfatizar esa curiosidad que me da le autore. Agua dulce es su primera novela, publicada en 2018, pero ya tiene varias más publicadas. Ojalá prontito en español tengamos alguna más. Me alegra ver como las nuevas editoriales están apostando por traer cosas diferentes, arriesgando a mostrar mejor este mundo tan diverso. Desde ahora Consonni será una editorial a la que le siga la pista, todo su catálogo pinta increíble.

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«La primera vez que nuestra madre vino a buscarnos, gritamos.»

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Así comienza la que ha sido mi primera lectura del 2022. Así comienza esta maravillosa novela que me ha hecho explotar la cabeza. Sí, no tengo reparo en decirlo desde un principio. Es más, me parece esencial hacerlo ya que es lo cierto y es lo que siento. Maravillosa desde la primera hasta la última palabra. Aunque pensándolo bien, hay algo en lo que me estoy equivocando. Etiquetar 'Agua dulce' como novela es un error ya que es mucho más que eso. Un viaje a Nigeria. Un viaje a la mente e interior tanto de Ada como de Akwaeke Emezi. Un viaje que atraviesa las páginas y nos hace explorar nuestro propio interior, cuestionarnos y enfrentarnos a lo que mas nos atormenta.

Comencé a leer y la confusión se apoderó de mi ser. No comprendía lo que estaba leyendo. Me encontraba descolocada y boquiabierta a partes iguales pero decidí seguir leyendo. Decidí que la historia, Akwaeke y Ada me sacaran de esa confusión, y así fue. La confusión se difuminó dejando paso a la fascinación. Porque leer a Akwaeke me ha parecido totalmente fascinante. Fascinante su estilo narrativo, tan bonito y descarnado. Su historia, tan compleja, interesante y necesaria. Su mensaje, claro y encriptado a partes iguales. Su protagoniste, Ada, que tiene mucho de Akwaeke. Que se instala en tu corazón ya que le acompañas en todos sus momentos cruciales, en su dolor y evolución, y una vez llegas al final, te das cuenta de que nunca le vas a olvidar. Que hasta el gesto más cotidiano de tu vida te hará recordar todo lo que has experimentado a su lado.

Primera lectura del 2022 y decir que ha sido un flechazo también se queda corto. No miento si digo que nunca había leído algo igual, ni siquiera parecido. No miento si digo que tengo claro que leeré todo lo que se traduzca de Akwaeke Emezi, todo lo que caiga en mis manos. No miento si digo que esta lectura me ha enseñado muchísimo más de lo que me podría esperar y que, aún a día de hoy, me sigue haciendo explotar la cabeza.

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¿Qué pasaría si tuvieras que compartir tu mente y tu cuerpo con otros seres? ¿Qué ocurriría si unos dioses menores compartieran tu existencia y poco a poco tu propio yo fuese quedando relegado a un segundo plano? ¿Cómo se puede vivir cuando tanto tú como tu mente están rotas? ¿Cómo sobrevivir si nacer con un pie en el otro mundo implica que cada día es un verdadero reto? Hoy quiero recomendarles Agua dulce, la extraordinaria y desgarradora ópera prima de Akwaeke Emezi. Una novela que duele pero que es muy necesaria.

«Éramos a la vez viejes y recién nacides. Éramos ella, y al mismo tiempo, no lo éramos. No estábamos conscientes, pero sí vives. de hecho, ese era el problema primordial. Que éramos un nosotres aparte en lugar de ser, pura y llanamente, ella».

Esta es la historia de Ada, una joven nigeriana a la que veremos crecer mientras tiene que lidiar con los ọgbanje. Según las creencias igbo, los ọgbanje son espíritus malignos que habitan los cuerpos de los niños y que traen desgracias a sus familias. Para Ada, nacer con esos espíritus implicó que nunca pudiese ser una niña o una adulta normal. Tener una puerta abierta entre el mundo de los vivos y el de los espíritus (que debería estar firmemente cerrada), transformará su existencia en un reto continuo.

No será Ada quien nos cuente su historia, nuestros principales narradores serán esos semidioses, que se identifican a elles mismes como Nosotres. A través de sus palabras conoceremos lo que implica para nuestra protagonistas su existencia, qué pasa cuando se encierran a dioses en un cuerpo mortal, y cómo, paulatinamente, ese conjunto de espíritus va ganando identidades y teniendo personalidades separadas. Una de ellas será Asụghara, quien hace su aparición cuando Ada se muda a Estados Unidos para estudiar en la universidad y necesita desesperadamente alguien que la proteja de los horrores disfrazados de amor que allí sufrirá.

«A menudo los humanos rezan y luego se olvidan de lo que son capaces sus bocas, olvidan que todos los oídos están atentos, que cuando orientas tu anhelo hacia los dioses, los dioses pueden tomárselo como algo personal».

Ir descubriendo paulatinamente cómo fue el nacimiento de Ada y sus primeros años en Nigeria, así como conocer a su familia es alucinante a la par que desgarrador. Lo que implicaba que ella no fuese una niña tranquila a diferencia de sus hermanos, que tuviese pesadillas constantemente, y como a poco se fue rompiendo. Porque los espíritus malignos que habitaban el más allá querían reunirse con aquellos que vivían dentro del cuerpo de la niña, y los odiaban por no volver con ellos. Pero aún más descorazonador es ver lo que ocurre en la vida real, que poco tiene que ver con los dioses (o quizá sí).

Aunque nada nos puede preparar para lo que vivirá la joven al empezar la universidad y comenzar a salir con un chico. Hay muchas maneras de romper un cuerpo y una mente. Y la de Ada terminará tan dañada que es difícil imaginar que hay espacio para la salvación, pero lo hay. le autore deja lugar para la esperanza, las segundas oportunidades y para encontrar la paz entre nuestros propios demonios. Para aceptar los traumas, liberarse de la culpa y encontrar consuelo. Pensar que el libro está basado en las vivencias de le autore me deja sin palabras.

«El mundo de mi cabeza ha sido mucho más real que el de fuera… no quería estar sola, así que les elegí a elles».

Dioses y enfermedades mentales, sacrificios y autolesiones, soledad, culpa… Agua dulce, de Akwaeke Emezi, es una historia dolorosa pero brillante, una de las que no se olvidan. Una novela muy bien escrita que nos habla del abuso y sus consecuencias, así como de las enfermedades mentales y su estigmatización. de los mecanismos que usa nuestra mente para sobreponerse a los traumas y sobrevivir. Lo que implica no estar a gusto con tu propio cuerpo o que no puedas confiar en tu propia mente. de lo difícil que es encontrar nuestra identidad si sentimos que no encajamos. Una obra que, además, nos permite descubrir parte de la cosmología igbo que a mí me resultó fascinante. Que voz tan poderosa la de Emezi y que maravillosa la traducción de Arrate Hidalgo. ¡Leed la novela! No se arrepentirán.

¿Han leído Agua dulce? ¿Les llama la atención?
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Resulta tremendamente difícil hablar de este libro, porque las coordenadas en las que se inserta no me son familiares, y creo que sería muy poco oportuno por mi parte el intentar leerlo desde un lugar que no le pertenece.

En este libro caminaremos con la protagonista, Ada, que se encuentra escindida en mil pedazos, a la merced de unas pequeñas presencias, diosecilles pertenecientes a la cultura igbo, que tiran de ella hacia lugares oscuros, pero también hacen posible que camine hacia delante en un mundo hostil, lleno de violencia, de la que intentarán protegerla a su manera, una manera que no se parece en nada a aquello que nosotras podemos entender por proteger.

Estes diosecilles, les ogbanje, tiran de Ada hacía su mundo, fuera del mundo de los humanos, y ese estar en el medio de dos mundos también tiene consecuencias para nuestra protagonista, que nunca se sentirá del todo parte de nada.

Asughara, San Vincent, y el resto de les ongbanje, elles, se encuentran dentro del mármol de Ada, dentro de su cabeza, desde donde la manejan y también la cuidan de una forma muy particular: intentando llevársela consigo al otro lado de las puertas. Desde este prisma vemos una serie de sucesos terribles que Ada, con la presencia de les ogbanje gestiona como puede, cómo elles le dejan. La espiritualidad recorre todo el libro, ya sea en forma de diosecilles, o en forma de Yshwa, un dios que en occidente nos resulta mucho más conocido.

La forma de escribir de Akwaeke Emezi es tremendamente evocadora, y, a su vez, consigue que experimentes la dureza de todo lo que le sucede a Ada, lo difícil y angustiante de su existencia escindida. Porque en este libro, desde mis coordenadas, yo leo violencia sexual, leo desesperación, leo disociación, leo estrés post traumático, leo intentos de suicidio. Leo una experiencia de superación del trauma que me es familiar, pero que está inserta en una narrativa distinta, en un universo cultural diferente al mío, lo que le da una profundidad nueva.

En definitiva, es un libro en el que sumergirse sin juzgar, en el que dejarse llevar por esa narración tan lírica y tan diferente.