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Crítica de Kansas


Kansas
04 December 2022
"Nosotros los mortales, hombres y mujeres, devoramos muchas desilusiones entre el desayuno y la hora de la cena; contenemos las lágrimas, palidecemos un poco, y al contestar a las preguntas decimos: No, ¡no me pasa nada!. Nos ayuda el orgullo; y el orgullo no es una cosa mala cuando nos impulsa a ocultar nuestras heridas...en lugar de hacer daño a otros."


Middlemarch es una novela extraña, bastante única en la forma en la que George Eliot se aproxima a sus personajes, quizá demasiado irónica para la concepción de la época aunque es una ironía tan sutil, tan entrelíneas... que dependiendo de la edad en la que la leamos percbiremos con mayor profundidad, o no, esos aspectos soterrados de la naturaleza humana que van surgiendo aquí y allá. La experiencia en la vida nos hará conectar con esta finísima ironía que imagino que la Eliot trazó tan sutilmente por no querer escandalizar a sus contemporáneos, e incluso cuando imbuye algunos de sus momentos con algún happy ending, hay un poso de melancolía como si George Eliot quisiera hacernos ver, muy discretamente, que tras esta aparente felicidad habrá algo más, la realidad de la vida, en el sentido de que siempre habrá alguien que ha tenido que sacrificar algo de sí mismo/a para llegar a ella, y seguirá sacrificando por intentar agarrarse a esta ¿falsa? felicidad. Quizás por la época en que vivió se sintió obligada a no mostrar del todo las realidades de la vida y aunque hiciera concesiones para satisfacer al público, ahí, tras esa melancolía, deja suficiente poso para que el lector que quiera, capte ciertas carencias de sus personajes tras la fachada de aparente felicidad.


"Pero lo que llamamos desesperación no es a menudo más que anhelo doloroso de una esperanza que no encuentra donde alimentarse. "


Middlemarch es el retrato de una pequeña comunidad, ficticia, donde aparecen casi todos los estratos sociales representados por algunos personajes clave y a través de ellos la Eliot hace un examen de la familia, la clase social, el matrimonio sobre todo como fin para alcanzar algunos intereses, la doble moral y la hipocresía social. Por la cantidad de personajes que van surgiendo a lo largo de la novela, puede resultar complicado hablar del argumento, sin embargo, me gustaría detenerme en los que yo creo son los dos personajes centrales, en torno al cual se centra esta novela: por una parte Dorothea Brooke, y por la otra, el doctor Tertius Lydgate, dos personajes que serán ejemplo de lo que George Eliot quería demostrar: la curiosidad intelectual representada en Dorothea, muy vedada a las mujeres de la época, y por otra parte, los aires de cambio cientificos que venían de la mano del médico, Lydgate. Dos personas que de alguna forma podrían pertenecer más al futuro de una era que estaba a las puertas, que al momento en que vivieron.


"La mayoría de los que sentimos interés por algún tema recordamos una mañana, o alguna hora nocturna, en la que nos subimos a un taburete más alto para alcanzar un volumen todavía inédito de la biblioteca familiar, o nos sentamos con la boca abierta para escuchar a alguien a quien nunca habíamos oído o, por simple ausencia de libros, empezamos a escuchar alguna voz interior como principio de nuestro interés."


La trama que gira en torno a Dorothea ocupa un lugar clave en Middlemarch, quizá porque en ella acaben confluyendo el resto de las tramas y personajes. Dorothea apenas tiene veinte años cuando comienza la novela pero su curiosidad intelectual, sus ansías de aprender y de estudiar, le son limitadas por la época que le tocó vivir, y aunque en un futuro pudiera convertirse en la heredera de su tío, estas ansías de saber le serán vedadas debido al hecho de que se espera que contraiga matrimonio. Dorothea es uno de esas mujeres de su época que siempre estará en desventaja por no haber nacido hombre y sin embargo, aunque sus talentos la hagan estar al mismo nivel de ellos, su frustración ante el hecho de que no avanzará por sí misma, la hará sacrificar sus deseos y entender que la única forma de hacer cosas será junto a un marido o algún familiar que se convierta en una especie de custodio. A lo largo de la novela, sus expectativas se verán continuamente limitadas, incluso sacrificándolas en pos del amor...


"Parece tener lo que nunca he visto antes en una mujer: una fuente de amistad para los seres humanos... Los hombres pueden ser amigos suyos."


El hecho es que cuando Dorothea conoce a Edward Causabon, comete uno de los mayores errores de su vida al casarse con él. Causabon, un erudito bastante mayor que ella con ningún sentido del humor, que busca esposa solo porque necesitará una “esposa/secretaria” que se ocupe de organizarle su trabajo, la defraudará casi desde el momento de la boda porque Dorothea en ningún momento fue consciente, en su ingenuidad más ciega, que Causabon buscaba una esposa convencional que no le cuestionara nada. Desde el momento en que Dorothea, que quiere encontrar en su futuro marido una especie de tutor que amplie sus horizontes intelectuales, percibe que se ha equivocado, será ya demasiado tarde: está casada y casi enterrada en una especie de tumba junto a un hombre que desde el primer momento es consciente que la inteligencia de Dorothea ensombrecerá su “falsa” erudición, y desde ese momento la despreciará:


"¿Cómo era posible que en las semanas transcurridas desde la boda, Dorothea, sin advertirlo con claridad, sintiera, con sofocante melancolía, que las amplias perspectivas y las brisas refrescantes que había soñado encontrar en la mente de su marido quedaban reemplazadas por antecámaras y pasillos llenos de recodos que parecían no conducir a ningún sitio?"


El entusiasmo y la ingenuidad inicial de Dorothea, se verá rápidamente aplastado por el chantaje emocional y afectivo que le hará Causabon desde el momento en que contraen matrimonio. George Eliot, durante los tramos en los que se dedica a narrarnos este desgraciado pasaje en la vida de Dorothea, hará una descripción llena de matices de la ambigüedad de este matrimonio en el que Dorothea poco a poco irá despertando al vacío de su vida. de vez en cuando se verán atisbos de esa energía y luminosidad que esconde en su fuero más íntimo Dorothea, pero serán solo atisbos, ráfagas, que esconderá enseguida debido a un marido que coarta continuamente sus expectativas.


"A veces, cuando Dorothea estaba con otras personas, parecía haber en ella un aire de reposo tan completo como si fuese un retrato de santa Bárbara contemplando desde su torre el aire transparente, pero aquellos intervalos de quietud hacían aún más notable la energía de sus palabras y su emoción cuando algún estímulo exterior despertaba su interés."

[…]

"-¿En qué piensan ustedes, los caballeros, cuando están con la señora Causabon?
-En ella misma -dijo Will.- Cuando uno ve a una mujer perfecta, nunca piensa en sus atributos... tan solo es consciente de su presencia. La señora Causabon es demasiado distinta a otras mujeres para que pueda comparársela con ellas.”

[...]

"-¡Explicar! ¡Decir a un hombre que explique cómo ha ido a parar al infierno! ¡Explicar mis preferencias! Nunca he sentdo preferencia por ella, como tampoco siento preferencia por respirar. A su lado las demás mujeres no existen. Antes tocaría su mano si estuviera muerta que la de cualquier otra mujer viva."


El otro personaje central, Tertius Lydgate, se verá enfrentado a unos conflictos muy parecidos a los de Dorothea, en este caso relacionados con su carrera como médico. Lydgate, un médico que cree en la nueva ciencia, en la prevención de las enfermedades, formado en el extranjero y con una mirada al futuro, se verá poco a poco limitado por la estrechez social de Middlemarch, donde las apariencias y la doble moral le jugarán tan malas pasadas que le harán entrar poco a poco en un estado de desesperanza y melancolía en el que pronto le hará perder ese estado de ilusión inicial que tenía al llegar a Middlemarch. Su matrimonio con Rosamund de Vincy, que le usará para avanzar socialmente, será otro punto donde George Eliot incidirá especialmente para mostrarnos esos grises que se atisban tras los velos de las apariencias. El proceso durante el cual Lydgate conocerá a Rosamund y poco a poco se verá preso de ella, hasta desembocar en la desesperanza de una vida matrimonial sin salida, me han parecido todo un prodigio de disección de la naturaleza humana por parte de la Eliot.


"Y Rosamund hacía comentarios acertados; porque era inteligente, con ese tipo de inteligencia que capta todos los tonos menos el humorístico. Afortunadamente, nunca trataba de bromear, y esa quizás la prueba más clara de su inteligencia."

[...]

"Rosamund, de hecho, estaba enteramente ocupada con Tertius Lydgate, pero no para interesarse por él en sí mismo, sino en su relación con ella.."

[…]

"A Lydgate, como es lógico, nunca se le ocurrió quedarse mucho tiempo con ella y, sin embargo, daba la impresión de que las breves conversaciones impersonales que sostenían estaban creando esa peculiar intimidad que consiste en mostrarse tímido."

[...]

""Pero, una vez que ha existido, la intimidad que proporciona la mutua turbación, en la que cada uno nota que el otro está sintiendo algo, tiene unos efectos que no es posible eliminar. Hablar del tiempo y de otros temas parece una vana estratagema y el comportamiento difícilmente llega a ser natural a no ser que se reconozca con franqueza la existencia de una mutua fascinación."

[…]

"Lydgate volvió a caer en lo que Rosamund denominaba, para sus adentros, melancolía: nombre con el que abarcaba todo lo relativo a sus meditabundas cavilaciones sobre otros temas distintos de ella, así como el gesto preocupado de la frente y el desinterés por todas las cosas ordinarias como si estuvieran mezcladas con hierbas amargas, y que en realidad constituían una especie de barómetro de su irritación..."

[…]

"Es un momento terrible en una vida joven aquel en que se descubre que la intimidad del vinculo amoroso se ha transformado en capacidad para hostigar."

[...]

"Lydgate había aceptado las limitaciones de su futuro con tristeza resignada. Había elegido a aquella criatura frágil y llevaría el peso de su vida en brazos. Tenía que caminar como pudiera con aquella carga a cuestas."


Dentro de este microcosmos que es Middlemarch, hay bastantes más personajes que harán surgir dilemas, conflictos económicos, morales, emocionales, pero imposible detenerme en cada uno de ellos pero quizás el aspecto que más me ha interesado de esta novela es la forma en la que George Eliot se aproxima a ellos, nada sentimental ni dramática sino diseccionándolos como si ella misma estuviera en un laboratorio y experimentara con ellos de cara al lector, y sobre todo en muchos momentos me ha parecido una aproximación muy adelantada a su tiempo por parte de la autora, porque en algún momento usa la primera persona para dirigirse al lector o para hacer un comentario personal, relacionado siempre con sus personajes o con la situación emocional que en ese momento estuviera narrándonos. George Eliot no los juzga, y tengo que decir que se muestra en momentos hasta generosa con ellos, por ejemplo en el caso de Edward Causabon, intentando no influir negativamente en el lector, y dejando que sea el lector quien vaya detectando poco a poco la naturaleza de ciertos hechos. Además, en una historia tan coral como esta, veremos el mismo punto de vista, analizado por diferentes personajes, lo que da profundidad a algunas tramas, en el sentido de que George Eliot nos está ampliando la visión continuamente, igual que en la vida misma.


"-Cuando se quiere manifestar algo que está muy por encima del simple agradecimiento, vale más escribir que hablar... al menos no se oye lo.pocos convincentes que son las palabras."


Middlemarch es una novela magnífica en lo que respecta al análisis que hace de una comunidad donde los conflictos sociales y religiosos, en un momento que la sociedad se enfrentaba a una serie de cambios continuamente enfrentados al enquistamiento del viejo mundo, convertían a sus personajes en una especie de experimentos bajo la pluma de la Eliot. Sin embargo, tengo la sensación de que en una novela tan voluminosa, ha habido personajes que se han quedado a medias, sin terminar de desarrollarse, como por ejemplo el personaje de Mary Garth, quizá el personaje femenino más interesante de la novela, y que a la mitad, comienza a desdibujarse en favor de otras tramas, y por otra parte, también termino la novela con la sensación de que ciertas concesiones finales no terminan de encajar con la trama del resto de la novela, aunque eso sí, el poso de melancolia y de desesperanza que deja entrever la Eliot en su final, entre lineas, puede resultar fascinante. Y quizás lo más interesante de esta novela sean esos personajes luminosos representantes de los nuevos cambios que se avecinaban, enfrentados a esos otros personajes todavía detenidos en el viejo mundo que estaba a punto de desaparecer.

"Cuando giraba deprisa la cabeza, su cabello parecía desprender luz, y algunas personas estaban convencidas de reconocer en aquellos chispazos una clara señal de genio. El señor Casabon, por el contrario, no dejaba escapar el menor rayo de luz."



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